El flamante presidente de la Cámara Regional de Comercio de la Región de Valparaíso, José Pakomio, se ha destacado por un perfil muy activo en redes sociales, pero también en diferentes eventos, incluso no haciendo caso a sus orejeros de la misma CRCP que le advierten de actuar con mayor prudencia.

No pasó inadvertido que apenas asumió como presidente la Cámara, les avisó a sus cercanos, como también a colegas de la prensa, que asumiría como director de la Corporación Regional de Turismo de Valparaíso en reemplazo de su antecesor, Pier-Paolo Zaccarelli, lo que para muchos de los históricos de la asociación gremial fue catalogado como un verdadero órdago contra el yerno de Antonio Martínez o, lisa y llanamente, una torpeza. Zaccarelli acusó el golpe y anunció que no renunciaría a la Corporación de Turismo, sino más bien quería permanecer hasta que se cumplieran varios hitos en los cuales ha estado trabajando activamente. No está demás decir que Pakomio también había hecho una aproximación con varios miembros de la Corporación de Turismo para decirles que ante cualquier escenario, igual asumiría. Pero su cálculo le falló y el órdago lo ganó Pier-Paolo, lo que provocó un gran distanciamiento.

Hace unas semanas se constituyó la Corporación de Patrimonio, lo que dio mucho que hablar, ya que dos universidades (PUCV y USM) anunciaron que no concurrirían a firmar los estatutos y, por ende, se restaban de toda participación que tuviera que ver con Jorge Sharp. Desde la misma Cámara le hicieron ver a Pakomio que participar en esta Corporación podía tener ciertos costos, pero el pascuense, fiel a su estilo de llevar la contraria, asistió y firmó a nombre de la CRCP. Incluso fue más allá y se ofreció para ser tesorero de la misma. No faltaron los directores y past presidents que le hicieron ver el error que había cometido, pues le recordaron que la Cámara Regional de Comercio de la Región de Valparaíso fue miembro de la Corporación Municipal de Valparaíso para el Desarrollo Social hace casi una década y por los problemas financieros y de gestión decidieron restarse de esta iniciativa. Pakomio, una vez más, no los tomó en cuenta.

Destaquemos que José Pakomio Torres llegó a la presidencia de la CRCP luego de un intenso proceso de búsqueda de candidatos, ya que Zaccarelli había dicho que por ningún motivo optaría a otro periodo y los más cercanos se descartaron rápidamente, pero siempre se han ofrecido para estar en el directorio o asesorar en diferentes materias. Un nombre que cobró importancia para suceder a Pier-Paolo fue el del alguna vez presidente regional de la Cámara Chilena de la Construcción, Marcelo Pardo, pero a medida que pasó el tiempo se descartó por completo su nombre, llegando a quedar Pakomio como candidato único. Es importante mencionar que el nuevo presidente de la CRCP es CEO & Co-Fundador de Eastern Island Eco Lodge y dueño de la Sociedad Hotelera Rapa Nui.

Sin embargo, el 25 de agosto se materializó el quiebre final entre los coroneles -históricos dirigentes- de la Cámara contra su presidente José Pakomio, ya que ese mismo día se renovaba el directorio. Por lo general, siempre se ponen de acuerdo todos los dirigentes para la renovación de éste, pero Pakomio hizo caso omiso y presentó candidatos por su cuenta sin preguntarle al resto. Inscribió como candidatos a Patricio de la Fuente, Pamela Lathrop y Abtu Montiel, mientras que los históricos hicieron lo propio con Franco Demaría, Gustavo González, Javier Torrejón, Oliver Weinreich y Pier -Paolo Zaccarelli.

El resultado de la votación fue apabullante a favor de los históricos, que lograron nombrar a todos sus candidatos y con Zaccarelli como primera mayoría. Los candidatos de José Pakomio, quien termina su periodo en enero, en tanto, quedaron en los últimos lugares y sin posibilidad alguna.

La rebelión de los

coroneles en la CRCP

josé pakomio sufrió una dura derrota política en la renovación de los directores de la mesa hace solo dos semanas.

Si hubiera que resumir en una palabra los tres años que siguieron al 18 de octubre de 2019, esa sería desmesura. Los antiguos griegos inventaron un término para este mal inherente a la naturaleza humana: hybris, que no solo denota los vicios del exceso, soberbia y arrogancia, sino también la ausencia de las virtudes contrarias: templanza, equilibrio y ecuanimidad.

Uno de los mejores ejemplos es el de Belerofonte, un héroe de la mitología griega que dio muerte a la Quimera y pacificó a Pegaso, el legendario caballo alado de Zeus. El dulce néctar de la victoria embriagó a Belerofonte, quien se proclamó igual o superior a la divinidad, olvidando su mísera condición de Homo sapiens sapiens. Embelesado por el poder, Belerofonte montó a Pegaso y pretendió llegar hasta las alturas del monte Olimpo, la morada misma de los dioses.

El castigo fue implacable. Zeus envió un tábano que clavó su aguijón a Pegaso, logrando que el caballo se encabritara. Al no poder controlar a la bestia, Belerofonte perdió el equilibrio y cayó al vacío.

Las sociedades se mueven lentamente, salvo en situaciones de excepción como genocidios o un colapso ecológico. Incluso cientistas sociales como Charles Tilly y Sidney Tarrow, contrarios a las teorías de la elección racional y al paradigma del Estado-Nación, aceptan esta premisa. Si algo demostraron los hechos de mayo de 1968 fue que las expectativas revolucionarias eran infundadas y, sobre todo, exageradas. El mismo error de diagnóstico de los exconvencionales de una izquierda radicalizada que abusó de una mayoría circunstancial para imponer doctrinas e ideas revolucionarias que supuestamente acabarían con las desigualdades e injusticias del modelo neoliberal.

Sin embargo, el 18/0 no fue una revolución, sino una revuelta. La extrema violencia que acompañó a los movimientos sociales encandiló a muchos llevándolos a sostener la tesis revolucionaria. Pletóricos por el triunfo en las urnas, los exconvencionales quisieron "refundar" el país olvidando su mandato de diseñar una Constitución para todos y todas.

Obviando que las sociedades se mueven lentamente, forzaron una posición ventajosa para acabar perdiendo la partida de manera ignominiosa.

Las lecciones que deja el contundente resultado electoral son varias, pero vale la pena detenerse en una: el exceso, la desmesura, la soberbia y la arrogancia son siempre castigadas. La ciudadanía demanda no solo una nueva Constitución y el término de abusos históricos, sino también orden, estabilidad, crecimiento económico, empleo, inclusión no forzada, igualdad ante la ley y un Estado respetuoso de los derechos fundamentales.

No es aceptable una involución al Chile previo al 18/O. El país cambió, es cierto, pero si algo dejó en claro el resultado del plebiscito constitucional es que el cambio no era una revolución. Lo anterior obliga a ajustar las expectativas y requiere mesura, diálogo y acuerdos. Así funcionan las democracias genuinas.