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LA TRIBUNA DEL LECTOR De El verde tallo de las rosas a El vértigo de Eros

POR CHRISTIAN JANDER Y RAMIRO DÍAZ GALERÍA TARQUINIA
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Roberto Matta es un pintor de relaciones. Su obra unifica visiones del espacio, del tiempo, del cosmos creador y del caos como fuente de orden, donde Eros y Tánatos conviven, la vida y la muerte. Su libertad creativa no se restringió a los cánones que imponía el movimiento surrealista, es una pintura que no tiene horizontes ni puntos de fuga. No se sitúa en un lugar concreto y por ello adquiere un sentido universal. Sus imágenes funcionan como metáforas. Son, por tanto, de naturaleza poética y excluyen cualquier pathos trágico en aras de la continuidad sin fronteras entre realidad y misterio. Y en esta constante radica todo su poder de sugestión acerca de lo relativo de la presencia y ausencia de las cosas, así como de los vínculos entre ellas y nosotros.

El espacio será otro eje articulador de su producción. Matta se apoya en la idea de que el espacio puede aparecer como presencia de un principio panteísta y verdadera clave de la unidad del mundo. Al concepto del Espacio, su obra integra la idea de la relatividad.

Al igual que otros pintores vanguardistas, buscó un reemplazo que permitiera representar la infinitud de puntos de vista coexistentes en un mismo instante. Su pintura se presenta como total relativización de los espacios a partir de necesidades constructivas y composicionales cuya base es geométrica.

En algunos cuadros, algunas de estas perspectivas pueden llegar a tener un rol más importante que otras: es el caso de la obra El Vértigo de Eros (1944). El cuadro se organiza en torno a un plano de fondo que podría corresponder a una especie de ventana liberadora en la intrincada red de los espacios previos, pero ella misma es apertura hacia otro espacio, en el cual se anuncian otras relaciones que ya no aparecen en la representación. Esta indicación hacia un espacio fugitivo da una clara idea de todas las posibilidades líricas contenidas en esta pintura que puede o se atreve a ser pintura de lo ilimitado. Esta obra tiene que ver con la idea de cómo podría perderse Eros, es decir, cómo podría perderse la vida.

Es el mismo Matta quien le cuenta al filósofo Eduardo Carrasco acerca de su miedo de ser llamado a la guerra, y cómo el hecho de que al encontrarse su esposa de entonces embarazada lo hacía ganar seis meses de tiempo. El gobierno norteamericano le decía entonces que lo llamarían en seis meses. Luego sus hijos nacieron y se acabó todo eso, pero el continuo miedo que Matta sentía por una parte y el Eros que se perdía con su esposa y que renacía en otra parte fueron elementos que influyeron decisivamente en la construcción de esta obra.

Por otra parte, su mismo título llega de una manera sorprendente al comentarle el propio Matta a su amiga Sussy Heart que el nombre que él le había puesto al cuadro era Le vert tige de roses (el verde tallo de las rosas) y dado que su amiga no entendía bien el francés ella entendió: Le vertige de Eros. En ese momento Matta renombra su cuadro por sentir que ese era el verdadero nombre de su obra.

Para Matta era necesario que el título no definiera textualmente la imagen propuesta, ya que no representa jamás un sujeto convencional descriptible como tal. Un sujeto que no es paisaje, ni retrato, ni naturaleza muerta. Era, por ende, necesario que el título abriese horizontes suficientemente amplios para que los espectadores se interrogasen sobre el trasfondo que la imagen tiene. ¿Qué hay de oculto tras esa imagen? Era necesario que el título entrase en el reino de la poesía, es decir, que hiciese comprender que el discurso librado por el cuadro apelase a la imaginación del espectador y a sus reacciones secretas, tanto por referencia a lo que se muestra como a lo que, sin mostrarse, se sugiere.

Y El vértigo de Eros es la metáfora visual de la bóveda celeste y también el espacio de las emociones. "Antes de que haya la luz, antes de que haya la Tierra, antes de que haya nada, hay, sin embargo, Eros, que es la vida, es decir, lo que hace que existan las otras cosas".

Y el amor, para Matta, es el principio primero de toda historia. Una historia que nace en Eros, se desarrolla en el mismo Eros y nunca muere, solamente se transforma ad aeternum hasta la propia muerte de la eternidad.