Para este viernes, a las 17 horas, en la Casa Central de la Universidad de Chile, está programado el Foro Medios de Comunicación y Conflicto Político: interpretaciones, narrativas y acciones en contexto de crisis institucional.

Los panelistas serán el streamer Nicolás Copano, el sociólogo Eugenio Tironi, la exconvencional Beatriz Sánchez y la académica Ana María Castillo. Como plato fuerte se anuncia la charla del exvicepresidente de España y fundador de Podemos, Pablo Iglesias, quien no se aburre de dar sus recetas sobre el éxito al Presidente Gabriel Boric y a buena parte de Apruebo Dignidad (aunque Cayetana Álvarez de Toledo tampoco lo hace nada mal con la derecha local).

Es más, solo hace un par de días, el Diario Financiero revelaba que la "sugerencia" de no recibir al embajador de Israel en La Moneda para la presentación de sus cartas credenciales nació de Carlos Figueroa -nieto del exministro del Interior del mismo nombre y asesor de Boric- y de Juan Carlos Monedero, otro de los cofundadores de Podemos, que precisamente estaba de visita en Chile por esos días para ser testigo del plebiscito constitucional y luego, obviamente, se tomó algunos días más para pasearse por la capital.

Volviendo a Iglesias, también ha llamado su atención la irrestricta defensa que ha hecho del hoy criticado embajador chileno en España, Javier Velasco Villegas, primeramente interpelado por el expresidente Ricardo Lagos por haber forzado ciertas cifras y opiniones en un foro en Madrid para intentar explicar que los treinta años que siguieron al regreso de la democracia solo habían profundizado la desigualdad en el país; y luego por una fotografía subida por su novia, Manola Pérez, en la cual el embajador le acariciaba los pies en el asiento trasero del coche dispuesto por la embajada. Junto con una fotografía de Augusto Pinochet besando a su mujer, Lucía Hiriart, Iglesias lanzó una verdadera declaración de principios: "Aquí tienen al repugnante dictador Pinochet hacer una carantoña a su repugnante esposa, pero la derecha mediática chilena y sus perros en las redes despellejan al embajador en España y a su pareja por tener un gesto tierno. Los hipócritas dan asco en España, en Chile y ovunque (en todos lados)".

Pero los acercamientos y los guiños de Podemos con Chile no se remiten exclusivamente al Presidente Boric, al citado embajador o a figuras ya desterradas como la excandidata a senadora Karina Oliva. En enero de 2019, el entonces todavía disruptor alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp, recibió a Juan Carlos Monedero (en la fotografía): "Con @JorgeSharp, alcalde de Valparaíso. Me ha contado parte de las iniciativas en vivienda, Salud, urbanismo. Las ciudades son el refugio de la democracia en tantos sitios. Han llevado medicinas a precio de coste a las zonas pobres. ¿A quién le molesta? Adelante!".

Luego, ya en 2020, el jefe comunal lo invitó a su recordada Escuela Constituyente, cuando expuso en el Liceo Matilde Brandau junto al hoy gobernador Rodrigo Mundaca, la abogada María Soledad Molina y la filósofa Alejandra Castillo. Otras de sus citas fueron con un grupo de diputados, entre los cuales destacaban Tomás Hirsch, Claudia Mix, Florcita Motuda, Natalia Castillo, Renato Garín y el hoy ministro Giorgio Jackson, además de participar dos años consecutivos del Festival Radicaliza la Democracia y del Foro Internacional de Derechos Humanos.

Dime con quién andas...

Hace pocos días murió (la gente no fallece dice Benedetti, la gente muere) Saul Kripke, uno de los filósofos analíticos más importantes del siglo XX.

Nacido en Estados Unidos en 1940, Kripke fue un niño prodigio de quien se dice aprendió hebreo a los seis años, a los nueve había leído las obras de Shakespeare, con quince años formuló un teorema en lógica modal y a los dieciocho ya había publicado un artículo en la prestigiosa Journal of Symbolic Logic.

El joven Kripke se graduó en matemáticas en Harvard y, siendo aún estudiante, daba clases de lógica a alumnos de posgrado y a estudiantes del MIT. Con solo veintitrés años fue profesor en Harvard, y a los veintinueve dio sus célebres conferencias en la Universidad de Princeton, tituladas Naming and Necessity, que más tarde darían forma a su libro El nombrar y la necesidad (1972), una de las obras más revolucionarias y discutidas en el ámbito de la Lógica y la Filosofía del Lenguaje.

Para comprender la magnitud de las aportaciones de Kripke se debe considerar que hasta 1970 la teoría dominante, a propósito de las relaciones entre referencia y significado, era la teoría descriptivista de Gottlob Frege y Bertrand Rusell. Estos autores (y con ellos Wittgenstein y Searle) defendían que nombres propios como "Aristóteles" o "Hamlet" debían corresponderse, de alguna manera, con descripciones factuales del tipo "El discípulo de Platón", "El preceptor de Alejandro Magno", "El príncipe de Dinamarca" y así sucesivamente, hasta llegar a una descripción acabada que permita su identidad con el nombre propio.

Kripke, sin embargo, objetó que términos como Aristóteles o Hamlet no son nombres ni descripciones, sino designadores rígidos de un objeto a partir de un bautismo inicial y una cadena histórica causal entre los usuarios del nombre. El bautismo consiste en la selección de un objeto específico, a través de una descripción o apuntando al objeto por algún otro medio (ostensión), y la asignación del nombre. Este último seguirá refiriendo incluso si el objeto pierde o son ilusorias las propiedades que originalmente se usaron para su descripción.

Una vez que el objeto ha sido bautizado y se ha fijado su referencia, el nombre pasa a lo largo de una cadena causal de hablantes gracias a los intercambios comunicativos propios del lenguaje. Esto, que parece chino mandarín, es en verdad una idea intuitiva: cuando un niño/a nace se le asigna un nombre, y por su cadena causal de uso se convierte en la forma abreviada de referirnos a esa persona.

Lo anterior es solo una pincelada de la influencia de Kripke en la filosofía analítica. Debido a sus aportes la metafísica volvió a posicionarse como una disciplina rigurosa, dejando atrás lustros de dominio de la filosofía del lenguaje ordinario.

Luego de la muerte del rey -Ludwig Wittgenstein- en 1951, hubo un largo interinato hasta la aparición de Kripke. Con su muerte, el trono filosófico vuelve a estar vacante.