La tarea va a ser en el Congreso: mejorar las esmirriadas cifras asignadas para la Región de Valparaíso en el presupuesto de la nación del próximo año. Tanto desde el oficialismo como desde la oposición se estima que los $85.019 millones de pesos que propone el Ejecutivo para Valparaíso son insuficientes. En números redondos, el aumento es inferior al IPC, pues solo alcanza al 8,6% en relación a los recursos destinados para el presente 2022. Un análisis global concluye en que la partida para la región está en el lugar 12 entre las de todo el país.

Para el gobernador Rodrigo Mundaca, la propuesta oficial "no se condice con la importancia que tiene la Región". El consejero Manuel Millones alude a la cantidad inferior al IPC, lo que "ralentiza las inversiones por cuanto muchos proyectos tendrán que ser revaluados". Es cierto, pues los costos suben y los recursos no alcanzan a cubrirlos.

El presidente de la Comisión de Inversiones del Core, Percy Marín, critica el sistema de cálculo de las asignaciones sin considerar las situaciones particulares de cada región. Echa de menos, además, proyectos para acometer la crisis hídrica y también iniciativas en salud. Existe entre los parlamentarios regionales la voluntad de mejorar la propuesta del Ejecutivo poniendo énfasis en materias de mayor interés para la comunidad, como seguridad, salud y reactivación económica, como lo señala el diputado independiente Tomas Lagomarsino. Su colega de RN Andrés Celis advierte que la estrechez de los recursos asignados "se debe a un ajuste a la realidad de los gobiernos regionales que no pueden ejecutar la totalidad del propuestos, por lo que se trata de un llamado de atención por parte del Gobierno al Gobierno Regional para que implemente adecuadamente los recursos que se les transfieren". Sobre el punto insiste Andrés Longton (RN) al denunciar la "muy baja ejecución" de obras que son prioritarias para la comunidad, materia sobre la cual está pidiendo información al gobernador Mundaca.

El informe de la Subdere cifra en un 37,9% la ejecución presupuestaria regional, la más baja desde 2016. Advierte el parlamentario que "el incremento de los recursos pasa a un segundo plano ante una baja eficiencia para ejecutar el gasto" y señala que "la responsabilidad administrativa o política es de la Gobernación". Y el tema no es solo local, ya que los ministerios de Hacienda y Obras Públicas están adoptando medidas para acelerar la adjudicación de proyectos evitando los casos que, paradojalmente, demuestran que están los recursos y por diversas razones no se gastan. Esta dinámica oficial encierra una oportunidad para poner en marcha emprendimientos en aspectos locales prioritarios, sin dejar de lado los esfuerzos por mejorar las cifras en el proyecto de presupuesto 2023 que tratará el Congreso.

Para el mundo corporativo, medir el impacto ambiental, social y humano se ha convertido en una necesidad creciente y en la base de los modelos de negocio modernos. Si bien es un tema que está permanentemente presente en espacios de opinión, aún queda la pregunta de cómo avanzar para que las empresas logren monetizar este triple impacto y por qué es preciso desarrollar mecanismos que garanticen que ser sustentables es también ser rentables.

Es indispensable que uno de los principales objetivos del negocio sea la protección al medioambiente. Ya no es válido preguntarse: o gano dinero o soy "socialmente responsable". En Chile, este es un tema muy presente en la discusión pública. Vemos empresas, por ejemplo, que generan un retorno positivo a la comunidad a través de la generación de empleo, pero están al debe en el compromiso de amortiguar su impacto ambiental.

Para evitar lo anterior, al atribuir valores económicos a los efectos sociales, humanos y medioambientales generados por las operaciones de una compañía, los líderes pueden tomar mejores decisiones empresariales con estos resultados a la vista, tales como reducir su huella de carbono o gestionar de mejor forma los residuos.

Pensar a largo plazo. Crear herramientas que midan el retorno de las inversiones sociales, medioambientales y naturales, es hablar también de organizaciones sostenibles en el tiempo y que responden de mejor forma ante las contingencias y evoluciones del planeta. Y, por último, buscar ejemplos a emular. Afortunadamente, ya existe un movimiento emergente de empresas en distintas industrias y geografías que se han unido para diseñar y aplicar protocolos para contar con las bases de cuantificación del impacto de sus operaciones. Con eso, de a poco, han integrado en sus ganancias y pérdidas un sistema de medición para informar los efectos sociales y medioambientales que provocan. La buena noticia es que cada día somos más las compañías que queremos impulsar decisiones comerciales relacionadas con la sustentabilidad en función de los datos de impacto.

El mundo necesita liderazgos para resolver la actual crisis climática. Para ello es necesario establecer nuevas formas de contabilizar el valor para avanzar hacia una economía regenerativa y dejar de lado antiguas prácticas comerciales.

Reformar la forma en que contabilizamos el valor será la base para una transición sostenible y la guía para todas las empresas que están dispuestas a adaptarse y a prosperar en la nueva normalidad.