
Jazmina Barrera tomó los hilos del femicidio mundial
La escritora mexicana presentó en Chile "Punto de Cruz", su último libro sobre mujeres, siempre al borde de la vida.
La inesperada muerte de una amiga es la pólvora del último libro de Jazmina Barrera (1988, Ciudad de México). Se trata de "Punto de Cruz", una historia híbrida, entre ensayo y novela.
La voz de Jazmina Barrera viene resonando hace años con potencia. Barrera también es la pareja del escritor Alejandro Zambra, con quien vive en México y tienen un hijo, Silvestre.
"Chile está muy presente en mi vida, Alejandro tiene una comunidad de amigos chilenos maravillosa en Ciudad de México. Casi todos los días hay algún chileno en mi casa: se habla de Chile, se escucha radio chilena, desayunamos escuchando a los Bunkers y Violeta Parra. ¿Qué te puedo decir? Yo vivo casi la mitad del día en Chile y la otra en México", dice sonriente.
Con voz pausada y amable, Jazmina habla desde Buenos Aires, donde participó como invitada en la FILBA. Antes estuvo en Medellín, Los Ángeles, Querétaro y luego vino al Espacio Literario de Ñuñoa y a la librería del Fondo Manuel Rojas de Valparaíso.
"Punto de Cruz" partió con un trabajo de ensayo sobre bordado y feminicidio, que luego hilvanó con la historia de Mila, Dalia y Citlati, compañeras y mejores amigas durante los estudios. Sus vidas vuelven a unirse muchos años después, tras la muerte de una de ellas.
-En el inicio de "Punto de Cruz" haces una definición del tema del bordado, una traducción libre, y dices que "el lugar de una mujer está frente al abismo". ¿Por qué?
-Quería jugar con la etimología de la palabra bordado, que se relaciona con el borde de las cosas porque se bordaba la orilla de las telas y este es un libro que considero feminista, aunque creo que no tiene un discurso feminista tan explícito. Es un libro donde reescribo mi historia de adolescencia, cosas que viví, cosas que vivieron amigas mías. Lo reescribo con la óptica y las herramientas que me ha dado el feminismo muchos años después. En ese momento yo tenía intuiciones feministas. Había recibido lecciones más bien intuitivas de feminismo de mi madre o de mujeres alrededor, pero no tenía un discurso tan claro y creo que muchas de las violencias que viví en la adolescencia las pude procesar después como eso, como violencias. En ese momento solo eran heridas que no sabía muy bien de dónde venían y esa frase viene de ahí.
-Partiste haciendo un ensayo sobre el bordado y después una novela sobre este rito de paso de la adolescencia a la adultez. ¿Cuándo nació este patchwork?
-Para escribirla regresé a los documentos que tenía de mi adolescencia y ahí, leyendo diarios, cartas, mi di cuenta de la importancia que había tenido el bordado para mi comunidad de amigas en ese momento. Es así, como dices tú, una especie de patchwork. En el patchwork los fragmentos se bordan, se cosen unos con otros así que también el bordado está ahí en esa técnica, y así es como visualizo este libro: como una colcha.
-En este viaje tocas temas duros como la anorexia, la violencia sexual, las iniciaciones. ¿Qué tan parecidas son las mujeres desde México a Chile?
-Cuando estudié una maestría de escritura creativa en español, en Nueva York, tuve la oportunidad de ser amiga con distintas mujeres de América Latina. Fue ahí que empecé a leer mucha más literatura latinoamericana. Nuestros países tienen historias coloniales similares, mezclas de culturas que comparten además el español. Somos muy distintos y a la vez muy parecidos. Yo creo que, por desgracia, el patriarcado es transversal. Algunas de las escenas de peor acoso sexual que he vivido fueron en Europa, esto no es solo latinoamericano, en Estados Unidos mueren mujeres por feminicidio todo el tiempo. En México son 11 todos los días: esto es una epidemia mundial.
De pactos y dolores
- ¿Qué piensas de la amistad entre mujeres? Desde la preadolescencia arman pactos que los hombres no llegaremos a entender.
-La adolescencia es un momento muy intenso de la amistad. Es una época muy sensible, está cambiando el cuerpo, tu personalidad y tu identidad y eso te hace muy vulnerable a lo que te lastima. Lo que te hiere te puede marcar de por vida. En el contexto de las violencias que vivíamos, la amistad entre mujeres funcionaba como una comunidad de cuidado. Era una comunidad que no siempre te salvaba, pero que estaba ahí y te acompañaba. Eso es distinto para mujeres y para hombres, porque vivimos en una sociedad que trata distinto a mujeres y hombres.
- En tu visión del bordado aparece una metáfora de cómo las mujeres arman redes durante la vida.
-El tejido de la amistad está muy presente en la novela, pero también el bordado como una herramienta que ha permitido leguajes secretos entre las mujeres. El bordado fue desdeñado durante mucho tiempo y eso también propició que fuera utilizado como un lenguaje secreto, al que la gente no le prestaba demasiada atención, un lenguaje artístico, estético, pero también literal, una forma de escribir y transmitir mensajes entre las mujeres y de crear en colectividad.
- ¿Es lo femenino una forma de vivir en lo cotidiano?
-Es un marco de referencia que una vez que lo tienes no puedes dejarlo de lado porque afecta a todo lo que vemos, leemos y vivimos. Es una forma de buscar la felicidad para mí, y se refleja en la paridad que buscamos en la crianza de mi hijo por ejemplo, en mi pareja, en la importancia que le doy yo a mi trabajo, las cosas que me importan, las cosas que exijo todos los días, en la forma en la que crío, en los valores que intento inculcarle a mi hijo, está en todo.
Jazmina Barrera también es autora de "Cuaderno de faros", "Cuerpo extraño" y "Línea negra".
Por Franco Fasola
Editorial Almadía