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LA TRIBUNA DEL LECTOR

RAFAEL TORRES ARREDONDO DIRECTOR MUSEO DE BELLAS ARTES DE VALPARAÍSO DIRECTOR MUSEO DE BELLAS ARTES DE VALPARAÍSO
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Un arcoíris en Valparaíso

Cada vez que viene a mi mente la imagen de un arcoíris, esta suerte de escalera de colores que la naturaleza nos prodiga con su aparición en el horizonte, la mayor parte de las veces poslluvias, se me vienen a la mente varias evocaciones. La primera de ellas es de ya la mítica y maravillosa película "Alicia en el país de las maravillas" (a una muy querida amiga la llamo así, por su lindo mundo personal), ese relato inocente tras el espejo y los distintos personajes que lo habitan y acompañan a la protagonista, cuyo telón de fondo es el arcoíris. También evoco la imagen de la bandera de la diversidad, señalándonos que todos somos iguales, pero distintos, lo que me alegra tremendamente, como me alegra ver que se respeta cada vez más.

Como lo decía al comienzo, la aparición del arcoíris tras la lluvia, siempre aparejado con la aparición del sol, es un verdadero espectáculo, más aún cuando excepcionalmente se presentan dos de ellos surcando el cielo. La naturaleza nunca nos decepciona, al contrario, siempre generosa nos da estos regalos tan marcadores.

Hace justo dos semanas se inició en Valparaíso la ejecución de un proyecto que lleva por nombre Arcoíris. Se trata de una mancomunión de voluntades, públicas y privadas, chilenas y extranjeras, destinada a replicar en nuestra ciudad una iniciativa de pintado de fachadas de gran parte del plan de la ciudad, cuyos objetivos son devolverle a la ciudad su color, esplendor y dignidad. En esta cruzada confluyen desde luego la municipalidad, el agente de gobierno local. Participa, a su vez, como ente ejecutor la Corporación Museo de Bellas Artes, que, por lo demás, presentó el proyecto ante el Comité Calificador de Donaciones Privadas y se involucra con los propietarios y locatarios para obtener sus autorizaciones con el fin de pintar sus fachadas.

Pero también está una voluntad peruana-chilena, de la empresa Qroma, propietaria hoy de Pinturas Tricolor, histórica empresa, con inicios en nuestra región, que por una parte dona la materia prima, en este caso más tres mil galones de pinturas, pero que además nos apoya y acompaña con el consejo y la visión de su maravillosa experiencia en Lima, capital del Perú, de la ejecución de esta misma iniciativa. Desde ya, muchas gracias a nuestros hermanos peruanos por una vez más darnos un buen ejemplo. Antes y como olvidar, lo hicieron con la detención de dos imberbes jóvenes chilenos, que se atrevieron a rayar un muro del patrimonial convento de las monjas clarisas, en Arequipa, obteniendo como resultado de esa vulgar acción, varios meses de detención, una dura medida, pero sin duda con un inolvidable el mensaje, con el patrimonio No.

Pero Qroma también nos ha enseñado un camino, que insisto, en Lima dio magníficos resultados, por lo que pienso cómo no vamos a poder hacerlo acá si tenemos tantas cosas en común. El pintado de fachadas, de espacios públicos, de lugares abiertos o incluso cerrados, son agentes dinamizadores del entorno, dan ánimo, mejoran conductas, valorizan la ciudad y, además, generan un positivo efecto contagioso. Así resultó en la capital del Rímac, en barrios vulnerables, pero siempre contando con la voluntad y disposición de la comunidad.

Esta verdadera cruzada, que se ejecutará por varios meses y busca pintar casi seis kilómetros de fachadas, como toda acción ejecutada en Valparaíso tiene partidarios y detractores, pero ello me parece porteñismo puro y duro, y ya a estas alturas debería ser solo un dato para la causa. Sin embargo, estoy convencido que el valor e importancia de Valparaíso, en sí mismo y por sí mismo, merece que como dice el evangelio "setenta veces siete", lo intentemos. Es una responsabilidad colectiva el cuidado y respeto de y por la ciudad. Toda campaña y esfuerzo en esta materia nunca estará de más, nunca será "plata botada". Y si por una mala circunstancia algo de ello hubiera, el esfuerzo por Valparaíso igualmente habrá valido. Quienes ven esto como una estrategia política o de mejoramiento de imagen, por lo demás en su legítimo derecho de pensarlo, les quiero decir que estoy cierto que "las personas pasamos y las ciudades quedan", ello se aplica para alcaldes, autoridades, directores de museos y otros.

El Museo, en su rol de vecino referencial de la ciudad, no podía restarse y no lo hará nunca. Cada vez que sea convocado a apoyar, participar, gestionar o ejecutar alguna iniciativa que vaya en directo beneficio de la ciudad, va a estar presente, tengan la certeza de ello. Eso también es parte de su rol de articulador y dispositivo cultural.

Con el paso del tiempo, mi vocación de optimista se ha ido fortaleciendo, no sé muy bien las razones si las hubiera, pero debo confesarles que me alegra la vida serlo, es como mi propio arcoíris, ese que hoy pintamos todos en Valparaíso.