El rol de los alcaldes y la seguridad pública
La creciente sensación de temor que afecta a la ciudadanía se transforma en una presión hacia las autoridades. Una que no saben cómo enfrentar.
Aún faltan días para que termine, pero la última semana de octubre ha estado llena de señales políticas sobre la impaciencia que provoca en los alcaldes la lentitud del Gobierno en la aplicación de medidas más efectivas contra la delincuencia. La Asociación de Municipalidades de Chile, liderada por el alcalde de Zapallar, Gustavo Alessandri, planteó ayer la necesidad de aplicar la expulsión inmediata a los extranjeros detenidos por delinquir en nuestro país. Expulsión administrativa y prohibición de entrada por cinco años son las dos propuestas que levantó públicamente la Amuch. Algo más conciliadores, los jefes comunales de la Asociación de Municipalidades de la Región de Valparaíso se reunieron con la delegada presidencial, Sofía González, para reiterar la petición de reforzar la dotación de Carabineros en sus comunas y la necesidad de aterrizar los planes de seguridad anunciados por el Ejecutivo a un nivel territorial menor e identificar las necesidades particulares de cada comuna. Pese a la moderación de la cita, el alcalde de Quintero, Mauricio Carrasco, sinceró en un par de frases la situación que aqueja a los jefes comunales: "Se nos están traspasando peligrosamente responsabilidades que no nos corresponden. Eso debe quedar muy claro, porque hoy se le está traspasando desde la ciudadanía a las municipalidades responsabilidades que les corresponden al Ministerio del Interior, a las policías y a la PDI".
Conocedores de la realidad local y de las carencias policiales, los alcaldes se sienten desamparados ante el rápido avance del crimen organizado y ven con recelo la creciente presión de sus vecinos, que están atemorizados por los violentos hechos que azotan las calles. El Índice 2022 elaborado por la Fundación Paz Ciudadana describe claramente el problema que aqueja a los alcaldes: aun cuando las cifras de robo se han mantenido estables desde 2019, el alto temor ciudadano alcanzó su mayor nivel en 22 años (28%). En esa misma línea, el 59% de los encuestados declara haber reforzado la seguridad de su casa, el 71% ha dejado de salir a ciertas horas y el 75% no va a algunos lugares para no ser víctima de la delincuencia. ¿Qué impulsa estas conductas? La violencia extrema de algunos delitos, principalmente los homicidios.
Un caso distinto es el show levantado por el alcalde de Puchuncaví, Marcos Morales, al bloquear los accesos de su comuna como reclamo abierto y público contra el Gobierno. Cuando acude a medidas ilegales para expresar desesperación, logra la atención de los medios -a exactos dos años de las próximas municipales, un impacto de ese calibre suma votos-, pero pone a los ministros en una posición difícil para darle la razón y resolver la petición concreta de otorgar mayor contingente policial a Puchuncaví. También complica la gestión de otros municipios, que buscan cambiar la mirada que hay del problema a nivel local.
Quizás es exagerado hablar de una rebelión de los alcaldes, pero su levantamiento por un tema en el cual no tienen mayores competencias pone sobre la mesa la necesidad de repensar el rol que juegan en el combate a la delincuencia.