"Veo un oficialismo todavía en shock y a una derecha en estado de euforia"
En proceso de aliviarse de lo que fue el trabajo de un año de intensa Convención Constitucional, el abogado y Premio Nacional de Humanidades, Agustín Squella, actualmente está haciendo lo que le gusta, escribir. Y como no la pasó bien en ese año y medio que duró la Convención, es que a su libro ya publicado, "Apuntes de un constituyente", le seguirá otro que ya está preparando.
"No puedo parar de escribir, quizás porque pienso solo cuando escribo", afirma.
-Actualmente está en proceso de aliviarse ¿La Convención fue un año perdido para usted?
-No fue tiempo perdido. Para mí la Convención tuvo mucho sentido, lo cual no significa que lo haya pasado muy bien. Y las cosas tienen sentido no solo cuando son exitosas, también pueden tenerlo cuando fracasan. Aciertos y desaciertos, más o menos, la rechazada propuesta constitucional va a estar sobre la mesa de trabajo de una futura Convención.
-¿Cómo ha visto las negociaciones constitucionales parlamentarias posplebiscito con un oficialismo derrotado y cabizbajo que debe ceder ante una oposición empoderada?
-Lo veo con preocupación y esperanza. Con preocupación porque veo a un oficialismo todavía en estado de shock y a una parte importante de la derecha en estado de euforia. Me inquieta que en la derecha, a partir del 4 de septiembre, se esté instalando un estado de soberbia, e incluso de borrachera, similar al que buena parte de la izquierda mostró en la Convención Constitucional.
-¿Hay una sobrerreacción en la oposición?
-Claro que hay una sobrerreacción. Hoy día predomina la desmesura, ya sea abierta o escondida, en fingidas palabras conciliadoras. Los ganadores de una elección o votación popular suelen creer que han clavado la rueda de la fortuna y que seguirán ganando eternamente. No puede hoy la derecha estar en eso, como el Frente Amplio lo estuvo con el triunfo de Boric.
-Pareciera que el propio Gobierno está estancado y que le costará mucho más sacar su proyecto adelante con una oposición empoderada
-El gobierno perdió el 4 de septiembre, pero es un abuso decir o trabajar para que pierda con todas sus iniciativas actuales o de futuro. Parte importante de la derecha, envalentonada y olvidada de la transversalidad que tuvo el voto de Rechazo, querría ahora parar la reforma tributaria, la previsional y hará lo propio con el gobierno. Es decir, quieren frenar todo cambio que no cuente con su aprobación. Y ya sabemos hasta donde puede llegar la derecha en su defensa del statu quo y el rechazo al cambio.
-Antes dijo que, pese a todo, este momento le genera una cuota de esperanza, ¿por qué?
-Digo que también de esperanza, porque si bien el tiempo empieza a agotarse para llegar a un acuerdo político sobre cómo retomar el proceso constituyente, no hay más alternativa que avanzar en dicho acuerdo e implementar el nuevo proceso. Lo contrario sería jugar con fuego o creer muy ingenuamente que el país se va a olvidar de tener una nueva constitución, merced a las fiestas de fin de año y las próximas vacaciones.
-Hay quienes plantean que el país, ahora mismo, tiene otras prioridades
-En medio de una crisis económica mundial, continental y nacional que aún no muestra su peor rostro, los chilenos estamos preocupados y afligidos por otras cosas -la inflación, el trabajo, la seguridad- y nos ha sobrevenido una suerte de cansancio ciudadano y muy posiblemente sea así. Podríamos hablar hasta de un cierto hastío constitucional. Pero no podemos dormirnos y tampoco permitir que los enemigos del cambio se aprovechen de ese desánimo.
-¿No es responsabilidad de la Convención este desánimo generalizado?
-Tal como le pasa a las personas normales, los países tienen también oscilaciones del ánimo. El momento actual está a la baja y creo que exconvencionales deberíamos hacer autocrítica por haber contribuido a ello. Pero la autocrítica es una especie muy rara en Chile. Campeones mundiales de la crítica, ni siquiera clasificaríamos para uno de autocrítica. La culpa es siempre de los demás. La paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.
-Tomando en cuenta el fracaso de la Convención ¿cuál es el modelo ideal de Constitución que garantice la aprobación mayoritaria en un nuevo plebiscito de salida?
-No hay modelos ideales. Se debe aprovechar nuestra historia constitucional y también experiencias de otros países. Al menos para mi, los intransables de una nueva Constitución que reemplace y no simplemente modifique a la actual son la democracia como forma de gobierno, los derechos fundamentales ( todos y no solo algunos) y el Estado social de derecho. Agregue usted separación y colaboración entre los poderes del Estado y la todavía incumplida de una descentralización real, efectiva.
-¿Qué le parece esta generación de límites al nuevo órgano y que una especie de árbitro regule permanentemente a los próximos convencionales?
-Lo de los bordes se entiende. También los tuvo la anterior Convención, pero no habría que exagerar con ellos. Si fueran muchos y muy detallados arriesga a que la próxima Convención se transforme en una mera comisión redactora de la voluntad del actual Congreso Nacional. En cuanto al árbitro, preferiría que fuera la Corte Suprema o el Tribunal Constitucional y no una comisión de parlamentarios cuoteada entre los partidos políticos.
- ¿Cree que la elección de Vlado Mirosevic como presidente de la Cámara le da un nuevo aire al Gobierno?
- Creo que para el éxito de cualquier gobierno, que es finalmente el éxito del país, se requiere que la coalición política que lo sustenta sepa actuar bien, como un conjunto, buscando incluso fuera de ella los apoyos parlamentarios para sacar adelante algunos nombramientos e iniciativas legales. En eso consiste gobernar, sobre todo cuando el Ejecutivo no cuenta con mayoría en el Congreso. Para mí, cuenta mucho el factor individual, humano, el de los atributos de las personas, y creo que en este caso las virtudes de Mirosevic dieron una muy buena causa al oficialista. Si no se alineaban bajo un nombre como ese habría sido lamentable.
"Creo que las virtudes de Mirosevic dieron una muy buena causa al oficialismo. Si no se alineaban bajo un nombre como ese habría sido lamentable".