Congelamiento de tarifas en transporte
La crisis del transporte público en el Gran Valparaíso es terminal. Pero la exigencia al Gobierno es mantener el subsidio en la capital. En Valparaíso, el planeta de los boletos cortados, las micros que pasan cuando y por donde quieren, y en el cual la licitación del transporte se posterga desde 2012 por motivos que pocos entienden, nada cambia.
La inminente alza de la tarifa del transporte público, ya casi una certeza, anunciada por el ministro de Transportes y Telecomunicaciones, Juan Carlos Muñoz, para 2023 es, cómo no, una bomba de tiempo. Así, mientras Apruebo Dignidad (Acción Humanista, Convergencia Social, Comunes y el Partido Comunista) exige mantener congelada la tarifa por todo el año, dado el crítico escenario económico, pocos recuerdan que el último intento de alza data del 18 de octubre del año 2019, cuando el comité de expertos y el polinomio respectivo acordaron subir $30 pesos las tarifas. Por motivos conocidos, tal aumento fue descartado solo horas después por el expresidente Piñera y la entonces ministra de Transportes, Gloria Hutt, echándole más levadura al subsidio que hoy alcanza los $700 mil millones anuales. Hoy la historia se repite: el panel de expertos recomienda a Hacienda un alza o un aumento en el subsidio al sistema, lo que en la práctica es muy sencillo: meterle plata a Transportes equivale a quitarles dinero a otras carteras.
A tanto llega el zapato chino en el cual se metió el Gobierno, que el propio Presidente Boric tuvo que salir desde Tailandia -donde participa en el foro de la APEC- a decir que apoyarán a las familias. Pero, aclaró, también están claros que el congelamiento de tarifas por más de tres años consecutivos no es sostenible en el tiempo. Así, explicó el Mandatario, debe llegarse a un "equilibrio", con evaluaciones que "no se discutirán por la prensa", con toda la confianza de que el ministro de Transportes, Juan Carlos Muñoz, y el de Hacienda, Mario Marcel, llegarán a un entendimiento que cuide los bolsillos de la gente que más lo necesita y, al mismo tiempo, las arcas fiscales. El ministro de Economía, Nicolás Grau, insistió en que todo "está en evaluación".
Con todo, en el Gran Valparaíso, el planeta de los boletos cortados, las micros que pasan cuando quieren y por donde estiman conveniente, y en el cual la licitación del transporte metropolitano se posterga desde 2012 por motivos que pocos entienden, nada cambia. La televisión nos muestra estupendos reportajes al respecto ("Ley de la selva en las calles de Valparaíso, un reality donde pasa de todo", tituló esta semana Canal 13), un déficit de 4.000 conductores y un set de problemas de salud mental y estrés para los que deben manejar, cobrar, ordenar la máquina, esquivar asaltos y proteger la recaudación de los manilargos de siempre, además de correr las colleras y recompensar sapos y semáforos humanos. El alcalde Sharp declaró "estado de emergencia comunal" y puso micros propias para los recorridos a Placilla y Laguna Verde. El seremi Benigno Retamal dice que trabaja con el Gore y el Sence para capacitar conductores (y conductoras, nótese el sello de género), pero no se refiere al miserable subsidio, diez veces menor al de la Región Metropolitana, que se paga en el Gran Valparaíso. El ministro Muñoz, por su parte, nos informa de sus nuevas ciclovías, cicletadas y cicloaventuras. Al final del día, Valparaíso está cada vez más lejos de Chile.