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LA PELOTA NO SE MANCHA Pónganle un poquito de voluntad...

POR WINSTON POR WINSTON
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He tratado de poner toda mi voluntad para superar el Mundial de Fútbol de Qatar y meterme de lleno en el campeonato nacional, pero ha sido difícil, casi imposible. El torneo, que ahora más encima está auspiciado por una de las tantas casas de apuestas que pululan en el medio, es de los más mediocre que he visto en los últimos años.

No solo lo digo por el nivel de los futbolistas. Eso, incluso, da un poco lo mismo cuando las fuerzas son parejas, sino por todo lo que lo rodea: los estadios, las tribunas, las canchas, etc.

¿A ningún dirigente se le ocurrió que arrancar el campeonato en el Estadio Municipal de San Bernardo era una mala idea? ¿Esa es la imagen que queremos proyectar al exterior? ¿Qué decir de Santa Laura, que hoy se transformó en la casa de todos? Su pasto es una vergüenza. Estamos hablando de lograr que crezca césped en la zona central del país, en una de las tierras más fértiles y ricas de Chile. Ahí, en el epicentro que escogieron los incas para instalarse y luego los españoles, en nuestro país, en el siglo XXI, son incapaces de hacer algo para que, por lo menos, se vea bonito. Hasta las canchas donde alguna vez jugué fútbol en el Sporting de Viña del Mar eran más decentes.

Piénselo así: alguien que está fuera de Chile, en su sano juicio, ¿podría interesarse por ver un partido del campeonato chileno, si es que no es porque se dio la casualidad de que está jugando uno de sus equipos?

Me pongo en la situación contraria: ¿cuántas veces no le ha pasado que, cambiando canales, se encuentra con un partido con el que no tiene vínculo emocional, pero igual le dan ganas de verlo, pese a las críticas de su pareja? Puede ser por los jugadores, la cancha, los cánticos y el mismo estadio, un buen partido en un gran escenario es como una excelente película. En el caso de Chile, el torneo más parece una mala serie de zombies.

A eso juegan la Premier League, la Liga de España, la Serie A de Italia, etc. A crear las condiciones para que el mundo, principalmente los chinos y árabes, se enamoren de sus ligas, las sigan, compren camisetas y adoren a sus jugadores.

¿Se imagina a un macaense paseando con la camiseta de Curicó y con el número de 5 de Sandoval en la espalda o a un bangkokiano luciéndose con la 8 que Cerezo ocupa en Ñublense? Imposible, nada personal, pero somos muy pencas.

Tampoco es que este sea el campeonato brasileño que solo se preocupa del producto interno. En Chile, pareciera que a los dirigentes ya les da la mismo. Ya están los abonados y a cobrar. Aunque deberíamos hablar más bien, "brutoabonados", que no solo deben pagar extra por ver los partidos, sino que, además, si quieren tener la aplicación, están obligados a contratarla de forma extra. Un abuso. Y lo peor es que algunos seguimos inscritos.

Dirigentes, por favor, pónganle un poquito de voluntad.

Mientras esto pasa, analizo mi retiro. Ha sido un año en el que la he pasado muy bien y agradezco a todos quienes me han ayudado: "A mi familia, mi señora, padres, hermanos..."; "siento que he ido de menos a más..."; "gracias a Dios se me dieron las cosas..."; "siento que tuve la confianza del director...:", etc. He ganado adeptos, detractores y hasta alguna admiradora anónima que me imagina como Hemingway, escribiendo frente al mar, mientras se derrite un hielo en mi vaso, restándole pureza a mi whisky de 12 años.

En fin, el retiro en el deporte, aunque siempre se supone como definitivo, nunca lo es. Todos tenemos una pasión y es muy difícil acabar con ella con un simple anuncio. De los cuarteles regresó Pelé, Maradona, Jordan, Woods, Phelps, Schumacher, etc. Agregar a Winston a esta lista sería solo un pelo de la cola.