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VIÑA ES UN FESTIVAL ¿Seguirá Viña siendo Viña?

POR FLOR ARBULÚ AGUILERA, EDITORA DE CULTURA Y ESPECTÁCULOS DE EL MERCURIO DE VALPARAÍSO
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El 2004 convencí a mi mejor amiga para que me acompañara a ver a Fito Páez al Festival de Viña. Le dije que yo pagaba, porque en ese momento me encontraba haciendo la práctica y tenía plata como para comprar la galucha 2x1 que hubo ese año. También había una parte de conveniencia, porque estaba de turno y no podía escapar temprano del trabajo, por lo que le dije que fuese a "calar puesto" junto a un compañero de la U que también iría.

En el papel, la noche no se avizoraba muy entretenida. Abría Salvatore Adamo, y del jurado subían a escena un joven Luis Fonsi y Joe Vasconcellos. Además de Fito, también estaba programado Molotov. Nuestra percepción cambió una vez que comenzó el show: Y mis manos en tu cintura / pero mírame con dulzor cantábamos a viva voz, recordando ésta y otras canciones que habíamos aprendido de nuestros padres. Cuando apareció Fonsi, mi mejor amiga se desapareció porque se fue a cantar con el club de fans, razón por la que me culpabiliza a mí hasta el día de hoy de que le guste el portorriqueño.

Luego de cantar todo con Fito y Vasconcellos, y bailar con Molotov hasta las 4 de la madrugada, nos fuimos a la casa felices. Habíamos vivido una noche redonda, a pesar de que era una jornada que convocaba a diversos públicos que parecía que no teníamos nada qué ver uno con el otro.

Al año siguiente cubrí mi primer Festival. El recuerdo más potente que tengo es que fue la vez que animó Ricardo Montaner, quien durante la penúltima noche del certamen salió cantando, ironizó contra la prensa -que duramente había criticado su labor- y hasta llevó una maleta con los premios que había ganado hasta ese momento en Viña. Un momento raro.

No es el único, por cierto. Ad portas de iniciar un nuevo Festival se me vienen varios extraños sucesos, como cuando los reporteros gráficos hicieron una protesta de cámara caídas porque la organización había dicho que Bryan Adams no quería que le tomasen fotos (2007); o el día que se cambió la programación de Viña 2010, adelantando el show de Ricardo Arjona, lo que salvó miles de vidas que podrían haber estado saliendo de la Quinta Vergara a las 3.34 horas del 27 de febrero, momento en que se produjo el terremoto.

Para qué decir sobre las extrañas exigencias que tuvo Morrissey en 2012. Al ser vegetariano y animalista, solicitó que el día de su presentación "no debiese haber absolutamente nada de carne", y que la animadora, Eva Gómez, "no llevara puesto nada que provenga de animales", por lo que se tuvieron que retirar las plumas del vestido que usaría esa noche.

A propósito de la bajada de artistas que ha vivido Viña 2023, en 2006 estábamos con los colegas en uno de los salones del Hotel O'Higgins -cuando éste era el epicentro del certamen- cuando se mostró un video que explicaba que Journey no se podría presentar en el evento por una enfermedad del cantante y a solo tres días del show, siendo reemplazado por Kansas. O Felo, quien en 2010 llegó un acuerdo con la producción para terminar su contrato tras un grave traspié que tuvo en el Festival de San Felipe; o las sucesivas bajas que tuvo la edición 2014, primero con Lucero, que fue reemplazada por Alejandro Fernández, a quien a su vez Raphael relevó por un accidente.

¿Polémicas? Por supuesto. El 2005, el programa de farándula "SQP" (Chilevisión) trajo de panelista a la argentina Luciana Salazar, quien salió reina ese año, la misma que reclamó hace poco en Twitter el fin de la elección: "Qué absurdo que le elimine el piscinazo de la reina del Festival de Viña del Mar. Demagogia y progresismo de cartón, cuando los extremos rompen con las tradiciones que no afectan ni ofenden a nadie". Pasó a la historia por ser la primera soberana fuera de los canales organizadores y por su piscinazo en poca ropa. Pocos quizás recuerden que en otra ocasión arruinó la conferencia de prensa de Juanes, cuando llegó a ésta luego de haber dicho que intentaría seducirlo y darle un beso, por lo que, cuando apareció, todas las cámaras se dirigieron a ella.

O dos años después, cuando Marlen Olivari se puso a llorar en plena conferencia de prensa del jurado por sus problemas maritales, y el primer día del Festival se bajó tanto el escote de su vestido que dejó ver más de lo que se debería. En 2011, Américo acusó a Rafael Araneda de haber sido "incapaz de sostener al público y pidiéndome al oído, mientras estaba pasando mi mejor momento, que lo ayudara a continuar la noche y a calmar al Monstruo, porque venían más artistas", dijo en aquella ocasión, acusando además que había demorado la entrega de premios.

También he sido testigo de momentos rutilantes y para todos los gustos, como cuando Daddy Yankee bajó de un trono al comienzo de su show en Viña; el de Marc Anthony en 2009 quien, tras una breve presentación de Natalino, hizo una puesta en escena con la que el público quedó a sus pies, siendo la única vez que se han presentado dos artistas; o el excelente trabajo que hizo Ricky Martin en la primera jornada del 2020, mientras fuera de la Quinta Vergara se vivía una verdadera batalla con barricadas y lacrimógenas de por medio.

Eso por solo nombrar a los latinos. Aún conservo en la retina uno de los mejores espectáculos que he visto en ese escenario: Sting en su formato sinfónico, solo con músicos chilenos y permitiendo que Andrés Pérez hiciera un solo de clarinete (2011). Otro que puedo nombrar es a Elton John (2013) y las promesas cumplidas de los espectáculos de Rod Stewart (2014) y Jamiroquai (2018).

Los fracasos en Viña, lamentablemente, siempre han estado más asociados a los humoristas. Como pasó con Rudy Rey en 2014, quien entró entre pifias -luego que Ana Gabriel dejara encendido al público- y no logró mostrar una rutina con la que la gente pudiese conectar, siendo incapaz de revertir la actitud del público. Para qué decir lo que sucedió con Ricardo Meruane (2011) y Jani Dueñas (2019).

De allí la importancia de contar con públicos acordes, que fue la exigencia que hizo Daniel Alcaíno para presentar su rutina de Yerko Puchento en Viña 2023 y que no se respetó.

¿Por qué me acuerdo de todo esto? Porque no sé qué va a pasar este año. Se ha criticado que es una parrilla muy juvenil, que no les da espacio a otros rangos etarios; que ha habido demasiadas cancelaciones, que hay inexperiencia; que faltan artistas anglo; que faltan nombres relevantes. Problemático ha sido, sin duda, y las responsabilidades habrá que analizarlas una vez que se termine el evento. Lo importante es que, a pesar de todo, se logre en esta versión que Viña siga siendo Viña con lo bueno, lo malo, lo feo y lo bonito.