Valparaíso, liderazgo que se extraña
El despoblamiento del centro económico porteño muestra la pendiente de decadencia en que ha caído la ciudad. A poca distancia de este escenario en declinación hay otros vecinos que también consideran emigrar. Son los de la calle Cumming, antigua arteria céntrica, residencial y comercial con buenas construcciones.
Dos importantes edificios de oficinas del centro económico de Valparaíso se encuentran en venta. Una de estas construcciones es el edificio Dacal, situado en el crucero que se genera entre la avenida Errázuriz y la calle Blanco. Una magnífica construcción de los años 20 del siglo pasado con parte de sus dependencias con vista a la bahía. Cuando actualmente se pasa frente a la tradicional construcción se aprecia allí, con dolor, una muestra de lo que es Valparaíso. Muros cubiertos de enfermizos rayados que expresan la incivilidad que agobia a la ciudad, ello en un ambiente de desaseo y malos olores provenientes de basuras que no se retiran y residuos orgánicos.
El otro edificio, Esmeralda, de construcción más reciente, proyecto del conocido arquitecto Alfredo Vargas Stoller, gracias a su frente más angosto, no da espacio para rayados, pero acoge en su entrada indeseables desperdicios.
La puesta en venta de estas dos construcciones avaluadas, según los promotores del negocio en US$8,2 millones, es una demostración más del despoblamiento de lo que otrora fuera uno de los centros financieros del país. Ha cerrado la Bolsa de Corredores debido a operaciones dolosas y falta de movimiento. La antigua construcción ha tenido suerte, pues fue adquirida por la Universidad Federico Santa María que acometió la empresa de restaurarla con el objeto de dedicarla a la función de vinculación con el medio.
Por cierto, sus renovados muros no se han librado de la agresión de los grafiteros, tal ocurrió recientemente con la Biblioteca Severín. ¿Qué sanción habrá recibido el autor de ese ataque a la cultura?
La migración de oficinas y de empresas en general no es una novedad de Valparaíso y de su centro financiero. El despoblamiento es paulatino y las causas son variadas, pero la principal refiere a la crisis de seguridad. Seguridad de los bienes y de la vida misma. En el sector los homicidios no han sido una excepción.
A poca distancia de este escenario en abandono hay otros vecinos que también consideran emigrar. Son los de la calle Cumming, antigua arteria céntrica, residencial y comercial con buenas construcciones. La calle se ha convertido en un infierno para residentes y comerciantes acosados por continuas incivilidades.
Así, Valparaíso está siendo demolido, despoblado y desvalorizado. Se acerca al destino de las viejas salitreras, motor de la economía nacional, hoy convertidas en una curiosidad campo de estudio para investigadores, tema para los nostálgicos y buscadores de antigüedades.
Los diagnósticos para Valparaíso son múltiples pero la conclusión es penosa: la pendiente de la decadencia es cada vez más pronunciada. No hay reacciones robustas y los esfuerzos de algunos por la recuperación se ahogan en la indiferencia y la falta de un liderazgo convocante, creativo y realista.