Todos en la Ilustre Municipalidad de Valparaíso comenzaron a correr en círculos cuando se esparció el rumor de que ayer, martes 14, sería el día en que el Tribunal Electoral de Valparaíso (TER) daría a conocer el fallo por la demanda en contra del alcalde Jorge Sharp por notable abandono de deberes.

Pero era cuento: el fallo solo quedó en acuerdo y aún debe ser redactado por los magistrados del tribunal y todo indica que más cerca de fin de mes tendremos un pronunciamiento.

Mientras tanto, en la calle Condell hay un nerviosismo desatado en torno a qué ocurrirá si el TER destituye a Jorge Esteban y los bandos ya se posicionan para ese futuro tan cercano al metaverso.

Por un lado tenemos al zulianismo: Zuliana Araya ya manifestó que quiere ser alcaldesa a como dé lugar y su estrategia fundamental ha sido ir apoderándose de direcciones internas.

Ya logró poner a un vasallo en la Dirección de Seguridad Ciudadana: Marcelo Aguilar, ex Fosis, quien se encuentra a cargo del patrullaje preventivo, y además hay otros directivos afines en Gestión de Personal y Dirección de Tránsito

Por otro lado está el camilanietismo en torno a la edil Camila Nieto, amparada por Convergencia Social y de quien dicen que ya tendría los votos asegurados para poder asumir frente a una eventual destitución del alcalde (necesita solamente seis y ya contaría con los de Alicia Zúñiga, Thelmo Aguilar, Daniel Morales, Dante Iturrieta, Marianella Antonucci y el de ella).

Nieto ya tendría su equipo definido y estaría compuesto por militantes de Convergencia Social con pasado en el municipio: para el cargo de administrador municipal suena el exencargado de Parques y Jardines del municipio de Valparaíso, expresidente regional de CS y actual Secpla de la Municipalidad de Catemu, José Flores.

Para el cargo de director jurídico aparece el nombre de Alejandro Pincheira, abogado, secretario de la concejala y también exabogado de la ex administradora municipal Cecilia Ugalde.

En la importante Dirección de Desarrollo Comunitario (Dideco) suena el nombre de Francisca Perales, actual subsecretaria de servicios sociales y exjefa del Departamento Social de la Dideco de la Municipalidad de Valparaíso, muy cercana al Presidente Boric.

Para el cargo de directora de Seguridad estaría la actual encargada de seguridad de la Delegación Regional, Alejandra Romero, quien cumpliera ese mismo rol en el primer período del alcalde Sharp.

Si Perales decide quedarse en el Gobierno, el nombre que se evaluaría sería el de la actual seremi de Desarrollo Social, Claudia Espinoza.

En la estratégica Dirección de Planificación Comunal (Secpla) se evalúan los nombres de la actual seremi de Vivienda y Urbanismo, Belén Paredes, o de la exfuncionaria de la Secpla y actual jefa de gabinete de la seremi de Salud, la arquitecta Pamela Ampuero (militante RD).

Sin embargo, Nieto también evalúa hacer un guiño al Partido Comunista, para valorar el apoyo de la concejala Alicia Zúñiga, entregándoles las direcciones de Vivienda y la recientemente creada Dirección de Género.

Lo que aún no se define es el cierre de la negociación entre Daniel Morales y Nieto, en la cual estaría cumpliendo un rol clave la secretaria municipal, Mariela Valdés, muy cercana a la consejera regional Nataly Campusano, quien hace de puente entre el mundo de Convergencia Social y lo que queda del Movimiento Valparaíso Ciudadano.

Mientras tanto, el exconcejal Marcelo Barraza estuvo ayer en el matinal de Mega hablando sobre el inminente fallo, aunque a nuestro colorín amigo sus fuentes del TER le fallaron y, para variar, dio un poco de jugo en su presentación televisiva, dejando entrever que aún pretende ser candidato a la alcaldía porteña.

Sin embargo, tendremos al menos una semana de especulaciones en torno al futuro de Jorge Sharp, al que todos ven fuera del municipio, pero como bien sabemos, el fallo puede ser inesperado y los gatos, como dice el refrán, tienen como siete vidas.

El último

y nos vamos...

Puede que hayamos leído mal al joven Marx cuando escribió la célebre frase inaugural de su panfleto El manifiesto comunista: "Un fantasma recorre Europa, es el fantasma del comunismo". Porque un fantasma, por definición, es algo espectral, incorpóreo, abstracto. Una entidad que alguna vez fue materia y que, tras la desaparición física, es sólo abominación y espanto.

En 1848 el comunismo era una idea política antes que práctica, y Marx se refería al miedo atávico que despierta en el Homo sapiens lo desconocido y, en general, todo aquello que no es posible discernir mediante el uso de la razón.

There are more things, escribió Jorge Luis Borges parodiando (o elogiando, no está claro) a H. P. Lovecraft.

Con la caída del muro de Berlín y la desintegración de la URSS se pensó que los socialismos reales habían sido derrotados. Dicha inferencia era acertada, pero lo que pensadores como Fukuyama o Huntington no calibraron fue que su fantasma (ahora sí, Marx) seguiría merodeando con sus cadenas opresoras e invisibles, pues ¿qué sería de un espectro si pudiera ser visto por todo el mundo?

Si Marx levantara la cabeza, vería que el fantasma del comunismo recorre América Latina. El acta de defunción de los socialismos reales data de 1991, pero su estrategia post mortem fue ingeniosa: adoptaron la vida de ultratumba esperando el momento preciso para retornar en gloria y majestad. Derrida lo comprendió muy bien en su libro Espectros de Marx (1995).

El comunismo del siglo XXI, irónicamente, recurrió a la estética del propio capitalismo para ocupar el territorio y los espacios de poder de sus sepultureros. Sus intelectuales orgánicos supieron transmutar la iconografía del estalinismo de mercado para incubar la ideología entre los más jóvenes, que no han vivido o estudiado lo suficiente para enterarse de las aberraciones de los socialismos reales del siglo XX. Todo por causa del lento, pero efectivo adoctrinamiento en la mayoría de las escuelas, universidades y centros de pensamiento.

La iconografía del marxismo cultural vende muy bien entre los jóvenes. Ahí están la bandera mapuche (diseñada recién en 1992) y la del orgullo LGBT por sobre la bandera de Chile; las chapitas y pósteres del Che Guevara, Fidel y Allende; los panfletos, consignas vacías y coloridos cuadros evocando la nostalgia de una revolución que nunca llegó; o que lo hizo, pero sólo para las élites. Todo es forma, vocinglería y pantomima, pero desprovistas de contenido, sentido de realidad y responsabilidad.

En el imaginario del marxismo cultural la propaganda se impone a la cultura; la impostura a la verdad; los sentimientos a los hechos; y la autopercepción al conocimiento científico. En nombre de la diversidad se dinamita la diversidad; en nombre de la justicia social se sacrifica la libertad; y en nombre de una falsa moralina se acosa, persigue y cancela a los disidentes.

¿Realmente queremos vivir en un mundo así?