Aviación Naval: 100 años de vuelo y compromiso con el destino del país
"Subir y en las alas llevar, el dominio del aire y el mar", dice el himno de esta fuerza operativa dependiente del Comando de Operaciones Navales. Es un lema para sus efectivos, cuyos antecesores forjaron la especialidad, con arrojo y tesón, en la década anterior a su creación oficial.
Poco se sabe que la primera Base Aeronaval de la Armada de Chile funcionó entre 1920 y la segunda mitad de esa década en Las Torpederas de Valparaíso, y que desde esa otrora caleta se elevó el 21 de mayo de 1921 el biplano Short 184 que sobrevoló la Plaza Sotomayor, realizando el primer vuelo en la historia del entonces Servicio de Aviación Naval, antecesor de la fuerza operativa del mismo nombre que depende del Comando de Operaciones Navales y que el jueves 16 conmemoró su centenario.
Tampoco son muy conocidos otros de sus grandes hitos, como que el 17 de octubre de 1921 concluyó en las mismas Torpederas el armado del primer bote volador de la entonces "Estación de Hidroaviones" de la Marina, ni que el 16 de enero de 1923, a bordo del hidroavión Short N°4, el piloto 2° Agustín Alcayaga y el cirujano de la Escuadra, Alberto Benítez, practicaron por primera vez en Sudamérica observaciones científicas sobre temperatura, presión atmosférica y densidad del aire a 3.000 metros de altura sobre la playa.
Ocurre que la historia de la especialidad, de profunda vinculación con esta ciudad y con la zona, se remonta a la década previa a su creación oficial, específicamente el mes de abril de 1916, con el inicio del primer curso de aviadores navales en la Escuela de Aeronáutica del Ejército. Tres alumnos se graduaron ese año -uno de los aspirantes, Pedro Luco Christie, se transformaría en el primer mártir-, pero por la falta de aviones, bases y restricciones de la guerra mundial en curso, no pudieron prestar servicios aéreos y regresaron a sus anteriores actividades institucionales.
Llegan aviones y el presidente vuela
Recién hacia fines de 1918 Gran Bretaña compensó al país por la confiscación de los buques chilenos que se construían allí a comienzos de la guerra y que fueron destinados al esfuerzo bélico, y entregó medio centenar de hidroaviones y botes voladores -de los cuales 14 fueron destinados a la Armada-, lo que permitió un importante impulso a las actividades aéreas, junto con la llegada de destacados instructores extranjeros.
Por Decreto Supremo N° 196, el Presidente Arturo Alessandri creó oficialmente la Aviación Naval el 16 de marzo de 1923, casi un mes y medio después de convertirse en el primer mandatario chileno en viajar en avión, cosa que hizo el 4 de febrero, a bordo del "Guardiamarina Zañartu", escoltado por dos hidroaviones.
El Mercurio de Valparaíso lo reseñó así: "En una decisión que sorprendió a todos y que a la vez mostró su valor, el Presidente accedió a viajar en un hidroavión desde Valparaíso a Quintero. La razón de su viaje fue conocer los terrenos en que se edificará la base de la naciente Aviación Naval de nuestro país y también las recientes obras portuarias que se han empezado a construir en Quintero".
De las torpederas a la actualidad
Las Torpederas tenía una serie de limitaciones -desde los vientos hasta el espacio- para que allí permaneciera la Base Aeronaval y el Servicio de Aviación Naval, que primero estuvo bajo el mando del capitán de corbeta Arístides del Solar, quien en 1921 lo entregó a su par Edgardo von Schröeders, que con el grado de contraalmirante llegó a ser inspector general de la Armada en el año 1932.
Hacia fines de enero de 1927, se había completado el traslado definitivo del personal y material a Quintero, donde entre ese año y el siguiente llegaron ocho hidroaviones y ya se contaba con nueva pista de aterrizaje. Al iniciarse la década de los años 30, el Presidente Ibáñez del Campo creó la Subsecretaría de Aviación, unificando los servicios de Aviación del Ejército y la Armada, lo que dio origen a la Fuerza Aérea, a la que le fue traspasada la base quinterana.
En tanto, en la segunda mitad de la década de los 50 ya hay registro de cursos de mecánicos de aviación y de radiotelegrafistas en la Base Aeronaval El Belloto, el nuevo destino de la especialidad, que operó allí hasta fines de los años 80, mientras la ciudad crecía a su alrededor. El 16 de marzo de 1989 fue inaugurada la actual Base Aeronaval Concón, donde la Aviación Naval, hoy comandada por el contraalmirante César Delgado Boffil, tiene bajo su control los aviones y helicópteros de la Armada, junto a toda la infraestructura terrestre y de apoyo correspondiente.
Son escuadrones que cumplen roles de ataque, exploración aeromarítima, instrucción y propósitos generales. Las aeronaves de la Aviación Naval prestan apoyo a las fuerzas navales de superficie, submarinas, de Infantería de Marina y Fuerzas Especiales, para contribuir al éxito de las operaciones navales, y llevan a cabo las tareas de exploración y vigilancia del Mar Territorial y de la Zona Económica Exclusiva, a la vez que realizan una importante labor de búsqueda y rescate en el mar, en beneficio de bañistas, deportistas náuticos y naves de todas las banderas que se encuentran en las aguas sujetas al control y responsabilidad de la Armada.
Los mártires de la primera hora
Un siglo después del inicio de sus tareas como fuerza operativa, a la hora de la conmemoración, los camaradas del tercer milenio recordaron a los pioneros de la Aviación Naval y por cierto a sus 41 mártires, encabezados por tres jóvenes marinos que dejaron sus vidas durante la primera etapa de formación de la especialidad.
El teniente 2° Pedro Luco Christie murió el 18 de octubre de 1916, cuando un ala del avión que pilotaba ante la comisión examinadora en la base de la Escuela de Aeronáutica del Ejército, en El Bosque, impactó con unos árboles y cayó a tierra.
El 24 de agosto de 1920, el guardiamarina Julio Villagrán Cádiz, al efectuar su primer vuelo en hidroavión, se estrelló contra un cañón de estribor del crucero O'Higgins, donde estaba destinado. La aeronave se precipitó al mar prácticamente desintegrada. Varios hombres del buque se lanzaron al agua para rescatar al piloto, pero ya había muerto.
El 3 de marzo de 1921, el guardiamarina Guillermo Zañartu -que debía integrarse a la base de Las Torpederas- hacía su último vuelo en El Bosque, junto al teniente de Ejército Marcial Espejo, cuando la aeronave se precipitó a tierra y se incendió. Zañartu, que había salido indemne, volvió para rescatar a su compañero y en ese cometido sufrió graves quemaduras que le causaron la muerte. El hidroavión en que viajó el Presidente Alessandri en 1923 llevaba su nombre, tal como lo recuerda el aeródromo de Puerto Williams.
LA HELICOPTERISTA pionera
Herederos del tesón y el compromiso de esos pioneros son los efectivos que hoy cumplen servicios en la Aviación Naval, tanto en acciones visibles como invisibles para la ciudadanía. Por ejemplo, en los Helicópteros de Propósito General HU-1, que sobrevuelan las concurridas playas en el verano en misiones de patrullaje y rescate de bañistas en peligro; en las aeronaves que evacúan enfermos desde barcos o lugares aislados y apoyan el trabajo en emergencias y desastres, o en los aviones que operan de noche y a miles de millas de la costa para ejercer vigilancia en el Mar Territorial y la Zona Económica Exclusiva, con sus instrumentos calibrados para constatar las rutas de las flotas pesqueras o alguna presencia sospechosa de narcotráfico. Dos aviadores navales son representativos de esa vocación de servicio.
La teniente 2° María Isabel Hormazábal, oriunda de Los Andes, es la primera piloto de helicópteros de la Aviación Naval, rol que siempre soñó desempeñar y que empezó a concretarse en la reciente temporada de verano, en el Escuadrón de Helicópteros de Propósito General.
Rosa Zamora Cabrera
rosa.zamora@mercuriovalpo.cl
los hidroaviones de la década de los años 20 tuvieron su primera estación en la otrora caleta las torpederas.
comandante von schroeders fue inspector gral. de la armada.