Transporte público ante nueva licitación
El proceso que lleva años de espera debe contener bases que aseguren calidad y control permanente e independiente del sistema. Autoridades y grupos de la comunidad postulan cambios radicales en la operación de los medios de movilización colectiva.
No es el momento de hacer acusaciones y señalar responsables, pero sin duda es una vergüenza la larga postergación del proceso de licitación del transporte público regional. Se debió realizar en 2015, pero se ha postergado para 2025. El transporte público juega un rol fundamental en la calidad de vida de la población en los más variados aspectos y su condición actual, salvo excepciones, es lamentable. Quizás la dilatada postergación sea fruto del trauma por los múltiples problemas de la movilización colectiva del Gran Santiago. Quizás. El hecho es que asistimos a nuevos esfuerzos por retomar el proceso con la lógica aspiración de mejorar los servicios. Se han iniciado diálogos ciudadanos. Es importante la participación amplia en esas consultas que tocan la vida diaria de las personas. Un resultado concreto de ese ejercicio es un acuerdo suscrito por 95 representantes de diversas organizaciones incluyendo concejales y dirigentes sociales del Gran Valparaíso que postulan cambios radicales en el sistema que deberían reflejarse en las bases de la tan postergada licitación. Se postula creación de empresas públicas de transporte y la intervención del Estado en el modelo de gestión. En general los firmantes, con razón, censuran el actual sistema operado por privados. No hay que olvidar, por otro lado, los fracasos de la fenecida Empresa de Transportes Colectivos del Estado, que operó tranvías, buses y trolebuses, y el servicio de buses que mantuvo la Municipalidad de Viña del Mar. No se deben olvidar tampoco los importantes recursos públicos que se inyectan a la modalidad actual, pese a lo cual no se logra el objetivo de calidad, a consagrar en los hechos el "derecho a una buena movilización". Como sea, hay que seguir recogiendo opiniones de autoridades, organizaciones vecinales, academia y operadores actuales y eventuales nuevos para llegar así a formular bases que aseguren calidad del servicio, sin desechar alternativas. Estableciendo un sistema de control riguroso que vigile en forma permanente e independiente el funcionamiento del sistema.