Arrecian las quejas por los cambios de local de votación. Esa variación fue una sorpresa y una complicación, pues para muchos votantes el lugar asignado para sufragar por el Servicio Electoral (Servel) está a mucha distancia de su domicilio. Queja reiterada que afecta en particular a muchos adultos mayores que no tuvieron problemas en concurrir a votar en plebiscito pasado, pero ahora lo tendrán en la elección de consejeros constitucionales del 7 de mayo, con sufragio obligatorio.

Mladen Vrsalovic Zlatar, expresidente de la Corporación de Adelanto y Desarrollo de Reñaca, afirma que ahora está obligado a sufragar en un recinto de Santa Inés, en circunstancias que antes le correspondía en uno cercano a su domicilio. Rolando Poblete, residente en Recreo, de 89 años, que votaba en su barrio, ahora deberá viajar hasta el Colegio Mackay de Reñaca, afirma en carta a este Diario.

También ha resultado afectado por los cambios el abogado de 83 años Demetrio Infante Figueroa, que desde Reñaca tendrá que trasladarse a la calle 24 Norte, en Santa Inés, para votar. En carta a este Diario plantea una interrogante sobre la relación entre los cambios y el comportamiento electoral de los afectados, adversos a la actual administración, hecho comprobado en la pasada jornada plebiscitaria. Acusa que "se ha establecido una problemática artificial que dificultará nuestro ejercicio a voto el próximo 7 de mayo". Llama a corregir lo obrado "para aclarar las fundadas dudas que se han sembrado sobre el proceder" del Servicio Electoral.

Parlamentarios de diversos sectores, consultados por este Diario, también objetan las variaciones pidiendo, a la vez, una corrección. Sin embargo, el Servel rechaza una modificación y recuerda que, legalmente, se pueden aplicar cambios de una elección a otra.

Eso en lo formal, pero el problema de fondo es lo inoportuno de la sorpresiva medida y, lo peor, son las sombras que esta situación deja en todo el mecanismo, trascendental para la legitimidad y transparencia del nuevo proceso constitucional. Lo ocurrido, al parecer ya sin solución, no puede repetirse en la votación de salida a que se someterá la nueva propuesta constitucional.

Como universidad del Estado, reiteradamente afirmamos nuestro compromiso con la sociedad en general y con el desarrollo de esta región en particular. Sin embargo, toda sociedad cambia. Por lo tanto, la universidad también lo debe hacer, para que ese compromiso se siga traduciendo en un aporte real.

Este cambio apunta a una actualización de su modelo educativo, un desafío de gran importancia, ya que apunta a responder a los cambios sociales y a características propias de las que nos enorgullecemos, como el pluralismo, la democracia y la inclusividad.

Siempre hemos tenido una gran preocupación por temas como los derechos humanos, género, pueblos originarios, creación, investigación, vinculación con el medio, participación, ciudadanía, entre otros. Sin embargo, no todos aparecen con la fuerza que se requiere en nuestro actual modelo, elaborado en el año 2012. No hay dudas de que todos ellos tienen hoy un énfasis mayor que hace una década y debemos ser capaces de plasmarlo en nuestro modelo educativo.

En este período también nos marcó profundamente la pandemia. Aprendimos que nuestro modelo tiene que ser más flexible, dinámico y asociativo, contemplando mucho más que las tradicionales clases en un aula. Haya o no confinamiento, podemos aplicar metodologías que sean virtuales o híbridas, sin afectar la calidad de la formación que entregamos. De hecho, el estudiantado actual ya ha adoptado o exige formas de aprendizaje distintas y flexibles. Un claro ejemplo es la formación continua, que implica el regreso a la universidad de profesionales que con experiencia laboral y que requieren perfeccionarse o actualizarse en temáticas específicas para continuar estudios, lo que nos obliga a garantizar coherencia en los procesos formativos, desde las carreras técnicas hasta los programas de posgrado.

Esta actualización en que está comprometida la Universidad de Playa Ancha no es fácil ni rápida. Construimos el modelo de manera colaborativa y participativa para obtener el mejor resultado posible. Es una metodología rigurosa y comprometida, que nos asegura recoger distintas visiones del proceso formativo desde las diversas disciplinas, cuerpos colegiados, facultades, departamentos, desde nuestros estudiantes de pre y posgrado. Toda la universidad se involucra en este nuevo modelo para la formación de nuestros y nuestras estudiantes.

También consideramos voces externas de empleadores, exalumnos y profesionales con reconocimiento regional y nacional. Además, las universidades estatales, en forma colaborativa, estamos pensando y definiendo un sello identitario común, nuestro ethos.

Así, el nuevo Modelo Educativo UPLA recogerá también nuevos énfasis en aspectos como la internacionalización, la formación en derechos humanos, el respeto por el medioambiente, el buen vivir, la movilidad estudiantil y académica o la diversidad sexogenérica. Siempre han estado presentes en nuestra universidad, pero deben ser explicitados y potenciados.

Estamos actualizando nuestro compromiso con la región y el país a través de la formación de los futuros profesionales.