Expansión portuaria: ¿ahora sí que sí?
El alcalde Sharp cree que ésta es la última gran oportunidad de resucitar la ciudad. ¿Cómo conversa eso con el exagerado conservacionismo?
El nuevo impulso que parece haber tomado la expansión del puerto a través de la reactivación de su tramitación se ha visto aupada en las últimas horas por las nuevas definiciones del alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp, quien precisamente hoy -en esta misma edición- precisa en una larga entrevista su total disposición a apoyar la iniciativa, con ésta como eje de una imperiosa estrategia de reactivación económica para el que, de ser reelecto, será su tercer y último período a cargo de la administración de la ciudad.
¿Qué cambió en todos estos años, desde el Sharp que resistía la expansión desde atrás de la barricada? (no es ninguna imputación calumniosa, de hecho hasta el exintendente Jorge Martínez Durán fue un connotado detractor de la iniciativa, a la que incluso se dio el lujo de bautizarla como "la muralla china" desde su oficina del Duoc en el edificio Cousiño) Vaya uno a saber. Acaso responda a un crisol de madurez personal con la decadencia de la ciudad y la inquietante certeza de que si Valparaíso no sale de ésta en la presente década, jamás lo hará.
Pero lo cierto es que la expansión portuaria choca también con muchas otras variables, entre ellas intereses privados y supuestamente públicos, como son las reparaciones a los pescadores o a la propia ciudad a partir de los recursos interpuestos por diversos personajes, entre ellos el pintor Gonzalo Ilabaca, alguien a quien la EPV sencillamente nunca pudo convencer ni hacer entender de qué se trataba todo esto. ¿Quién pagará por la incapacidad y los inexcusables errores pasados y actuales de la empresa portuaria? Muy sencillo: la misma billetera fiscal que pagó por la distribución del plan piloto de los balones de gas "a precio justo". ¿Quién más?
Otro ítem a tener en cuenta es el exagerado conservacionismo porteño. Los edificios antiguos son muy lindos, la historia también y el patrimonio más aún. Pero si nadie puede mantenerlos, ¿qué sentido tiene crear corporaciones para su defensa que no han avanzado nada en un año o paralizar obras, con el irreparable perjuicio a miles de personas, por el hallazgo de restos arqueológicos, conchales o lo que sea en los suelos de la ciudad? No es por ser aguafiestas, pero acá -tal como con Bachelet y Piñera- falta una definición de Estado. No es posible que el Presidente Boric no haya dicho una sola palabra del tema en su última Cuenta Pública y que nadie -salvo por un par de senadores locales- haya llamado la atención al respecto.
¿O no será que los intereses de mantener la primacía de San Antonio por sobre Valparaíso son demasiado grandes?