Secciones

  • Portada
  • Actualidad
  • Opinión
  • Actualidad general
  • Deportes
  • Clasificados
  • Servicios
  • Espectáculos

El baile de los que sobran

E-mail Compartir

Lejos de promover una educación de calidad, los dos ministros que han estado a cargo de esta cartera parecieran estar más interesados en temas ideológicos que de atender la urgencia que significa haber vivido una pandemia y las precariedades de un sistema público que se cae a pedazos".

El año 1986 comenzó a sonar fuerte en las radios "El Baile de los que Sobran" del álbum "Pateando Piedras" de Los Prisioneros. La canción se transformaría en un himno de protesta contra la educación pública y los 12 años de estudio, "los doce juegos", que al final, para la mayoría, no servían para nada: "Oías los consejos, los ojos en el profesor; Había tanto sol sobre las cabezas; Y no fue tan verdad, porque esos juegos, al final; Terminaron para otros con laureles y futuros; Y dejaron a mis amigos pateando piedras", decía parte de su letra.

El mismo año del debut de "El baile de los que sobran", nació Gabriel Boric Font en Punta Arenas. Hijo de una familia de clase media, estudió en un colegio privado y fue parte de una élite que estudia Derecho en la Universidad de Chile. Al poco tiempo, el 2011, Boric se hizo conocido junto a Camila Vallejos y Giorgio Jackson por sus críticas al modelo educacional del gobierno de Sebastián Piñera y las movilizaciones que terminaron con la dimisión de dos ministros de Educación.

Una lluviosa tarde de fines de junio del año 2011, el presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, sobre un escenario y frente a una calle atestada de gente, proclamó: "Queremos avanzar hacia una educación pública, gratuita y de calidad que nos permita construir un país más justo donde no sean los empresarios, quienes se llevan el dinero de todos los chilenos y nos podamos entender de una vez por todas en condiciones de igualdad, no más discriminación, no más educación para ricos y para pobres, somos todos iguales, aunque al gobierno no le guste".

Después de 12 años, el dirigente estudiantil, que se hizo diputado y desde el 2022 ha asumido la máxima magistratura, pareciera haber olvidado las razones que lo catapultaron al ámbito público y aquellas palabras en esa fría tarde de invierno.

Lejos de promover una educación de calidad, los dos ministros que han estado a cargo de esta cartera parecieran estar más interesados en temas ideológicos que de atender la urgencia que significa haber vivido una pandemia y las precariedades de un sistema público que se cae a pedazos.

Si uno revisa las declaraciones de este último tiempo, las preocupaciones del presidente van desde la posibilidad de ser sede de los Juegos Olímpicos en 2036, criticar las noticias negativas que publica la prensa, hasta la guerra en Gaza. Respecto de Atacama, solo palabras de buena crianza: "es expresión de una crisis más profunda en materia de educación pública y que tenemos el deber de revertir, y ojalá que esto sea una cruzada nacional", pero sin explicar cómo.

Lo que ocurre con los 30 mil estudiantes que no tienen clases desde el mes de septiembre no solo es una crisis educacional sin precedentes, sino además una crisis de empatía. Pareciera que ninguno de nosotros se ha puesto en el caso de que sean nuestros hijos quienes, por una huelga de profesores, puedan perder el año.

Gabriel Boric, más que ningún otro, estaba llamado a ser el presidente que iba a cambiar la educación pública en la historia de Chile. Sus prioridades, sin embargo, parecieran estar en otros lados.

Después de casi 40 años y quizás por 20 años más, la canción de Los Prisioneros, de forma triste y lamentable, sigue siendo un himno válido para los estudiantes del norte: "Únete al baile; De los que sobran; Nadie nos va a echar de más; Nadie nos quiso ayudar de verdad". 2

"

Sin arco

E-mail Compartir

El poder político, económico y de cualquier índole no puede pretender vivir en democracia económica, pero en un autoritarismo mediático. Y Boric debe darse cuenta que, desde que se instaló en La Moneda, se convirtió en quien encarna el corazón de la misma élite que critica".

Revuelo causaron los errores de la Federación de Fútbol de Chile, que derivaron en que las dos arqueras de la selección femenina, Christiane Endler y Antonia Canales, tuvieran que regresar a sus clubes antes de la final de los Panamericanos, dejando al equipo con la portería vacía.

Aquello hace pensar en otros ámbitos, donde el arco queda continuamente desprotegido, no solo frente al adversario, sino a merced de los propios autogoles políticos.

Partiendo por los francotiradores, que abundan en todas las coaliciones y que prefieren salir en cámara que preocuparse del conglomerado. Aquello ha incidido, por una parte, en la caída de la confianza en las instituciones, que se ha esparcido de manera epidémica hacia los partidos, los tribunales, el Congreso, las empresas, la iglesia, los medios de comunicación, etc. Pero, además, se ha convertido en el centro de campañas populistas y caudillistas, en las que los candidatos pretenden evitar ser "confundidos" con políticos tradicionales y tratan de instalar que vienen caídos de Marte y sin pecado concebido.

Lo más complejo es que este escenario ha sido alimentado también por los propios presidentes, sobre todo a partir de los autogoles.En el caso de Gabriel Boric, uno de esos momentos aparece en su relación con la prensa, su ninguneo e intento de pautearla constantemente, además de la violencia con que encara a los periodistas. Tratándose de un mandatario progresista, debiera tener claro el rol de los medios y la libertad de prensa. Pero él prefiere seguir el ejemplo de Donald Trump o Jair Bolsonaro.

Una de esas "salidas de libreto" se produjo durante el encuentro de la Sofofa, donde se lanzó contra El Mercurio, La Segunda y La Tercera, criticando que solo se publican noticias negativas: "Es como si viviéramos en un país infernal. Y no estamos en eso", dijo. Y para ser alguien de un nivel intelectual elevado, cuesta creer que no entienda la naturaleza con que funcionan los medios y cómo esos ataques a los periodistas pueden entenderse como censura indirecta.

Ascanio Cavallo lo explicó así: "Hay dos cosas, una común a todos los gobiernos, que suelen desear una prensa funcionaria y parametrada, y que deben controlarse cuando recuerdan que se trata de una democracia y un estado de derecho. La otra es del Frente Amplio, una posición que viene desde sus academias y no termina de encontrarse con el aire frío de la realidad. Dejemos en una vereda aparte al PC, cuyas políticas sobre la prensa no han cambiado nada desde Lenin".

¿Es labor de los medios hacer propaganda de lo que quiere el gobierno o cualquier otra autoridad? Rotundamente, no. El rol social del periodismo obliga a sus profesionales a fiscalizar al poder. Cada uno puede hacerlo libremente desde su propia línea editorial, mientras no se tergiverse la realidad. El poder político, económico y de cualquier otra índole no puede pretender vivir en democracia económica, pero en un autoritarismo mediático. Y Boric debe darse cuenta que ya dejó de ser el estudiante que se peleaba con carabineros en las calles y que, desde que se instaló en La Moneda, se convirtió en quien encarna el corazón de la misma élite que critica.

Parte de ser un adulto responsable y dirigir un país es ser capaz de entender el lugar que ocupa cada uno en el panorama. Él debe gobernar. La prensa debe fiscalizar. ¿Se cometen errores? Por cierto, pero para eso están los tribunales de justicia donde se puede pedir sanciones si así corresponde. Pero dedicarse a ningunear, ridiculizar y censurar a los periodistas, fotógrafos o camarógrafos, confundiendo además constantemente el trabajo de los reporteros con lo que se habla en redes sociales, es sencillamente simplista.

Una democracia sana requiere un sistema de medios que funcione independiente del poder -sea cual sea- y que pueda fiscalizar precisamente a quienes lo detentan. Vivir metiéndose autogoles solo por darse el gusto de reírse de un reportero, es solo una muestra más de un arco que está desprotegido desde hace mucho tiempo. 2

"