Secciones

  • Portada
  • Actualidad
  • Opinión
  • Actualidad general
  • Deportes
  • Clasificados
  • Servicios
  • Espectáculos

"Es un reconocimiento a la perseverancia, a la constancia"

En siete años han entregado más de 400 prótesis, aunque no ha sido fácil, ya que han sabido de varios tropiezos.
E-mail Compartir

Hace siete años Daniela Retamales, su hermano y un amigo de la universidad andaban en la búsqueda de una iniciativa innovadora que les permitiera contribuir a la inclusión en Chile. Viendo la televisión conocieron la historia de una niña en Inglaterra que recibió una prótesis impresa, y que mostraba su alegría de poder agarrar sus juguetes. Ese fue el germen Fundación Prótesis 3D.

Aunque todo fue "desde las ganas de querer hacer algo, desde la garra de poder apostar, porque la verdad que ninguno tenía experiencia previa en prótesis, en impresión 3D o en ninguna cosa", relata Daniela, ingeniera civil industrial, fundadora y directora ejecutiva de la organización viñamarina que fue recientemente premiada por la Fundación Camiseteados.

"Es un reconocimiento a la perseverancia, a la constancia, a no bajar los brazos y al querer seguir generando impacto. Ése es claramente lo que significa para mí este premio", asegura.

Ensayo y error

Compraron la impresora en República Checa, y venía en piezas para armar. "Jamás habíamos visto una. Ahora uno dice impresión 3D, y mucha gente tiene una impresora en la casa, está lleno de tutoriales, pero hace siete años no había tanto. Ahí partimos aprendiendo".

El apoyo primero fue de la organización E-Nable the Future, que busca ayudar "a personas a que aprendan a hacer prótesis, para que esas personas puedan entregarlas. Así que de ahí sacamos los modelos base. Fue un camino de prueba y error, y, por supuesto, nos costó todo", revela la directora ejecutiva.

Y detalla: "Nosotros, como buenos ingenieros, pensábamos que la funcionalidad de las prótesis era lo más importante, y la primera vez que tuvimos la posibilidad de conversar con una persona que había sufrido un accidente, que iba a recibir nuestra primera prótesis, nos dijo 'es que yo ahora no sé cómo visitar a mi hija'. Ahí nos dimos cuenta que efectivamente si bien la funcionalidad era importante, al final del día en un tema psicosocial muy relevante".

"Muchas de las personas con las que hemos compartido nos dicen que el gran problema no es que ellas se sientan personas discapacitadas, sino que los otros las hacen sentir discapacitadas por como las miran, por como las consideran. Y ésa es una gracia de las prótesis nuestras que son de colores, tienen un aspecto como más robótico. O sea, son mucho más amigables, y la interacción con las otras personas pasa a ser mucho más positiva", sostiene Daniela Retamales.

El factor Martina

Per se hacer una prótesis no es tarea fácil, porque depende mucho del cuerpo y de las necesidades de cada persona. "Cuando partimos teníamos dos modelos de prótesis, uno que era para parcial de manos y mano completa, pero al inicio del antebrazo", dice la directora ejecutiva.

El cambio se produjo con la llegada Martina Villarreal, cuando la Fundación se empinaba en su segundo año de vida. "En ese minuto debe haber tenido como unos cuatro añitos. Yo le dije a la mamá 'las prótesis que nosotros tenemos no les sirven a tu hija, no funcionan'", cuenta la directora ejecutiva. Esto, principalmente, porque el muñón de la pequeña era muy corto.

La repuesta de la mamá fue contundente: "Si ustedes quieren desarrollar algo que pueda ocupar Martina y que puedan ocupar muchos niños más, yo estoy dispuesta que ustedes puedan usar mi hija como modelo", relata.

"Le hicimos la primera prótesis. Sabíamos que le iba a quedar mal, pero no sabíamos por qué ni cómo. Le hicimos la primera prueba, y le quedó pésimo", rememora; acotando que Martina es "la niña con más prótesis que ha tenido la Fundación. Si digo que 20 prótesis, me quedo corta. Pasa que por un lado, era distinta; y por otro, es súper activa. Ahora está haciendo natación, pero antes hizo tela, ha hecho surf, ha hecho de todo. Entonces, cada vez que le entregábamos una prótesis, la rompía".

Pero gracias a todo ello, pudieron crear un modelo que hoy por hoy puede ser usado por otras personas -y que lleva por nombre la abreviación de Martina, Marti-, y además una investigación que le permitió tener una prótesis más resistente y con material más duradero.

"Ella, efectivamente, nos inspiró para que pudiéramos hacer un modelo nuevo que ha ayudado más o menos a un 30% de personas, y que no hubiéramos podido ayudar sin ella", asegura Daniela.

Desistir o seguir

En sus siete años, la Fundación ha entregado más de 400 prótesis con materiales 100% reciclados, más de 300 horas de rehabilitación, y además ha capacitado a 20 jóvenes privados de libertad sobre cómo trabajar en el área.

Pero Daniela Retamales reconoce que ha habido momentos de flaqueza en que han pensado en desistir. "Hemos tenido chorrocientas razones para cerrar la Fundación. Pero al final son personas como Marti y su familia, o Dominga, José, que al final nos dan tanto cariño que nos impulsan a que nosotros queramos seguir, y no solamente porque sabemos que la prótesis se tiene que cambiar cada dos años, porque no querríamos que las personas que ya les hemos entregado se queden sin esa posibilidad", asegura.

En esta historia el momento más complejo llegó de la mano de la pandemia. Previo a ella, el amigo con el que comenzaron la Fundación decidió salirse, y tanto ella como su hermano decidieron no seguir. Cuando el covid-19 comenzó a golpear con fuerza en Europa, y hablaban de lo que estaban haciendo los emprendimientos, cambiaron de idea.

"Con mi hermano nos miramos, dijimos tenemos las impresoras, hay una pandemia, nuestro papá trabaja en un hospital. O sea, ¿cómo no hacer nada? Así que ahí partimos de nuevo: agarramos las impresoras, levantamos capital gracias a otras organizaciones, y cubrimos todos los hospitales de la Quinta Región con protectores faciales", cuenta.

El financiamiento

Otro de los aspectos que ha complicado el funcionamiento de la organización tiene que ver con la búsqueda de recursos, considerando que las prótesis se entregan con un aporte voluntario, que "es una cuota mínima, por decirlo así", comenta.

¿El resto? "Nos financiamos con aportes de empresas, por lo general, son pequeñas, mayormente de jóvenes que hicieron empresas de tecnología. De hecho, hoy día nuestro principal donador es ELUN. Ellos son unos jóvenes de Viña del Mar que tienen una empresa de experiencias tecnológicas, desarrollo de soluciones y ellos nos aportan todos los meses un monto pequeño, pero constante, que hace que nosotros podamos cubrir ciertos costos básicos", responde.

Y acota: "Hoy día necesitamos que más empresas, ideal de la región o de otras, pero que se quieran poner. Uno a veces habla de donaciones de empresas, y piensan que uno les va a pedir un millón, dos millones y normalmente tenemos empresas que nos donan 100 lucas, 400 lucas al mes. Al final eso nos permite poder programarnos", explica. A su vez, las personas naturales pueden hacerse socios a través de la página web Fp3d.cl.

Es en este aspecto donde radica el principal desafío de la Fundación, a decir de Daniela Retamales: "En algún minuto nosotros tuvimos muchos sueños, de hacer muchísimos otros tipos de prótesis. Pero, efectivamente, necesitamos primero generar un modelo de ingreso y desde ahí, de nuevo, invitar a todas las empresas o personas que quieran sumarse; y, desde la otra vereda es cómo generamos un modelo que sea complementarios a las donaciones".

"Es un poco el tocar las puertas -lo que hemos hecho, pero que efectivamente poder concretarlo- a las instituciones que compran prótesis", finaliza Daniela Retamales. 2

Flor Arbulú Aguilera

flor.arbulu@mercuriovalpo.cl