Feminismo, 8-M y verdades a medias
Esta nueva celebración debiese obligarnos a reflexionar sobre dónde queremos enfocar el respeto y la salvaguardia de derechos. También hay mujeres que no han estado a la altura, como la DPR y su subrogante para el megaincendio o la anterior alcaldesa de San Antonio, cuyo negro legado sólo es comparable al de Jorge Sharp en Valparaíso.
Ayer, 8 de marzo, se celebró un nuevo Día Internacional de la Mujer y Chile, como siempre, se debate entre la eterna y sobreactuada culpa por no garantizar mayores espacios para ellas, y su objetiva historia de una sociedad eminentemente machista desde los inicios de la República. Nuestro país, sin embargo, ha optado por salvaguardar sólo los intereses y los derechos de las mujeres vinculadas a la izquierda o al progresismo, a expensas de las de otros sectores, cuyos mejores ejemplos son carabineras, militantes de partidos de oposición, las damnificadas del megaincendio o la subordinada sureña de Manuel Monsalve, en cuyos casos nunca existió la sororidad, el "amiga, yo te creo", "el violador eres tú" o cualquier derivado de ese mal entendido feminismo que parece llegar sólo hasta la aduana del Frente Amplio.
Las mujeres en política han tenido bastantes espacios en los últimos años, ganados a costa de esfuerzo y talento, como bien puede probarse en el hecho de que dos de las principales candidatas a la Presidencia lo sean, igual que las que están a cargo de las tres comunas más habitadas de nuestra Región, que el Consejo Regional mantenga un estimulante equilibrio o que las nuevas generaciones no tengan miedo ni respeto por el patriarcado.
Pero también hay mujeres que no han estado a la altura, como la exdelegada presidencial regional y su subrogante para el megaincendio, o la anterior alcaldesa de San Antonio, cuyo negro legado sólo es comparable al desastre que dejó Jorge Sharp en Valparaíso.
Dicho eso, no es aceptable que Carolina Tohá haya sido agredida en el barrio Lastarria, tal como no puede tolerarse que en La Moneda hayan ocultado a un eventual violador escondido en su cargo de máxima autoridad sobre las policías, o que sólo se protejan los derechos de un solo sector político.
Si la diputada Karol Cariola debe ser investigada, que lo sea, tal como lo ha sido la exalcaldesa Cathy Barriga, la ministra Maya Fernández o cualquiera que se haya metido en supuestos líos. Defenderlas alegando un "momento de máxima vulnerabilidad" es faltarles el respeto a ellas y a las propias mujeres que les consiguieron tal espacio. No necesitan de proyectos de equidad ni de fallos con perspectiva de género.