Su emotivo paso por el centro de la capital
HUMILDAD. El contacto directo con los fieles marcó la ruta del Papa.
Fiel a su impronta, el Sumo Pontífice no tuvo problemas en hacer correr a los efectivos de la Avanzada del Vaticano cada vez que se acercó a quienes lo esperaban, saludando de mano a las mujeres en la cárcel, junto con tomar y besar a sus hijos, muchos de ellos nacidos dentro del mismo centro penitenciario. Por esto, el religioso centró su prédica en el futuro.
La capellán de la cárcel, Nelly León, se dirigió al Pontífice: "Querido Papa Francisco, en este gimnasio somos un poco más de 400 mujeres; pero hoy estas mujeres representan aquí, junto a usted, los casi 50 mil hombres y mujeres pobres y vulnerables, privados de libertad en Chile. Digo pobre, santo padre, porque lamentablemente en Chile se encarcela la pobreza".
"Santo Padre, nos viene a confirmar el camino que hacemos desde la cárcel a la libertad", continuó.
El Papa le dijo a las internas del penal de San Joaquín que "estar privadas de libertad no es sinónimo de pérdida de sueños y de esperanza.
Minutos más tarde, Francisco se acercó a los feligreses apostados en el centro histórico de la ciudad, hasta llegar a la Catedral de Santiago, donde pidió a los religiosos -en un lenguaje muy actual, orientado a las nuevas vocaciones-, ser auténticos en el trabajo pastoral, pidiéndoles "tener conciencia de pueblo".