Apuntes de AAPA y el eterno mohín porteño
La relevancia de la 107° convención anual de la Asociación Americana de Autoridades Portuarias (AAPA) llevada a cabo en Valparaíso durante la primera mitad de esta semana debiera llevar a masticar más de alguna conclusión sobre cómo se están haciendo las cosas en la ciudad, el Puerto y, cómo no, en la Región.
En términos estéticos, protocolares o como quiera llamársele, AAPA aprobó con nota máxima en todas sus variables, dando por entendido lo complejo que es la organización de un evento de esta naturaleza en medio de un cambio radical en su directorio y administración, como ocurrió con la salida de Raúl Urzúa y la llegada a la presidencia del exintendente Raúl Celis.
En términos políticos, no pudo toparse Celis con una mejor coincidencia para la inauguración de AAPA que con el Terminal 2 de Valparaíso recientemente aprobado por la Comisión de Evaluación Ambiental y su próxima y definitiva construcción, hecho reconocido, valorado y puesto en valor por la gran mayoría de los actores portuarios -sobre todo, norteamericanos- que llegaron al evento, acallando una pequeña protesta callejera encabezada por el concejal Daniel Morales y una inesperada carta enviada por cada vez más pequeñas bandas opositoras al grupo de inversiones australiano que adquirió OHL y, por consiguiente, TCVAL y la operación del T2.
De la ausencia del alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp, en la principal cita continental de puertos, esta editorial no tiene mucho que opinar, salvo que su rol como máxima autoridad comunal y lo mostrado durante el feliz inicio de su administración no se condicen en lo absoluto con la actitud que ha tomado en los últimos meses. Nada nuevo bajo el sol.
En términos regionales, la convención de la AAPA es la señal final de que las cruzadas contra el T2 y el desarrollo portuario ya son extemporáneas, y que el Megapuerto de San Antonio debe tener un complemento. La mancomunión de fuerzas debe expresarse ahora en la recuperación de los cruceros para Valparaíso y Viña del Mar, tópico en el cual tanto Sharp como Virginia Reginato y el propio Celis son indispensables.
En términos de futuro, el asunto no se ve precisamente prístino. Mucho se habló, en este mismo diario y en tantas partes, de la gran oportunidad que representaba instalar en esta Región algunas de las principales citas del Foro de Desarrollo Económico APEC 2019. Hoy, a casi un año de esa "postulación", poco se ha hecho: el juicio con Bolivia en la CIJ de La Haya se comió la agenda de Cancillería; de la Direcon, poco y nada se supo; ¿existe ProChile?; el Gobierno Regional tiene demasiados demonios encima como para encargarse de eso; y, salvo la alcaldesa Reginato, Pier-Paolo Zaccarelli y el contraalmirante Ignacio Mardones, nadie ha movido un solo dedo por aprovechar la oportunidad, salvo con la rimbombante declaración de que "la AAPA se enmarca dentro de las actividades APEC".
No sería raro, entonces, que debamos acostumbrarnos al mohín de todos aquellos que, por no ceder un solo milímetro, quieren convencernos de que nada podía hacerse.