Debate laboral: ¿Y el descanso de los trabajadores?
"Si se atiende a la campaña mediática expuesta por el Gobierno, el peso del progreso no recaería en una obligación correlativa para el sector empresario y sus trabajadores" Marcelo Goldsmith Socio Fundador y Abogado Director de Goldsmith & CIA.
La encrucijada entre la productividad y la flexibilidad laboral en consideración a las más variables necesidades de la fuerza laboral evitando que por medio de la demagogia se presionen a los grupos empresariales, se han pretendido continuos comentarios, planteamientos, discusiones y cambios en el proyecto de reducción de la jornada laboral.
Nuevamente al respecto, el Presidente Piñera sostuvo en su última intervención pública que: "Si queremos decirles que no vamos a sacrificar a través de reformas irresponsables, aunque sean populares, ni la capacidad de crear empleos que nuestra economía lo requiere, ni tampoco vamos a condenar a bajas de salario por hacer proyectos irresponsables y que muchas veces son inconstitucionales" "Queremos avanzar en un desarrollo integral, porque el objetivo último del desarrollo es mejorar la calidad de vida de las personas".
Ciertamente, podría colegirse que, el propósito central es el avance de condiciones de trabajo modernas y satisfactorias que permitan un crecimiento sostenido del país. No obstante, si se atiende a la campaña mediática expuesta por el Gobierno, el peso del progreso no recaería en una obligación correlativa para el sector empresario y sus trabajadores, sino las consecuencias del presentismo laboral como correlato de la mejor o detrimento en la tantas veces mencionada productividad. Pretender una igualdad de condiciones entre partes que, por su naturaleza, son notablemente asimétricas no es viable. Como ya se ha dicho en otras oportunidades, no es justo ni racional asumir que discutimos un proceso de transformación que, en su estado actual, cumpliría con nuestras expectativas.
En efecto, en tópicos como la polifuncionalidad, teletrabajo, flexibilidad salarial equitativo, falta de representación sindical o posibilidades efectivas de negociación individual, trabajadores que integran altas gerencias y las jornadas especiales de trabajo son, entre otros asuntos, las grandes deficiencias que se visibilizan en el marco modificatorio que hablamos.
La colisión que consagra una contraparte empresarial tan atomizada no sólo arriesga un evidente fracaso en su fiscalización, sino que también sugiere costos elevados para su implementación, pues, el dilema no se subsume sobre una progresividad tan dilatada como la que propone el ejecutivo al respecto, presumiblemente, para ganar reducir innecesariamente costos al sector privado. Dicha progresividad tendría como meta el año 2027, diferencia sustancial con el proyecto presentado por la diputada Camila Vallejos y otros, cuya reducción sería lo más inmediata posible.
Al parecer, el factor gravitante de este asunto ha dejado de ser el descanso de los trabajadores y la adecuación de una regulación eficiente que permita liberarse de estructuras rígidas de trabajo, sino que, pareciere, una batalla irrisoria por morigerar cambios que tarde o temprano acaecerán en forma generalizada.