"No se trata solamente de recaudar más, sino que de gastar bien". Afirmación de Roberto Paiva, docente de la Escuela de Ingeniería y Negocios de la Universidad de Viña del Mar, en entrevista con este Diario. Aseveración pertinente justamente cuando en medio de la crisis social se debate una reforma tributaria.
Y eso, por un lado, toca la regla fiscal que norma los gastos del Estado con el objeto de mantener un equilibrio con los ingresos y, por otro, el costo de solventar las demandas sociales que han generado la crisis. Y como agregado necesariamente hay que atender el daño del vandalismo que estremece a todo el país, con un saldo de víctimas que agrietan todo el espectro económico.
El mismo académico sostiene que la regla fiscal no es sagrada, por tanto, puede ser manejada. Pero fundamental es manejarla evitando caer en el remolino inflacionario que termina ahogando a la economía y, finalmente, afectando a las personas que se busca beneficiar.
Ana María Vallina, académica de la Pontificia U. Católica de Valparaíso, recomienda reasignar gastos y estudiar el presupuesto y apunta a las rentas de asesores y a los gastos del Congreso. El doctor en economía Alejandro Corvalán alerta sobre la importancia de la regla fiscal y postula un "aumento de los ingresos permanentes para financiar un gasto en pensiones, educación o transporte… eso implica modificar de manera importante y sustentable en el tiempo nuestra estructura tributaria".
Ante la necesaria y costosa reconstrucción, cautelando el gasto, el economista Alejandro Maureira sostiene que no se requiere cambiar la regla fiscal, "sino solicitar recursos destinados a catástrofes". Cierto, estamos viviendo una catástrofe.
Antonio Mella, experto del CFT de la U. Santo Tomás, recuerda que "se esperan respuestas concretas que realmente sintonicen con la ciudadanía", materia en la que es indispensable una mirada política para no volver a caer en la trampa del "panel de expertos".
Y la mirada política no sólo corresponde al flamante equipo económico, sino que también al empresariado, siguiendo la recomendación de su líder, Alfonso Swett, quien llama a "meternos las manos al bolsillo y que duela", replicando aquello que hace más de 70 años predicaba el Padre Hurtado.
Feliz expresión que debe reflejarse en hechos que contribuyan a resolver las demandas sociales, que tienen costos, requieren mayores ingresos, pero que a la vez exigen un gasto eficiente que realmente llegue a la gente en un clima de austeridad.
En ese sentido, es penosa, pero realista, la decisión de cancelar la realización en Chile de los encuentros APEC y COP25, pues los esfuerzos del momento, como bien lo dijo el Presidente de la República, deben centrarse en poner en primera fila los intereses de todos los chilenos, derechamente, en las personas.