Tomás Moggia S.

Con la medalla de plata de los Juegos Panamericanos colgando sobre su pecho, Marco Oneto anunció a mediados de año su adiós de la selección chilena. "Para mí fue el retiro, Lima fue lo último", comentó en estas mismas páginas. El 2018 había concluido su carrera deportiva a nivel de clubes, pero en Perú fue el broche final con la Roja.

Sin embargo, el pivote echó pie atrás. Cuando se enteró que el Panamericano específico iba a realizarse en enero del 2020 en Chile, no lo podía creer. Era la oportunidad que tanto había anhelado: jugar frente a sus hijos.

"Mi hijo mayor tiene dos años y medio, y nunca me vio jugar en verdad. Siempre tuve envidia de mis compañeros cuando subían a la ceremonia con sus hijos a recoger las medallas. Me daba rabia no poder vivir eso con los míos", reconoce. "Como son unos meses más, pensé en apretar los dientes y aguantar. Continué entrenando, y poco a poco lo fui viendo más posible", agrega.

Pero el estallido social cambió un poco el escenario. El Panamericano fue trasladado a Brasil, y el entrenador español Mateo Garralda se puso en contacto con Oneto, quien le ratificó su compromiso.

"Es una forma de continuar con la beca Proddar porque en la empresa (Maoz29) estamos teniendo muchísimos problemas, las ventas han bajado y las cancelaciones de los eventos deportivos nos están afectando demasiado. La beca es un pago muy pequeño, pero me puede servir en algún momento de crisis como para poder tener algo de liquidez", confiesa el pivote sobre una beca que asciende a unos $460.000 por la medalla de plata, aunque todavía le pagan los $370.000 del bronce panamericano anterior.

Pero más allá de las razones que tenga Oneto, la idea del DT de la Roja es que el pivote acompañe el recambio generacional que se llevará a cabo en la selección.

Según explica el deportista hoy radicado en Concón, en España se hizo algo similar hace algunos años, cuando el técnico Valero Rivera López convocó a David Barrufet, golero que ya se había retirado del combinado español. Al tercer torneo llegaron los resultados para los ibéricos con el campeonato mundial.

"Hay un cambio generacional que se tiene que hacer y Mateo me quiere llevar para acompañar al equipo, que el cambio sea más gradual y con la influencia que todavía parece que tengo dentro del grupo. Si él ve que solamente tengo que aportar dentro del vestuario, lo voy a hacer", admite el campeón de la Champions League del 2011/12 con los azulgrana. "Los egos son estúpidos y limitantes", dice, tajante, dispuesto a ir a Brasil a no jugar un solo minuto.

A priori, ni el propio quilpueíno sabe si llegará a jugar el Preolímpico en abril. "Ahora voy a ir paso a paso, y voy a depender cien por ciento de lo que Mateo proponga", asegura, aunque, entre broma y broma, señala que "siempre quise viajar a Egipto", pensando en el Mundial del 2021 al que Chile podría sacar pasajes en el Panamericano que se llevará a cabo en tierras brasileñas.

De vuelta a la cancha

Después de Lima 2019, Marco Oneto se tomó un descanso. Fue a Alemania a buscar a su familia para asentarse en Concón, luego retomó los entrenamientos individuales y ahora lleva cerca de dos meses con sesiones grupales con la selección en Santiago.

"Cuesta prender la máquina, pero me siento mejor que en los Panamericanos. El tema anímico es pesado, aunque tengo las ganas de aportar en este último torneo o en estas últimas opciones que voy a tener", afirma, pese a la exigencia de entrenar con las selecciones juvenil y junior.

"Es complicado también porque estoy entrenando con puros niños de 18 y 19 años, podrían ser mis hijos fácilmente. Pero me gusta eso, los chicos son aplicados, escuchan, se ve que es un grupo que está funcionando, me gusta poder estar un poco impregnado de ellos también", asegura Oneto.

En el Promesas Chile

Otra de las labores que el quilpueíno ha estado haciendo en Chile tiene relación con su rol en el programa Promesas Chile, donde empezó a trabajar con un grupo de más 30 jóvenes.

"Poder trabajar con los chicos me encanta, pero hemos estado muy trastabillados. Hemos podido entrenar muy poco, hemos tenido muchas limitaciones por todo lo que está pasando, y también la gestión ha sido complicada. El programa no lo hemos podido desarrollar como quisiéramos", lamenta Oneto, quien todavía no define el grupo final de unos 18 seleccionados de entre 15 y 16 años.

De todas formas, para el próximo año espera desarrollar el proyecto como corresponde, donde los profesores del programa Crecer en Movimiento puedan ir captando talentos en colegios y clubes bajo un lineamiento que venga de la selección, que sirva para alimentar el programa Promesas y que luego que éste nutra a la Roja.

Ese es hoy por hoy uno de los grandes desafíos de Marco Oneto, tanto dentro como fuera de la cancha: que Chile dé un gran salto hacia el futuro.

"Hay un cambio generacional que se tiene que hacer y Mateo (Garralda) me quiere llevar para acompañar al equipo".

Marco Oneto, Pivote de Chile