Agresión a la alcaldesa de Viña
El mal rato de Virginia Reginato en el TER debió ser evitado por las autoridades. Con todo, el insulto y la violencia jamás serán solución.
El artero ataque sufrido por la alcaldesa de Viña del Mar, Virginia Reginato, en las puertas del Tribunal Electoral Regional de la calle Prat de Valparaíso, no sólo es prueba de una cobardía absoluta de los manifestantes, sino también la más certera prueba de que en la Región de Valparaíso, y sobre todo en la Ciudad Puerto, no existen las más mínimas medidas de seguridad para autoridades, comerciantes y ciudadanos de a pie.
La jefa comunal, quien concurrió a prestar declaraciones en el contexto de la acusación por notable abandono de deberes y eventuales faltas a la probidad interpuesta por un grupo de concejales de su comuna (Laura Giannici, DC; Víctor Andaur, PC; Sandro Puebla, Ind. PS; y Marcela Varas, PPD; se vio expuesta a gruesos insultos, violentos intentos de agresión, escupos, monedas y huevos, ante lo que fue defendida por un par de guardias armados con paraguas para evitar que estos cumplieran con su triste objetivo.
"Encuentro lamentable lo que pasó, pues de verdad yo creo que no era la forma de manifestarse y lamento que esto esté pasando, pues podemos tener muchas diferencias, pero eso no da para organizar esta manifestación. Esto estaba todo orquestado", dijo Reginato al día siguiente.
Lamentablemente, los incidentes dejaron en un segundo plano las respuestas de la alcaldesa ante la acusación, condenando de antemano sus actos u omisiones, algo que -les guste o no a los manifestantes y detractores- deberá ser decidido por instancias superiores.
Dificulta entender, asimismo, por qué la propia Municipalidad de Viña del Mar y la Gobernación Provincial no tomaron medidas para prevenir tal ataque. ¿Por qué la alcaldesa no fue acompañada tampoco por ninguno de sus colaboradores, los mismos que se pelean por salir con ella en las inauguraciones de obras o el Festival de Viña?
La democracia, algo que algunos parece no gustarles, aun cuando hagan gárgaras con ella, conlleva también la obligación y el deber de no tolerar situaciones como ésta, de la misma manera que tampoco son aceptables los insultos y empujones recibidos por el alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp, en el marco del frustrado Acuerdo por la Paz, al cual se le citó en la Intendencia durante esta misma semana.
Finalmente, la justicia no se trata -nunca se ha tratado y jamás debiera tratarse- de quién grita más fuerte o cuánto se amedrenta al otro para conseguir -en sus afiebradas cabezas- tener la razón.
La justicia, la democracia y el sentido común están precisamente en las urnas durante las elecciones populares o en los tribunales, de mediar diferencia alguna.
Todo lo demás siempre será liso y llano fascismo.