Igualdad de Oportunidades
La igualdad de oportunidades es un mandato constitucional. Los sistemas políticos son más justos cuando las personas tienen iguales posibilidades de acceder al bienestar y gozan del mismo derecho de elegir y ser elegidos democráticamente. Es un principio fundamental del sueño chileno de mayor equidad y justicia social.
La reclamación que exponen las mujeres, de alcanzar en las futuras elecciones populares una igualdad de oportunidades, digna y democrática, se puede resolver dictando una ley que exija a las fuerzas políticas llevar en sus listados electorales la misma cantidad de mujeres y hombres. Si se eligen: 1 cargo cada partido puede llevar hasta 2 candidatos; 2 cargos hasta 4 candidatos; 3 cargos hasta 6 candidatos; 4 cargos hasta 8 candidatos.
Los electores, mujeres y hombres, mediante el método histórico 1 persona 1 voto, serán los que decidan quienes resultarán elegidos, según sea la mayoría de votos que cada persona sume. Pueden resultar elegidos sólo mujeres o sólo hombres o alguna combinación de personas que los votantes elijan libremente. Simple y efectivo. No requiere cambiar la Constitución.
Jaime Salazar Rojas. Magister en Ciencias, Economía.
Pregunta ridícula sin respuesta
Jorge Navarrete se pregunta sobre quién previó el estallido social que afectó y afecta al país según entrevista publicada en la edición de este martes 28 de El Mercurio de Valparaíso.
Parece increíble, a primera vista, la pregunta, ya que, como es obvio, quienes previeron dicho estallido fueron quienes lo organizaron y finalmente lo ejecutaron. Aún existiendo las comunicaciones digitales no es fácil organizar lo que nos afectó. Entonces quién o quiénes organizaron el "estallido social"? Nadie se pronuncia sobre la respuesta . Cuál es la suya Sr. Navarrete?
Renzo Follegati
Orden público y DD.HH.
En la entrevista publicada ayer, el abogado y columnista Jorge Navarrete dice: "En Chile hay muchas personas, demasiadas tal vez, que creen que el orden público es incompatible con la protección de los Derechos Fundamentales".
Al respecto cabría comentar que la obligación estatal de conservar el orden público y de proteger los derechos humanos tiene por consecuencia que el Estado debe usar la violencia legítima -de la cual tiene el monopolio- contra las personas que ejercen la violencia ilegítima.
Si bien el Estado tiene la prohibición de abusar de la fuerza, tiene la obligación de usarla para garantizar el Estado de Derecho, reprimir actos vandálicos, resguardar los derechos humanos de los ciudadanos y promover el bien común.
El grado de fuerza que se utilice debe ser apreciado prudencialmente por la autoridad, siguiendo principios como los de racionalidad y proporcionalidad.
La desproporción en el uso de la fuerza no solo puede predicarse respecto de la que es excesiva para cumplir con un determinado fin, sino que también respecto de la que es insuficiente para lograrlo.
Si bien el uso de armas letales sería desproporcionado para reprimir a personas que están rayando un muro o insultando a policías, no lo es para proteger la vida; cuarteles militares o policiales que son atacados con armas de fuego o artefactos incendiarios; hospitales; iglesias o edificios patrimoniales; supermercados o instalaciones de la infraestructura crítica cuya destrucción dejaría desabastecida de alimentos, agua, electricidad, combustibles o transporte a toda una ciudad.
Adolfo Paúl Latorre Abogado
Chile ¿despertó?
No deja de sorprender la elocuencia con la que diferentes grupos violentistas romantizan sus acciones. A la vez que profesan igualdad, fraternidad, empatía e inclusión. El pueblo tendiendo la mano al mismo pueblo para salir adelante juntos. Vaya burbuja.
Vivimos en tiempos de relatividad moral profunda. Donde llevar un cartel que aboga por los derechos de los adultos mayores va de la mano con destruir sus barrios. Donde romper las veredas donde se desplazan ciegos y discapacitados significa mayor inclusión. Un país donde sabotear la prueba para la que muchos se prepararon duramente, pasando sobre su voluntad, es la máxima expresión de consciencia social y solidaridad.
Es difícil creer que varios de los problemas que existían antes de la crisis se han solucionado. Por el contrario, parecen aumentar a la vez que surgen otros nuevos. En este contexto vale la pena preguntarse si Chile despertó o si, por el contrario, está más dormido que nunca.
Bárbara Haas Fundación para el Progreso