Sequía sigue pese a intensas lluvias
Las fuertes precipitaciones de las últimas horas no nos deben hacer olvidar que estamos muy lejos de la meta del ilusorio "año normal". Las estadísticas hablan del agua caída, pero no del agua perdida. Y se seguirá perdiendo mientras no existan obras concretas más allá del tablero de dibujo de los ingenieros.
Tras las intensas lluvias de las últimas horas sería una irresponsabilidad olvidarnos de la sequía. La lluvia en un "año normal" promedio es 400 milímetros, pero en las puertas del mes de julio estamos muy lejos de esa meta.
La crisis hídrica de mantiene y hay que estar alerta con prudencia en el consumo y mirando obras que permitan dar una solución consistente a un problema de años que afecta al consumo humano, agricultura y la producción.
El primer abastecimiento para Valparaíso data de 1881, con una captación en El Salto que entregaba el líquido a la ciudad a través cañerías de acero. Fuente insuficiente, lo que llevó en 1901 a la construcción del gran embalse de Peñuelas, con capacidad de almacenamiento de 95 millones de metros cúbicos. Hoy solo tiene poco más de un millón. A esa fuente en 1912 se suma una aducción desde Concón. Seguía faltando agua y en los años 50 del siglo pasado entra a operar la aducción de Las Vegas. Finalmente, con mayor demanda humana y productiva, en 1972 se incorpora al suministro el embalse Los Aromos, con capacidad de 35 millones de metros cúbicos, hoy muy reducidos pese a las lluvias. Todo eso en cuanto a demanda urbana, pues la demanda rural y agrícola tiene graves problemas en fuentes y también en legislación sobre captación y distribución. El Código de Aguas actual, con raíces en el Código Civil de Andrés Bello de 1855, tiene innumerables parches que no resuelven el problema de la distribución y es fuente de eternos conflictos que escalan al nivel constitucional.
Pero fuera de lo legal, que siendo importante no hace llover, lo que es una realidad es la imprevisión que se advierte en el manejo de las aguas. Los embalses, obras de magnitud y se larga ejecución, se quedan solo proyectos y se olvidan.
Las estadísticas, noticia constante en estos días con meteorólogos convertidos en "rostros" de la televisión, hablan del agua caída, pero no del agua perdida. Y se seguirá perdiendo mientras no existan obras concretas más allá del tablero de dibujo de los ingenieros.
La Región de Valparaíso tiene varios proyectos pendientes enfocados a la agricultura. Se ubican en Catemu, Petorca y la Ligua, obras que se harían antes del año 2028… Largo plazo, mucha espera y las aguas siguen corriendo.
Una vergüenza si consideramos que una de las obras de riego más importantes de la Región, el Canal Waddington, desde Quillota a Limache con una extensión de 60 kilómetros, se construyó en 1845 con recursos primitivos pero con decisión y visión de la importancia del agua.
"Nuestras vidas son los ríos, que van dar en la mar, que es el morir", escribe el poeta Jorge Manrique. Tiene razón, muere en la mar, se derrocha irresponsablemente un recurso valioso que, precisamente, es vida.