¿Es que ya nadie recuerda tu nombre?
Como un triste déjà vu, nos queda la triste sensación de que lo ocurrido esta semana en Villa Alemana ya lo habíamos vivido antes. Rasgaron vestiduras, lloraron frente a las cámaras de televisión y prometieron hacer la mayor reforma al sistema de la historia. Nadie les cree. Ni siquiera tuvieron la decencia de guardar silencio.
La niñita tenía un año y siete meses. Tan sólo un semestre atrás, tras el diagnóstico judicial hecho por quién sabe quién de que su madre era "incapaz" de hacerse cargo de ella, su custodia había sido asumida por una de sus tías y su pareja, un señor de 30 años apellidado Espinoza. A otro tío, también hermano de su madre, y pese a haberla solicitado, se le negó tal responsabilidad por ser homosexual, algo que todos sabían en Rinconada, lo cual hizo aún "más fácil" la decisión.
El 28 de abril de 2018, la pareja de la tía que tenía la custodia, llevó a la menor al Cesfam de Rinconada, reportando graves lesiones que, según el "familiar", correspondían a una lamentable caída desde la cama, más por imprudencia de la lactante que de la pareja, claro está. Si ni siquiera era su hija. Ya mucho hacían por ella. ¿No cree usted?
Pero la presencia de aire en el área abdominal (neuroperitoneo) descartó tal versión al primer vistazo. No era todo. Una fisura en el tracto digestivo evidenciaba una penetración anal. La niña fue llevada al hospital San Camilo, en San Felipe, donde fue operada más de una vez para intentar salvar su vida, lo que no fue posible.
El recién asumido gobierno del Presidente Sebastián Piñera anunció entonces una inmediata revisión del sistema de custodia de menores. Toda la clase política y ciudadana tapizó las redes sociales con el nombre de la menor, exigiendo las penas del infierno para su victimario y una urgente actualización de las políticas de menores que, una vez más, daban cuenta de la torpeza y silenciosa complicidad de nuestra sociedad. Cómo no, también la comunidad se lanzó a las calles exigiendo justicia, los parlamentarios plantearon la restitución de la pena de muerte e incluso se propuso una ley que llevara el nombre de la niña.
Más de un año después, el tío fue condenado a presidio perpetuo calificado por violación con homicidio de la menor y la prensa comenzó a olvidar su nombre y su rostro. A nadie le importó que la Fiscalía había informado un mes y medio antes de su muerte al Juzgado de Familia de Los Andes de las agresiones hacia la pequeña. Es más. A fines de febrero de 2018, dos meses antes de su salvaje asesinato, la menor fue atendida policontusa por una pediatra que hizo la respectiva denuncia a la Fiscalía. Ésta, a su vez, pidió al Juzgado de Familia investigar las lesiones. Simultáneamente, sus tíos volvieron a expresar en una audiencia que no podían seguir cuidando a la niña ni a su hermana mayor, quien fue enviada a un hogar del Sename. La tuición de la más pequeña, sin embargo, se extendió por mientras se definía su futuro, pese a las denuncias.
Hoy, cuando políticos de todos los sectores, el Gobierno, la Justicia, los sentidos opinólogos de redes sociales y los matinales de televisión rasgan vestiduras por el asesinato de la adolescente Ámbar Cornejo en Villa Alemana, ni uno solo de ellos tuvo la decencia de recordar el nombre de ese niñita violada y asesinada a golpes en Rinconada, Región de Valparaíso, a menos de 80 kilómetros del Palacio de La Moneda. A nadie, ni por si acaso, se le vino a la mente la pena, el horror y el espanto de una vida de menos de dos años arrancada de esta tierra gracias a todas las falencias, ineficiencias y burocracias de un sistema incluso peor que el que le dio la libertad condicional a Hugo Bustamante, imputado por el crimen de Ámbar.
¿Y saben ustedes que es lo más triste de toda esta historia?
Que el nombre de esa niñita también era Ámbar. Ámbar Lezcano.