Cartas
Caja dieciochera
Como usted bien sabe, Presidente, el 18 de septiembre es un día sagrado para los chilenos. Lamentablemente, no lo podremos celebrar de acuerdo a nuestras tradiciones: no estará presente la Gran Parada Militar ni tampoco gozaremos de fondas y ramadas. ¿Qué hacer para vencer este estado de ánimo que nos tiene a todos cabizbajos producto del maligno virus?
Usted, Presidente, ideó la caja familiar para paliar en parte los problemas que afectan a las familias en su diario vivir. Fue, como siempre, vilipendiado por sus detractores, pero la población lo agradeció.
Mi propuesta es lanzar una "Canasta del 18", pero con una importante observación: esas cajas deben prepararlas mayoritariamente los miembros de nuestras comunidades. Esta "pandémica canasta del 18" debe constituir una genuina alegría donde nuestro pueblo sea el beneficiado: el Gobierno da el presupuesto y las juntas de vecinos, junto a las municipalidades, compran los insumos en los almacenes de barrio, mientras que las JJ.VV. las distribuyen. Así logramos responsabilidad, vecindad, convivencia y, sobre todo, responsabilidad.
Renzo Follegati Ghio
Patrimonio porteño
Son recurrentes las apariciones del señor Lautaro Triviño Hermosilla en la sección Imagen de la Ciudad de su Diario, exponiendo mayormente contenidos relacionados con la desprotección y abandono del patrimonio de Valparaíso. Se evidencia su alto conocimiento de la historia de la ciudad y su preocupación por dar el debido resguardo a aquellos inmuebles y monumentos que forman parte de la historia de Valparaíso.
Pero, al parecer, vanos han sido todos sus esfuerzos por llegar a quienes deberían ejercer acciones en pos de dar una solución a sus denuncias o alertas, pese a la relevante tribuna que su Diario le ha otorgado en sus páginas y con todo merecimiento. No hay acuso de recibo por parte del Consejo de Monumentos Nacionales y qué decir de la Municipalidad de Valparaíso, cuya preocupación por el patrimonio de la ciudad queda perfectamente reflejado en los rudimentarios y artesanales letreros instalados en plazas, algunos de los cuales presentan groseros errores. El último, el de la plaza "Bismark" (lo correcto es Bismarck), equivocación que también dejó al descubierto el señor Triviño.
¿Fiscalizan los concejales este gasto de recursos en trabajos mal realizados? ¿Les importa el patrimonio de Valparaíso? La respuesta, hasta ahora, es obvia.
Hernán López
Legitimidad
Con respecto a la discusión sobre la legitimidad que tuvo la pasada paralización de los camioneros, me gustaría evidenciar una vez más la desconexión de la clase política respecto a la realidad chilena. Es lógico que quemar un camión no es equivalente a la muerte de una persona. Sin embargo, los políticos insisten en restarle importancia a estos hechos por ser daños materiales.
Cada vez que uno de estos esenciales vehículos sufren atentados incendiarios, las llamas se llevan consigo el sustento de una familia completa, el correcto funcionamiento de una línea de transporte y la reposición de las estanterías e industrias de decenas de comunas. Despojar a alguien de su fuente de ingresos mediante la violencia es, efectivamente, un atentado a su vida. ¿Hasta cuándo van a insistir que lo único que se está destruyendo son camiones?
Martín Altamirano N. Fundación para el Progreso
Preparación
Las carreras del área de la salud requieren de múltiples y distintas metodologías para que los estudiantes vayan adquiriendo de forma gradual los conocimientos, las habilidades actitudinales y las destrezas técnicas.
Las autoridades sanitarias han restringido la concurrencia de los estudiantes a los centros asistenciales, salvo en algunos casos donde se ha permitido el ingreso sólo de internos. Esta medida se comprende, ya que obedece al propósito de disminuir el número de personas circulando en los servicios clínicos y, con ello, evitar aumentar el riesgo de contagio del virus, pero esta situación provoca una merma en la adquisición del aprendizaje profundo y significativo que se logra con la asistencia a los pacientes. Justamente momentos históricos en la salud de la población como este estado de pandemia, forman muy significativamente a un profesional de la salud.
Si bien las escuelas han redoblado sus esfuerzos por mantener la continuidad del proceso formativo y han creado y desarrollado una serie de estrategias educativas para paliar la falta de prácticas clínicas, no podemos aún dimensionar el impacto que puede llegar a tener en el futuro para el propio sistema de salud contar con profesionales de esta área con menos horas de vuelo.
Araceli Echeverría Bickel Directora Escuela de Enfermería, Universidad de los Andes
Dignidad
Siempre me ha llamado la atención cómo en ciertas épocas se aceptaba que las personas se clasificaran en "clases" con distinto valor y reconocimiento. Recuerdo películas y novelas, como la de Ben-Hur. Me impactó el relato de un hombre libre quien, por amor a una esclava, se hizo él mismo esclavo para casarse con ella, perdiendo sus derechos y reconocimientos. Así como se asumía normal esta diferencia entre esclavos y libres, hoy sigue habiendo muchas más, como la diferencia de estatus económico, de raza, de género, de religión, etc.
Nos cuesta entender que todos somos iguales en naturaleza y en dignidad. Cuesta porque resaltamos más las diferencias que las semejanzas, lo que nos podría llevar a concluir que es un problema de miopía. ¿Cómo corregir esa miopía de comprensión y valoración que se palma en acciones contrarias a la dignidad humana? La respuesta puede venir por el esfuerzo de conocer más y mejor esa maravilla que es la persona humana. Cada persona humana es un mundo en sí mismo, un ser de riqueza casi infinita que nos viene de esa dimensión espiritual por ser "imagen y semejanza de Dios". Está en nosotros el poder mejorar, igual que admirar tantos actos heroicos de hermandad. En esa misma dirección van las palabras del Papa Francisco al plantear la disyuntiva que afrontamos en estos momentos: "La pandemia nos ha puesto a todos en crisis. Pero recordad: de una crisis no se puede salir iguales, o salimos mejores, o salimos peores. Esta es nuestra opción".
Esther Gómez Directora Nacional de Formación e Identidad, Universidad Santo Tomás
Familia
Sin duda, nuestras vidas han cambiado. Nada volverá a ser como antes. Nuestras costumbres, nuestros afectos y tantas otras cosas. Muchas familias estarán más unidas y otras, lamentablemente, seguirán caminos separados. ¿Cómo remediar esto último? Solamente la tolerancia y comprensión pueden ayudar a que una familia no se destruya.
Jorge Valenzuela Araya