Preocupación y una más que obvia molestia han causado los dichos del diputado comunista Hugo Gutiérrez en el marco de una transmisión por Facebook Live, en la cual emitió duras afirmaciones respecto de la Armada de Chile.

Cuando hablaba de los desmanes del día 18 de octubre en las cercanías de la Plaza Baquedano, en Santiago, el parlamentario (quien el 8 de agosto tuvo un entrevero con un grupo de uniformados de esta institución en Iquique, que intentaban llevara cabo una fiscalización sanitaria) dijo lo siguiente:

"Descubrieron a un agente de la Armada, así que imagínate que el más feliz soy yo. Yo siempre que digo las verdades sobre este grupo de genocidas que se llama a la Armada chilena, que de chilena no tiene nada. (...) Debería ser la Armada de Vitacura, porque no tienen nada de chilenos. Esos son de verdad unos total antipatriotas, nos han vendido miserablemente a lo largo de la historia siempre y han matado al pueblo a punta de cañonazos. (...) Esa armada (…) es una asociación ilícita terrorista que en algún momento habría que disolverlos porque de verdad, yo creo que esta Armada ha matado más chilenos y chilenas que en las guerras que les ha tocado enfrentar. Así que feliz también de que hayan descubierto a un agente encubierto también de la Armada ahí metido entre los supuestos activistas de los jóvenes que estaban luchando en primera línea", dijo.

Como antecedente, cabe precisar que el diputado Gutiérrez será formalizado por la Fiscalía de Tarapacá el próximo 14 de diciembre por los delitos de amenazas contra funcionarios de la Armada y denegación de auxilio, en el hecho antes mencionado entre paréntesis del segundo párrafo, cuando no aceptó el control: "Yo soy la autoridad", "Ustedes no pueden controlarme", "Yo tengo que denunciar a quienes me controlan", "Cuando me pasa a mí, yo tengo que denunciar a quien me controla", "Yo soy más autoridad que usted", son las frases que dijo aquella vez.

"Como institución nos vemos en la obligación legal de analizar las acciones legales que ameriten las graves injurias difundidas públicamente por el diputado Gutiérrez", fue la primera reacción del comandante en jefe de la Armada, Julio Leiva.

Esta vez fue el ministro de Defensa, Mario Desbordes, quien opinó sobre el actuar de Gutiérrez: "Hay una cantidad y nivel de injurias que no puede pasar así nomás. Hay distintas alternativas, una posibilidad es hacer una denuncia al Ministerio Público, que debió actuar de oficio. Hay un delito evidente. El diputado ya es contumaz en esto, lamento que un parlamentario se preste para esto", explicó.

No es baladí que tal nivel de beligerancia, impropio de una sociedad civilizada, afecte directamente a unos 25 mil hombres y mujeres (para qué hablar de sus familias) que componen una de las instituciones más reputadas del país y que en ciudades portuarias, como Valparaíso e Iquique, es uno de los principales motivos de orgullo y confianza ciudadana.

1. El ataque a la religión, como lo demostró G.K. Chesterton en su brillante Ortodoxia (un libro que vale la pena llevar a una isla desierta), lejos de debilitar la posición de la "víctima", la refuerza de un modo considerable. Al invocar como fundamento de la agresión el supuesto carácter opresor de los sistemas religiosos, los atacantes pronto caen en cuenta que para enfrentarse a ellos han de renegar de la propia libertad, sacrificando así aquello que pretendían defender: la víctima del rechazo teórico y práctico ateo de la religión no es la religión, sino la libertad misma, supuestamente amenazada por la primera.

La quema, daños y destrucción irracional de iglesias e imágenes religiosas de los últimos días no son un ataque a la religión, sino una afrenta a la libertad, y sus perpetradores caen en el mismo fanatismo ciego, dogmático y opresor que dicen combatir.

2. En muchas religiones y mitos ocupa un lugar importante el descenso al sitio donde están los muertos. Los griegos creían en un mundo subterráneo, yermo y con peligrosos ríos como el Estigio o el Aqueronte, reino gélido y oscuro gobernado por Hades y Perséfone. Según la tradición egipcia, Isis visitó el reino de los muertos buscando el agua de la vida para resucitar a su hijo Horus, que había sido asesinado por su hermano Seth. También Orfeo descendió al inframundo, sorteando al barquero Caronte, para convencer a Hades y Perséfone de llevarse a su amada Eurídice, historia cuyo trágico desenlace fue inmortalizado por Claudio Monteverdi.

En nuestras latitudes, el Popol-Vuh nos cuenta que Hunahpu y Xbalanque descendieron al mundo subterráneo para luego retornar a la tierra, en un ciclo que se repetiría varias veces. El caso del cristianismo es curioso. El Nuevo Testamento dice muy poco del descenso de Jesús a los infiernos (Vid. Mateo 28,7; Lucas 24:46). No sabemos nada de la estadía de Jesús en el averno luego de su muerte y posterior resurrección, a diferencia del descenso de Mahoma al mundo de los muertos, gracias a la narración de Ibn Ishaq, uno de los primeros biógrafos del profeta y fundador del islamismo.

3. En la mitología griega es conocida la historia de Procrusto y su lecho. Procrusto era, al parecer, hijo del dios Poseidón y, con toda seguridad, un peligroso bandido que ofrecía hospitalidad a los caminantes, instalando dos lechos al borde del camino: uno era muy corto, para "ajustar" a las personas largas, y el otro era muy largo para "alargar" a las personas cortas.

En tiempos de crisis, todo individuo y toda sociedad enfrentan un momento en que deben, metafóricamente, descender al inframundo en la búsqueda de algo que consideran valioso. Nuestra búsqueda parece ser una nueva Constitución, pero este acuerdo fundamental debe incluir a todos, pues el riesgo de "ajustar" o "alargar" a las minorías o, simplemente, al que piensa distinto, es demasiado oneroso. No debemos olvidar que no sólo se pueden "ajustar" o "alargar" los cuerpos: también las almas y los espíritus.