Agustín Squella, a la piscina electoral
Con una posición dialogante, el destacado académico porteño postula como candidato a la Convención Constitucional. Si bien tiene posiciones definidas, no duda en afirmar que "antes de pedir la palabra, me dispondré a escuchar a los demás, puesto que bien podría ocurrir que rectifique algunas de mis ideas como consecuencia de esa escucha".
"Si todos formamos parte de la República, ¿cómo no disponernos a escucharnos unos a otros?". Palabras, buenas intenciones, que podrían estar en la boca de cualquier político, de aquí o de allá.
Pero el valor de esa posición está en quien la expresa y no en el discurso fácil de cualquier asamblea. Y en este caso esos conceptos tienen credibilidad. Quien los formula es Agustín Squella, profesor de Filosofía del Derecho, periodista, wanderino, hípico, Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales, exasesor de cultura del Presidente Ricardo Lagos y, en esa condición, padre del actual Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.
Squella desde hace tiempo viene expresando su interés en una nueva Carta Fundamental y, en esa línea, es candidato a constituyente integrando, como independiente, la lista del Partido Liberal, colectividad política que recuerda, al menos en el nombre, al viejo liberalismo, importante en la derecha, nacido en el siglo XIX como movimiento de avanzada. En 1859 uno de sus sectores se convierte en el Partido Radical.
Pero el Partido Liberal de hoy nada tiene que ver con la derecha, no es que sea neoliberal, grave pecado que rechaza Squella, pero representa un sector opositor independiente, al punto que hace pocos días dejó el Frente Amplio, restando a ese grupo dos diputados. En ese ambiente, aparentemente sin muchas ataduras, se siente cómodo Squella, que se define como un "liberal social". Así, no tiene problemas para situar al Partido Comunista entre aquellos sectores que les falta "mesura, serenidad y algo de humildad". Esto, por el llamado de la colectividad a presionar a los constituyentes mediante movilización de masas. Pero, a la vez, condena el "modelo" y su distancia con la ciudadanía, afirmando que "la política y la economía son para las personas y no para satisfacer indicadores macroeconómicos, siempre necesarios, pero que no dan cuenta de la situación real de los individuos y sus familias".
Si bien Squella tiene posiciones definidas, no duda en afirmar que "antes de pedir la palabra, me dispondré a escuchar a los demás, puesto que bien podría ocurrir que rectifique algunas de mis ideas como consecuencia de esa escucha". Notable ejemplo de humildad en el ambiente político, donde muchas damas y caballeros entregados al servicio público lo primero que hacen es escucharse a sí mismos.
Pero este candidato que en declaraciones y columnas periodísticas se muestra, sin dejar su posición izquierdista, dialogante, entra ahora en un terreno nuevo como es el electoral. Nunca se ha lanzado a la piscina de las urnas, dura prueba que exige cuero duro, sin llorar. Pero es ahí donde debe mantener su discurso sereno, recurso escaso y necesario en estos tiempos de pandemia y crisis económica y social, pero que puede ser electoralmente rentable.