"De Valparaíso depende que la nueva Constitución no la terminen redactando en Santiago"
Esta semana la Fundación Piensa decidió en su asamblea de fundadores proclamar a su director ejecutivo, el abogado de 31 años y profesor de Derecho en la PUCV, Juan Pablo Rodríguez, como candidato a la Convención Constitucional por el Distrito 7.
"Sueño con un país en el que tu lugar de nacimiento no defina las posibilidades que tendrás en la vida. Que las oportunidades sean las mismas, ya sea que nazcas en un hogar pobre o en uno rico. Que el acceso a bienes y servicios sea el mismo para todos, ya sea que nazcas en Santiago o en regiones", explica Rodríguez, molesto porque las "decisiones importantes de este país se toman en 5 manzanas de la capital, entre excompañeros de los mismos colegios y universidades. Los mismos de siempre. Uno de los anhelos que la ciudadanía ha expresado en el último año es mayor diversidad. Nuestro país es en extremo centralista y tiene una alta concentración de poder. Y el debate constitucional es, en esencia, uno sobre la distribución del poder. Si queremos mejores soluciones tenemos que acercar la toma de decisiones a los problemas y las personas".
-¿Cuál es ese rol protagónico que le correspondería a nuestra región, según usted?
-De Valparaíso depende que Santiago no redacte la nueva Constitución. En algún momento, todo en Chile nacía en Valparaíso: el primer equipo de fútbol, la Armada, la primera cámara de comercio, el primer colegio privado e incluso éste, el diario más antiguo de Hispanoamérica. Algo nos pasó que eso dejó de ser así. Además, nuestra región está llamada a ser el principal contrapeso de la Metropolitana. Nos asiste el deber histórico de ser protagonistas de esta construcción, yo quiero ser parte de eso y creo tener las condiciones. Además de un país más justo, mi sueño es que nuestra región sea el mejor lugar para vivir del país. Tenemos todo para serlo.
-¿Cómo se logra eso? Pareciera que a la Constitución se le pide más de lo que puede hacer...
-Chile está sumido en una triple crisis: institucional, económica y social. Institucional porque nadie confía en nadie, mucho menos en las autoridades; económica porque la pandemia nos ha llevado a ser un país más pobre y ha acentuado las injusticias; y social porque, de un tiempo a esta parte, se observa una ausencia de valores compartidos. Esta triple crisis no puede ser resuelta por los mismos de siempre. Necesitamos una nueva política, que haga las cosas distinto: nuevas voces, personas, temas y estilos.
-¿Y si aquello no ocurre?
-Existen dos caminos alternativos. Uno es el que acabo de describir: A través de una nueva y buena política lograr acuerdos transversales que restituyan la confianza en el sistema y permita la solución de los problemas públicos de modo serio. El otro es un atajo y se llama populismo. Dada la falta de legitimidad de las instituciones y la política, existe el riesgo que aparezca un demagogo -de izquierda o derecha- que a través de un discurso emocional busque conectar de forma directa con la ciudadanía. Y este camino corto es de muy difícil retorno.
-¿Además de descentralización, qué propone?
-En primer lugar, tenemos que levantar nuestra región y volver a crecer. Nuestras tasas de desempleo son de las más altas a nivel nacional. Esto tiene que ver con una agenda paralela al debate constitucional, pero también con nuestra carta fundamental. Es cierto que el camino al desarrollo es complejo y no hay recetas mágicas, pero sí hay ciertas condiciones habilitantes que lo permiten: Democracia, certeza jurídica, fin a la violencia, crecimiento económico y responsabilidad fiscal. En segundo término, tolerancia cero a la corrupción. Debemos diseñar instituciones transparentes, con sistemas de control y rendición de cuentas. Los chilenos nos merecemos una política limpia y confiar en nuestros representantes. En tercer lugar, asegurar nuestro derecho a vivir en paz. Creo que debemos repensar completamente nuestro sistema de prevención y persecución del delito, que no está dando el ancho. En cuarto término, en paralelo al debate constitucional se debe empujar una agenda profunda de reformas sociales, que permitan resolver los anhelos que la ciudadanía ha expresado de manera categórica el último año, especialmente lo referido a pensiones, salud, y vivienda. Nuestra región es la segunda con mayor cantidad de adultos mayores y la con más campamentos del país. Finalmente, cabe reafirmar que el Estado está al servicio de la persona y no al revés. Que es su deber respetar nuestra libertad y ayudar a quien lo necesita. Es por ello que, entre otras cosas, urge su modernización. Es necesario llevar nuestro Estado del siglo XIX al XXI, con especial énfasis en nuestros municipios para que dejen de ser cajas negras pagadoras de favores políticos.
-¿Tiene usted ambiciones políticas?
-Sólo aportar desde Valparaíso al proceso constituyente. Esta región es mi casa y he hecho mis 31 años de vida acá. Fui presidente del centro de alumnos de mi colegio en Viña el 2006 para la "Revolución de los Pingüinos" y dirigente universitario en la PUCV para las movilizaciones del 2011, donde defendí el derecho de mis compañeros a estudiar y manifestarse pacíficamente. Hace 7 años trabajo en P!ensa haciendo propuestas de políticas que mejoren la calidad de vida en la región y buscando ser un punto de encuentro para quienes, desde la buena fe, quieren construir un mejor país. Me mueve la solución de los problemas de las personas, no los cargos.
"Nuestro país es en extremo centralista y tiene una alta concentración de poder. Y el debate constitucional es uno sobre la distribución del poder".
"Es necesario llevar nuestro Estado del siglo XIX al XXI, con especial énfasis en nuestros municipios para que dejen de ser cajas negras".