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Frente a los avatares del 2021: ¿cómo y por dónde decidimos?

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El año 2021 no debería ser una caja de sorpresas, será lo que intentemos hacer para recuperar confianzas y seguridad, sin ventajas populistas o ideológicas determinadas. Y un punto central: ¿qué será de la educación este año? ¿Quién estará pensando en profundidad en la educación del año 2021 y del siglo XXI?"

Aun cuando en nuestro país muchos no lo acepten, o no quieran darse cuenta, estamos en el 2021 y en un mundo mucho más globalizado de lo que pensamos. Desde Europa, en la primera ola del coronavirus, en marzo-abril del año pasado, se insinuó un debate que no tuvo demasiada repercusión: la muerte del capitalismo y el resurgimiento del socialismo. El esloveno Slavoj Žižek afirmó que el virus había asestado un golpe mortal al capitalismo, alcanzando a la propia China, y evocaba un oscuro comunismo. Byung-Chul Han fue enfático para negarle: China podrá vender su Estado policial y tras la pandemia, el capitalismo continuará aún con más pujanza. De hecho, desaparecen las utopías, que proyectan un paraíso terrenal posible, y surgen las distopías, que tienden a describir un mundo en que se agravan las condiciones de vida (materiales y espirituales) y que, frente a ello, cualquier idea es posible. Se ha recuperado la división entre los partidarios de un futuro mejor y los apocalípticos.

En términos más concretos, ya en 2005, el historiador británico Tony Judt escribía que "la elección a la que nos enfrentaremos en la siguiente generación no es entre el capitalismo y el comunismo, o el final de la historia o el retorno de la historia, sino entre la política de cohesión social basada en unos propósitos colectivos y la erosión de la sociedad mediante la política del miedo". Hoy en día, esto sigue siendo importante y con mucha fuerza en Chile. En España, como en todas partes, la pandemia ha dejado al descubierto puntos débiles del sistema de redes de seguridad social, modelos laborales precarios y con salarios de miseria, sistemas sanitarios públicos agujereados por los recortes presupuestarios. Joaquín Estefanía se pregunta cómo hacer reformas necesarias con sistemas políticos tan polarizados como los actuales, sabiendo que no existen las "reformas paretianas" en las que todo el mundo sale ganando (El País, 5 junio y 2 octubre 2020). Podemos agregar, citando a Manuel Castells, que la OCDE ha estimado que, solo en los países desarrollados, cada mes de confinamiento reduce el crecimiento del PIB en dos puntos y que por ello se ha entrado en una profunda y larga recesión mundial que se convertirá en una crisis financiera peor que la del 2008. China va a crecer al 2% y ello indica un cambio fundamental de hegemonía mundial.

Todo esto aplica en Chile, y si queremos ignorar los contextos mundiales, seguimos debilitando nuestras expectativas y aumentando nuestras incertidumbres para este 2021. Se dice que el ahora tan recordado, pero siempre pragmático Keynes, siempre señalaba que cuando los hechos cambiaban, él cambiaba de opinión. Esto no sucede en nuestro mundo político y un sector importante del mismo sigue añorando el siglo XX y soslayando las circunstancias del siglo XXI.

¿Qué podemos esperar para el 2021? Desde luego, no será igual que el año que termina, pero nunca un día es igual que el anterior. Existen muchas esperanzas en la vacuna anti-covid. Será un proceso largo, complicado y seguro no falto de sus propias controversias. Pero su éxito, no borrará de inmediato todos los efectos acumulados que ha dejado el año 2020. Menos aún los daños provocados por la violencia de noviembre-diciembre del 2019. Seguirán persistiendo problemas críticos en la vida de los sectores más vulnerados, faltos de ingreso, de trabajo, de viviendas dignas; o en esa difusa clase media poco identificable, pero igualmente empobrecida. También en las arcas fiscales, con niveles de endeudamiento no vistos en las últimas décadas. Siempre tratamos de ser esperanzados frente al futuro, pero las realidades, al menos de corto plazo no se conjugan fácilmente.

El 2021 no se nos presenta fácil, pero sí de decisiones profundas y sustantivas. Desde los contextos externos, se anuncian grandes inversiones, ahora chinas: en el agua, transmisión eléctrica y telefónica, hospitales, carreteras y otros sectores. Del neoextractivismo podemos pasar a una especie de neocolonialismo geoestratégico. ¿Avances o retrocesos? Llama la atención el silencio de la izquierda más dura que sigue reconociendo sus viejas lealtades del siglo XX al mismo tiempo que guarda silencio frente a sus propios planteamientos respecto a la propiedad pública y al rechazo a las antes repudiadas transnacionales. ¿Nuevas distopías pragmáticas o falta de convicciones y realismos? Desde lo interno, la agenda política cubre gran parte del año que comienza y entre sus contenidos, el proceso constituyente. Todo ello será importante en la medida que las competencias institucionales de los poderes de Estado se esfuercen por mantener los equilibrios necesarios para fortalecer y perfeccionar las relaciones democráticas y republicanas. ¿Qué pasará a nivel de las siempre fallidas relaciones entre la macro y la micro economía? Se necesita de un acuerdo nacional urgente para disponer de transferencias monetarias directas, oportunas y necesarias para aquellos que realmente lo necesiten, y son muchos. Al respecto, Daniel Innerarity ha planteado que, tratándose de decisiones políticas colectivas, el curso de los acontecimientos sigue siendo una caja de sorpresas y que una sociedad menos estructurada es más imprevisible. Agrega: «Vivimos en un espacio que la crisis de la representación y las instituciones de la intermediación ha dejado un vacío, emocional y cognitivamente desregulado, apenas protegido frente a cualquier desinformación o manipulación emocional. Es difícil entender cómo funciona una sociedad así y calcular su comportamiento». Es lo que nos pasa: nuestro mundo político no ha acabado de comprender cuál es nuestra situación real y con ello arrastra a sectores de la población atemorizados y que buscan solucionar sus problemas en forma inmediata. El año 2021 no debería ser una caja de sorpresas, será lo que intentemos hacer para recuperar confianzas y seguridad, sin ventajas populistas o ideológicas determinadas.

Y un punto central: ¿qué será de la educación en el 2021? ¿Seguirán las oposiciones entre el Mineduc y la representación sindical de los profesores? Más allá de puros indicadores que no dicen nada, ¿quién estará pensando en profundidad en la real educación del año 2021 y del siglo XXI? Desgraciadamente, nada se escucha sobre lo esencial. 2

Doctor en Historia en la Universidad de Essex. Premio Nacional de Historia 2008. Profesor emérito de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y de la Universidad de Chile.

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