Cartas
La explicación agrava la falta
Las explicaciones dadas a ese diario por la alcaldesa de Viña del Mar y por el señor Jimmy Torres para dar a conocer lo sucedido en Viña del Mar con el proceso de vacunación en contra del coronavirus llevan a la realidad el viejo dicho de "la explicación agrava la falta". Tratan de decir que está todo arreglado, cuando no lo está; piensan que los viñamarinos nos compraremos la idea de que la apertura de dos parroquias como centro de vacunación son el arreglo definitivo al problema del desastre provocado por la Municipalidad; insisten en que mantendrán el sistema de inscripción por internet o por teléfono para vacunarse, el que ha desmotrado su fracaso absoluto, e insisten en continuar desobedeciendo las instrucciones precisas del Ministerio de Salud al respecto; piensan que no vemos televisión para comprobar con envidia como en la Región Metropolitana existen municipalidades con gran población y que tiene medios económicos inferiores a la de Viña del Mar y han sido capaces - siguiendo las instrucciones del Minsal - de satisfacer plenamente las necesi; y por último, carecen de la humildad suficiente para reconocer abiertamente que no "han hecho bien su pega". Y estamos hablando de cómo nos han tratado y nos ven a nosotros, los "viejos".
Demetrio Infante Figueroa
Ley de Eutanasia: legalizando la voz de la ciudadanía
Hace algunos días se aprobó, en términos generales, el proyecto de ley que permite a las personas solicitar asistencia médica para poner fin a su vida cuando producto de padecimientos terminales, los que, aun disponiendo de cuidados paliativos, se ven enfrentados a dolor y sufrimiento físico y/o psicológico severo, respetando así la voluntad de las personas, lo que llamamos Eutanasia.
Este paso simboliza la posibilidad de mirar la muerte de manera más humana, legalizando la posibilidad de tomar libremente la decisión de poner fin a la vida cuando ésta se torna insostenible, sin temor a sanciones, castigos o reproches.
Existe en nuestro país una discusión en el seno de las comunidades, que legitima la opción de la muerte como una forma de entregar dignidad a aquellas personas que, por padecer una enfermedad terminal, ven vulnerados no sólo el derecho a la salud, sino también el derecho a llevar una vida digna. Pero esta discusión no hacía eco en los oídos del modelo biomédico o de nuestros representantes, quienes, sin considerar el costo familiar, económico y social que significa una enfermedad terminal o degenerativa, insisten en sostener la vida a cualquier costo.
Sociedades como la nuestra, que ponen al desarrollo económico como sinónimo del crecimiento de las naciones, olvidan que existen otros elementos que son esenciales a lo humano, que las personas necesitan mirar y abordar con naturalidad para profundizar sus raíces. Es esperanzador ver como este discurso silencioso comienza a tener un espacio en las esferas de poder de nuestra sociedad.
Debemos recuperar la percepción de la muerte como un proceso natural, que se vive lleno de ritos y tradiciones, y alejar la muerte del mero escenario de intercambio económico donde se pone prioridad a la "rapidez del trámite" en lugar de colocarlo en la posibilidad de experimentar la muerte y la pérdida con la dignidad y el acompañamiento necesario.
Catalina Valenzuela Viteri Directora Escuela de Psicología Universidad de Las Américas UDLA
Ahora es cuando
La crisis sanitaria provocada por el covid-19, ha develado las desigualdades y brechas que desde octubre de 2019 se habían puesto sobre la discusión pública con mucha fuerza y que terminaron por abrir el proceso constituyente en el que hoy nos encontramos.
La pandemia y la crisis social tienen en común un protagonista invisible: los niños, niñas y adolescentes. Este grupo ha sido, sin duda, el más afectado por políticas públicas que, simplemente, no los han considerado como sujetos titulares de derechos. Durante todo el año 2020 no hubo medidas que permitieran aliviar en ellos las consecuencias del encierro, la ausencia del espacio protector de la escuela, y todo indica que la crisis económica instalada los hará retroceder aún más, especialmente en materia de violencia y trabajo infantil.
Ya no podemos cambiar el pasado, pero sí tenemos la oportunidad de pensar y cambiar el futuro y hacerlo más auspicioso para niños, niñas y adolescentes. Lo primero es generar una Constitución que los ponga al centro de la preocupación estatal y genere un efectivo marco de protección social que garantice efectivamente el ejercicio de sus derechos. Ahora es cuando debemos concebir un nuevo pacto social que nos permita fortalecer la democracia, para ellos y ellas; pero, sobre todo, con ellos y ellas como protagonistas.
Consuelo Contreras Fundadora Corporación Opción
Soñar no cuesta nada
Soñé que se terminaba la pandemia, que el virus que nos ataca se cansaba y se iba. Soñé también que de los tantos candidatos al sillón presidencial, sólo quedaba el o la más honesta de las personas, que nos gobernaría muy bien, haciendo crecer a Chile, otorgando trabajo, mejorando la educación para cambiar la mentalidad de la juventud que cada día más, está perdiendo la brújula de su vida que está en cierne.
Me desperté sobresaltado. Las noticias indicaban, que todo seguía igual, cada día moría más gente, el virus continuaba llevándose más gente, los políticos aumentaban argumentando sus oscuras técnicas para convencer a los incautos. Todo seguía igual.
Renato Norero V.
Contenido
Cuando estamos a punto de iniciar nuestro proceso constituyente, con el hito de la elección de los convencionales constituyentes en abril próximo, resulta importante enfocarnos en lo sustantivo o en su contenido.
Así, es imperativo hablar de conceptos para comenzar a analizar y debatir, comprendiendo lo que significa sistema presidencial, frenos y contrapesos, soberanía, derechos fundamentales, mejor Estado y mejor mercado, economía social de mercado basada en la libertad y la justicia, Estado Social de Derecho, derechos civiles y políticos, derechos económicos y sociales, principio de subsidiariedad y principio de solidaridad, bien común, órganos constitucionales autónomos, colaboración de poderes, catálogo de derechos, límites al poder, entre muchos otros.
De poco sirve centrar el debate únicamente en las formas, por cuanto el fondo, con el vasto entramado conceptual que anida, será la base para concebir una buena Constitución Política para Chile. Por relevante que sean las formas y los procesos, nunca se debe dejar de lado el contenido o lo sustantivo, porque justamente allí radica la esencia de lo que será una nueva Carta Fundamental.
José Ignacio Concha Abogado