Un niño en la Quinta Vergara
"No pueden entrar niños, señor". El portero del Museo de Bellas Artes de Viña del Mar cierra el paso a un padre que lleva a su hijo pequeño a conocer el palacio que alberga una importante colección de obras de arte.
El padre entiende las explicaciones, no las comparte. Hay algunos cuadros que… en fin, no son convenientes… La Dirección fue la que dio esas instrucciones…
Años después el chico entendería el motivo. Había seguramente alguna exposición con desnudos que, se creía, eran impropios para niños.
Cambió el panorama y el padre llevó a su hijo al borde costero. Una grúa, un donkey a vapor, que se movía por una línea de ferrocarril, con su pescante recogía grandes piedras que iba depositando en la costa.
El trabajo de la máquina resultó más interesante para el chico de pocos años que una exposición de cuadros colgados en los muros de solemnes salones. Gracias a ese entretenido paseo a la orilla del mar, el niño fue testigo presencial de las obras de construcción de la avenida Perú. Historia viva, en terreno. El arte quedaría para más adelante...
Gala setentera
Viejo episodio personal del pasado que se suma a otro más cercano en los jardines que forman parte de la tradicional Quinta Vergara. Una versión sesentera de la gala bastante más sobria que las actuales, con algunos artistas y figuras de la farándula del momento. Entre ellas destaca Raquel Argandoña. Miss Chile 1975.
Varios caballeros se toman fotos con ella. Raquel, entretenida en el diálogo, posa sin aires de diva con su vestido metálico, dorado o plateado, algo así.
Pero en medio de los grupos, del champán, los piscos sour y los canapecitos de la señora Poggi (¿o serían de Luz Charme?) se forma una larga fila de damas. Esperan pacientes que el Profesor von Lessing, o quizás Nostradamus, les lea las líneas de la mano. Es Claudio Solar, periodista múltiple de La Estrella, que ejerce en directo su oficio de vidente del futuro que diariamente entrega en las páginas del diario.
Los enigmas del destino tienen esa tarde viñamarina más público que la bella Raquel.
Un príncipe
Pero retrocediendo en el calendario aparecen encuentros más glamorosos en el Palacio y en los jardines de la Quinta, como aquel del 25 de noviembre de 1920. La entonces propietaria, doña Blanca Vergara de Errázuriz, ofrecía una recepción al príncipe Fernando María de Baviera de Borbón, infante de la Casa Real de España, que visitaba Chile. Atleta de la vida social el príncipe, en la tarde del mismo día había tenido otra recepción en la Quinta Rioja, propiedad entonces del empresario español Fernando Rioja, y posteriormente tendría una tercera en el Club Naval de Valparaíso.
Historia antigua y la Quinta y su palacio, con su costoso glamur insostenible, estaba en la mira de demoledores y loteadores, mientras algunos proyectos, con el fin de sacar la línea ferroviaria del centro de la ciudad planteaban llevar los rieles pegados a los cerros, por lo que eran y son los jardines y el parque.
La Municipalidad, con visión y audacia, intentaba comprarla para la ciudad. Las primeras movidas fueron del alcalde Manuel Ossa Saint Marie, jefe comunal entre 1929 y 1931, designado por el Presidente Carlos Ibáñez del Campo. Siguió con la idea, pero sin pesos, el alcalde Sergio Prieto Nieto. El dilema, finalmente, lo resolvió el alcalde socialista Eduardo Grove Vallejo en 1941, nombrado por el Presidente Pedro Aguirre Cerda, radical.
Montó Grove, médico de profesión, un edificio financiero que permitió la compra de la Quinta, el Palacio y con una colección de 150 cuadros de maestros europeos. El precio fue $9.532.750.
Para llegar a esa cantidad se usaron varios mecanismos, entre ellos un pago realizado por la concesión del Casino Municipal, Joaquín Escudero y Cia., ascendente a $6.560.700, con cargo a futuros ingresos en la explotación de la casa de juegos. Apuesta bastante arriesgada en tiempos de crisis que incluía nada menos que la Segunda Guerra Mundial en pleno desarrollo y golpeando fuerte a la economía y a la política nacional. Bueno… la crisis es parte del ADN nacional.
Fue entonces, en 1941, hace justamente 80 años, que el alcalde centró todas las actividades culturales en el Palacio de Quinta, inaugurando el Museo por decreto del día 5 de mayo. Hasta entonces la Escuela de Bellas Artes, como "talleres libres", funcionaba en el segundo piso del Casino. El arte y la ruleta se dieron la mano en la compra de la Quinta, que años después sería el epicentro de la música popular con el Festival ahora a media luz, como dice el tango, pero a la espera de tiempos mejores.
Los grove y la política
El nombre de Eduardo Grove, saliendo de la Quinta y la Municipalidad, tiene profundas vinculaciones con la política nacional. Se casó con Inés Allende, hermana de Salvador, y fue precisamente en su tumba familiar del cementerio Santa Inés de Viña del Mar, donde en septiembre de 1973 fueron sepultados, casi en secreto, los restos de su cuñado, el mandatario depuesto.
Era, además, hermano de Marmaduke Grove, militar de larga y agitada actuación política y creador del Partido Socialista Auténtico, fracción del socialismo. Fue senador por Santiago hasta 1949.
Su eslogan de campaña era "¿Quién manda el buque?" "Marmaduke", debía contestar la barra. En una concentración un partidario entusiasta quiso colaborar y gritó "¿Quién manda el vapor…?" Indignado, el candidato lo corrigió: "El buque, bruto". Claro que en política hay errores muchos peores…
La contraloría
Pero volvamos al audaz y creativo alcalde Grove. Pese a su histórica adquisición, debió afrontar el escrutinio de la Contraloría, inspirada en denuncias de un diputado radical por Chiloé, Exequiel González Madariaga, enemigo jurado del juego de azar y del Casino de Viña del Mar.
La Contraloría, vieja conocedora de todos los vericuetos municipales, destacó a dos inspectores para indagar posibles irregularidades. Grove contestó todas las objeciones y salió adelante. En su informe de julio de 1945, un folleto de 61 páginas, años después de la exitosa compra de la Quinta Vergara, responde en detalle a las observaciones revelando, peso a peso, gastos hasta en temas menores como una subvención por $5.300 a los veteranos sobrevivientes de la Guerra del 79 -varios en mala situación, el "pago de Chile" de carne y hueso-, gratificaciones a los músicos del Orfeón Municipal que tocaba los domingos en Plaza Vergara, o el viaje que dos regidores realizaron en 1938 a un congreso en La Habana. El viaje no tenía el atractivo de ver y tocar a Fidel Castro, que entonces tenía unos 11 años.
Malos ratos por hacer las cosas bien, cuando, contra toda la rigurosidad democrática, los alcaldes de Viña del Mar eran designados "a dedo" por el Presidente de la República. Repase usted la historia y juzgue los resultados del sistema.
por segismundo