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el fondo del asunto, lo que hizo el TC fue hacer política. Y eso es lamentable porque probablemente lo que llevó a algunos de los ministros a actuar de esa manera fueron consideraciones de índole estratégica que no tienen lugar allí.
- ¿No halla atendibles las declaraciones ministro Aróstica, en el sentido que el Estado "debe dar protección a la población, no que esta se proteja a sí misma con su propia plata"?
- Es que serían atendibles si estuviéramos hablando de un ciudadano de a pie o de un dirigente político, pero la función del TC es evaluar si las distintas leyes o normas sometidas a su conocimiento son compatibles o no con la Constitución. Aquí su deber era explicar por qué, en su opinión, el proyecto de reforma constitucional sometido a su conocimiento era o no consistente con ella. Cualquier otra cosa significa extralimitarse en sus atribuciones y eso implica desconocer su misión, violar la institucionalidad y seguir perdiendo en su imagen pública. Cuando las instituciones se desbordan, nadie gana.
La convención constitucional y su marco
- ¿Qué le parecen las propuestas de algunos candidatos de plebiscitar o someter a consultas vinculantes los eventuales desacuerdos que se produzcan en el marco del trabajo de la Convención Constitucional?
- Pienso que implican un desconocimiento de las normas que regulan el procedimiento de la Convención, cuyo primer desafío será dictar su reglamento. Y en ese momento hay que recordar que el proceso está enmarcado en lo que estipuló el acuerdo el 15 de noviembre de 2019, en las leyes posteriores que le dieron operatividad jurídica, y además que todo ese entramado fue avalado masivamente por el plebiscito de entrada. Basta leer con muy buena fe las reglas que regulan este proceso para entender que esa propuesta está descaminada. La Constitución vigente reformada que regula este proceso dice expresamente que la Convención debe aprobar sus normas por dos tercios de sus miembros en ejercicio, y que no puede alterar los quorum ni los procedimientos. El reglamento podrá consagrar mecanismos de participación ciudadana y muchas cosas, pero al dictarlo la Convención no puede establecer un mecanismo para zanjar las diferencias que sea distinto al voto de los dos tercios de sus miembros. Si lo hiciera se configuraría una infracción a las reglas de procedimiento que permiten reclamar ante la Corte Suprema. El respeto a la forma de las leyes que regulan el proceso es fundamental para su éxito.
- ¿La nueva Constitución debe mantener o excluir la existencia del Tribunal Constitucional? ¿Qué debería cambiar?
- Hay que preguntarse si es razonable, ahora que vamos a entrar en el proceso de elaborar una nueva Constitución, que exista con posterioridad un control de constitucionalidad respecto a las futuras leyes, normas y actos, y yo creo que eso es del todo razonable. Siendo partidario de la existencia de un organismo de control de constitucionalidad y de un sistema de justicia constitucional, ¿necesitamos un TC tal y como lo conocemos hoy día? A mí me parece claro que no, que aquí se requieren muchas modificaciones. Entre ellas un número impar de miembros para terminar con la práctica del voto dirimente y repensar el nombramiento de sus integrantes, aprendiendo de lo positivo que ha sido el nombramiento de los ministros que vienen de la Corte Suprema, que corresponde a un procedimiento en que las personas postulan y hay audiencias públicas. Eso da una luz acerca de cómo conviene proceder, porque instituciones como el TC se basan fundamentalmente en las competencias, credenciales y credibilidad de sus miembros. Creo que hay que mantener el TC, pero más limitado en sus funciones, de modo que no exista el peligro de dar la impresión de estar haciendo política a la hora de cumplir su misión.
Crisis y proyecciones electorales
- En lo político, dados los magros niveles de respaldo que registran las instituciones, ¿qué sectores cree que se van a ver más o menos castigados en las elecciones que vienen?
- Es muy difícil responder porque las elecciones están plagadas de más incertidumbre que de costumbre. Pero a mí me parece que una posibilidad real es que observemos que el oficialismo se vea afectado por el deterioro de la credibilidad del Gobierno y la falta de conducción política. Es posible pensar que va a perder una gran oportunidad o al menos no la va a aprovechar todo lo que se podía. Se hablaba hace un par de meses de que, producto de la dispersión de la izquierda, el oficialismo podía estar bordeando el 40% de la Convención, pero me parece que los últimos acontecimientos permiten poner en duda esa posibilidad.
- ¿Quiénes cree que van a estar finalmente en la papeleta presidencial, cuando Jiles lidera las encuestas seguida por Jadue y Lavín, con 18%, 11% y 10% de intención de voto según Cadem?
- Me parece que Chile Vamos, pese a todos los problemas que ha tenido en el Gobierno, está bastante bien aspectado, en el sentido que de los cinco candidatos al menos cuatro van a estar en la primaria. La única duda es si la UDI resuelve llevar o no a dos candidatos. Pero el que gane va a estar en la papeleta. En cambio, al otro lado del espectro, la situación es mucho más incierta porque Unidad Constituyente, el pacto heredero de la Concertación y la Nueva Mayoría, no tiene ningún candidato bien posicionado. De hecho, si se habla tanto de la posibilidad de Yasna Provoste es porque ninguno de los candidatos del pacto, que son muchos, pareciera tener la más remota posibilidad de ser Presidente. En cambio, los mejor posicionados del ala izquierda son Daniel Jadue, del PC, y Pamela Jiles, que pareciera encarnar algo más parecido a la demagogia. Entonces, ahí yo creo que no hay ninguna posibilidad de anticipar escenarios. Nadie sabe lo que va a pasar. Lo único que me atrevería a constatar es la completa incertidumbre y dispersión que reina. 2