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la primera sesión de la convención constitucional será el 4 de julio. El palacio pereira (en la imagen) será su centro de operaciones.
de que elijamos una presidencia y una vicepresidencia, y ahí empezamos la discusión. Los puntos fundamentales ahí son, en primer lugar, el modo de funcionamiento, los quorum para las propuestas de norma, que no es lo mismo que los dos tercios para la aprobación de cada norma constitucional; los criterios de transparencia, las normas antilobby, etcétera, y los mecanismos de participación ciudadana; y cuántas van a ser las comisiones y si acaso la mesa va a tener más secretarías o va a ser una mesa más desconcentrada, solo con presidencia y vicepresidencia. En buena medida, eso es lo que se viene por delante. Pero esto va avanzando a pasos y yo diría que el primero es la instalación y la generación de mecanismos de acuerdo.
-¿Ralentiza este primer acuerdo la posición de "Los 34" de no reconocer acuerdos previos?
-No. Esto hay que tomarlo como un proceso que evoluciona y se transforma y va modificándose y va encontrando su cauce día a día. Hay que entender que estamos ante una realidad nueva. Cuando citas la carta de "Los 34" (8 de junio) me parece tan lejano con la cantidad de cosas que han pasado entre medio, respecto de cómo lo que en un momento era la Vocería del Pueblo se transforma en algo que convoca a un mundo mucho más amplio… Los mismos grupos existentes mutan en sus cohesiones y se van generando nuevos vínculos. Creo que vamos a ver en lo sucesivo muchísimos eventos que pueden parecer inquietantes, pero que van a ser parte del camino del asentamiento de este proceso y encontrar su propio curso. Vamos a ver múltiples manifestaciones, vamos a ver todavía muchas expresiones de personalidad, impresiones de deudas, de rencores, se van a manifestar acá frustraciones, muchas cosas, y van a ser parte de la construcción de un grupo humano al interior de esto. Es importante considerar que esta convención tiene 104 independientes que nunca han tenido experiencias en lo público, en la deliberación política ni necesariamente han participado de conglomerados, de grupos articulados. Todo esto invita a llamar a tener una tolerancia y comprensión muy grande a la hora de ir incorporando sentires desacostumbrados en la política de los últimos 30 años y que ahora van a tener que ir siendo reconocidos y asimilados y aprender a ser escuchados.
-¿Por eso es difícil anticipar cómo va a ser?
-Claro, quien hoy quiera dar por resuelto esto y su ansiedad e incapacidad para resistir la incertidumbre le exija dar respuestas radicales, quiera anticipar lo que va a suceder o cómo esto va a ser, le recomendaría tomarse un valium, porque no va a tener esas respuestas que desea.
-¿Cómo debieran resolverse los temas cuando no haya acuerdo sobre ellos?
-Va a ser algo que tenemos que discutir. Se ha planteado la idea de consultarle a la ciudadanía, pero falta para llegar a eso. Además, creo que aquí hay una dispersión que complejiza los acuerdos, pero al mismo tiempo los enriquece y sofistica. Acá creo que vamos a ir viendo una trama nueva, no van a ser como bloques preestablecidos y conocidos a lo largo de la política en las últimas décadas, que van a resolver esto por sí mismos, sino que van a ser también múltiples personalidades, experiencias, orígenes, procedencias, culturas que lo van a ir tejiendo. Me parece que va a haber más acuerdos de los que esperamos. Las transformaciones gruesas y grandes están bastante claras y las diferencias van a darse más en detalles, en el cómo, en la parte más fina de la solución.
-¿Qué tipo de definición de Estado le gustaría que incluyera la Constitución?
-Me parece que el eje de la discusión que estamos teniendo en este proceso es una discusión cultural. Es una manera de entender al Estado y de entender la convivencia y los acuerdos comunitarios. El establecido por la Constitución del 80 era de una procedencia muy ideológica, muy de la Guerra Fría, muy de desconfianza a todo lo que huela a Estado y socialismo. Además, le tiene miedo a la democracia y por eso establece la democracia protegida. Cuando te digo que aquí va a cambiar un eje pondría, si tengo que definirte el Estado, el reconocimiento de los pueblos originarios, el reconocimiento de las diversidades, a entender que un Estado decimonónico que tiene la respuesta sobre qué se entiende como convivencia y qué necesita cada uno de los grupos que habita el territorio de una misma manera, debe ser sustituido. Acá quiero un Estado que reconoce diferencias, culturas y participaciones y que por lo tanto ese Estado, que por una parte espero que sea plurinacional, también reconoce la importancia de las realidades regionales como realidades que requieren búsquedas de soluciones particulares y propias y desde las propias bases. Entiendo un Estado que busca y acepta mayores niveles de participación, un Estado que reconoce en las nuevas tecnologías una posibilidad de democracia nueva que, sin tener la respuesta exacta de cómo se tiene que hacer y en qué ámbitos se debe desarrollar, empieza a discutir por lo menos la manera en que la ciudadanía tenga más acceso a las decisiones. Es un Estado que desconcentra el poder.
-¿Está mirando algún ejemplo?
-Todos los ejemplos de afuera hay que verlos como propuestas, pero hay que verlos a la chilena. La Constitución colombiana del 91 fue una que tiene como eje un cambio cultural y un reconocimiento de las culturas originarias de ese país, y a partir de ese concepto se desprenden muchísimas otras conclusiones que terminan en las políticas públicas de apoyo a las bibliotecas y de apoyo al cine. Aquí hay que pensar ese Estado civilizador, ordenador, junto con ser un Estado que cohesiona, que pasa de tener al centro la competencia a tener al centro la colaboración, o de tener el centro la rentabilidad inmediata a tener la sustentabilidad y la sostenibilidad. Es un Estado que reconoce sus diversidades internas y que busca la diferencia como fuerza además de la creación de conocimiento e inteligencia en una época, una era en que la generación de conocimiento es la fuente de toda tu riqueza y desarrollo.
-En los discursos de la mayoría de los constituyentes se escucha mucho de los derechos sociales.
-Mira, esto es bien importante porque de alguna manera invita a los que se han resistido y neutraliza a quienes lo están gritando todavía como bandera de batalla. Aquí va a haber un cambio en el estándar de los derechos sociales. Vamos a pasar de ser un estado subsidiario a pasar a ser un estado social de derecho que garantiza los derechos a la salud, a la educación, a las pensiones y que supongo que vamos a incluir también a la vivienda. Cualquier Constitución del mundo civilizado a estas alturas del siglo XXI tendría la protección del medio ambiente como un eje de preocupación. Va a cambiar la relación con los pueblos originarios, va a haber un reconocimiento constitucional a ellos y yo creo que vamos a avanzar en niveles de autonomía. Va a cambiar y se va a desconcentrar el poder. El presidencialismo como lo conocemos hoy día es improbable que permanezca tal cual. Hay un acuerdo bastante amplio de que tiene que ser matizado. De ahí, si vamos a llegar a un régimen presidencial parlamentarizado o semipresidencializado o parlamentarismo, va a ser parte de la discusión. Pero de que va a haber una descentralización, con mayor poder de las regiones, ¿te cabe alguna duda? Cualquiera que haya estado en las campañas en estas últimas elecciones sabe que lo que estamos diciendo no lo discutía prácticamente nadie.
-¿Cómo se garantizan estos derechos?
-Así como hay varios que sí están siendo reclamados en los tribunales de justicia nacionales e internacionales. Tenemos que fijar el estándar de garantía con la discusión parlamentaria y legislativa. O sea, no va a fijar la Constitución el estándar exacto en el que se puede reclamar, sino que va a dejarle al legislador el definir dónde se pueden ir exigiendo cada vez. Esto tiene el reto esencial de ser capaz de pagarlos o proveerlos. Entonces, aquí nosotros tenemos por delante el reto de decir que, dado que queremos garantizar estos derechos, el Estado requiere más dinero y dado que requiere más, necesitamos que el aparato productivo y la economía y el Estado funcionen, porque no se puede garantizar algo que resulta más caro si es que no se tuviera un proceso de desarrollo y crecimiento que lo pueda sostener. Habrá que contagiar o vincular con esto al mundo productivo, a la gran empresa. Para que puedan seguir con su camino de generación de riqueza, de producción, a mediano y largo plazo, se tiene que construir una estabilidad, se tiene que construir una paz social que te permita pensar que puedes invertir sin miedo, que puedes construir en un país donde los estallidos sucesivos no van a destruir tus proyectos comerciales, económicos, empresariales, industriales… Entender que Chile para garantizar lo que queremos garantizar, es decir para levantar el estándar y la dignidad de todos sus habitantes, requiere de una economía que funcione. Y el mundo de la economía, para funcionar, requiere de un país estable en el que todos se sienten parte de él y eso es parte del gran reto que tenemos que construir de ahora en adelante.
-¿Qué calificaría como un fracaso?
-Sería no conseguir un texto que concite el acuerdo mayoritario de los chilenos. Porque el reto número uno de este proceso constituyente es generar una legitimidad de las instituciones y del poder que sea compartida por la inmensa mayoría. Si llegamos a esto es porque se produjo una ruptura de esa legitimidad y recuperarla es un gran reto. Un fracaso sería no conseguir esa construcción. 2