El hospital mental que encadenó a una madre
"Los enfermos" (Kindberg) muestra el universo de la cuidadora de un joven en estado vegetal. La escritora Natalia Rozenblum ideó esta historia luego de acompañar a su hermano en un hospital.
Encerrada en la pieza con su hijo en estado vegetal está la protagonista de "Los enfermos" (Kindberg), la primera novela de la escritora argentina Natalia Rozenblum (Buenos Aires, 1984). Allí recibe las visitas de un tejido familiar en descomposición, desde su origen, como se va revelando en el libro. Son saltos al pasado del adolescente y su gente.
Visitan la habitación el padre del hijo (que abusa de su esposa), el padre de la protagonista (que la critica y le ofrece dinero para mejores centros médicos) e incluso la madrastra, que gasta energías en convocar con magia blanca la vida de aquel cuerpo.
El misterio se cierne sobre el cuerpo del hijo. Pasan páginas antes de saber por qué está postrado. El chico no manifiesta ninguna voluntad frente a las enfermeras. Sólo a veces tiene espasmos, que ilusionan a la madre y al resto de la familia.
"Los enfermos" son todos. Enfermos de abuso. Es normal el llanto de las visitas. Las enfermeras los calman con pastillas, la madre duerme en el sillón y se le culpa.
Las primeras páginas de esta historia surgieron en el taller literario que da la escritora argentina Selva Almada junto a Julián López. Ella describe así las relaciones familiares que se dan entre "Los enfermos": "Relaciones familiares rotas que empiezan a remendarse o terminan de romperse definitivamente alrededor del lecho del convaleciente. Cosas dichas a media voz, como se les habla a los enfermos en el silencio pastoso de los hospitales. La familia como esa enfermedad que todos padecemos, con sus síntomas generales y sus monstruosidades particulares. La familia, en fin, como una enfermedad crónica".
Natalia Rozenblum estudió Filosofía y Publicidad. Da talleres literarios y tiene una librería llamada La Vecina, que funciona en su casa. "Los enfermos" fue publicada originalmente en Argentina en 2016 y después de eso publicó más libros. El último fue "Baño de damas" (2020), donde las protagonistas son mujeres de la tercera edad.
Para "Los enfermos" la escritora bonaerense recurrió a la historia real, "de una persona que conozco desde chica, que intentó suicidarse y quedó en estado vegetativo. En cuanto me enteré, lo primero que pensé fue en su familia, en qué contexto puede darse algo así. Por supuesto que no creo que este sea el único marco, pero conforme armaba las escenas, los personajes se me presentaban con mayor claridad. Me parece interesante que retrata algo que ocurre en todos los casos: hay cosas que funcionan y cosas que no. Hay cosas que se intentan tapar y también siempre hay una grieta por donde todo se filtra".
-¿Visitaste hospitales para escribir este libro?
-No, pero conozco un hospital donde estuvo internado mi hermano bastante tiempo, luego de un accidente. De modo que aproveché esa experiencia y usé ese espacio como mapa mental, así como a algunos personajes que conocí allí.
-¿Has visitado hospitales en pandemia?
-Por suerte hace mucho que no voy a un hospital. Este contexto lo modifica todo, el personal de salud está trabajando al límite.
-Tu puntuación le da aire a una realidad asfixiante, a veces parecen versos. ¿Cuál es tu relación con la poesía?
-La elección fue justamente esa: intentar que mientras la historia asfixia un poco, la narración habilite otro espacio, otra respiración más parecida a la poesía que es algo que me encanta. La poesía es difícil de definir, difícil de escribir, pero creo que se reconoce cuando aparece.
-La madre es la protagonista y el peso de su rol la tiene presa del cuerpo de su hijo.
-Por eso me interesa también mostrar sus dobleces, no por ser esa madre presente está exenta de contradicciones.
-Le das espacio al restaurante o café del hospital. ¿Qué se puede ver en ese lugar?
-Es un lugar que me encanta. Es como una gran sala de espera de todos los familiares de todos los enfermos. Hay una conexión y una comprensión particular entre esas personas. No hubiera sido lo mismo si salían a tomar un café a la vuelta.
-Las enfermeras están todo el tiempo haciendo lo que hay que hacer en tu novela. ¿Por qué decidiste darles ese protagonismo oblicuo?
-Porque las enfermeras en la realidad también cumplen ese rol, están a cada minuto con los pacientes. Son personas muy importantes en un hospital y son las que tienen trato más cotidiano con los enfermos y las familias.
-Esto ocurrió en un hospital y tu novela "Baño de Damas" transcurre en las clases de aquagym de un club de barrio. ¿Qué te ofrecen este tipo de lugares?
-Los espacios me conectan directamente con un clima y el clima es una de las primeras cosas que pienso cuando escribo, lo que sea.
-¿Cómo han ido tus talleres?
-Los talleres muy bien, por suerte trabajo hace mucho en esto y ya tenía grupos conformados. Igual hubo mucha demanda y, sobre todo el año pasado ante la incertidumbre, tuve que abrir más.
-¿Y librería en casa en pandemia? ¿Puedes recibir gente para vender libros?
-La librería no es a la calle, así que incluso fuera de este contexto no entra la gente a mi casa, sino que trabajo más por recomendación y entrego en puerta.
-El tiempo está totalmente diluido en el cotidiano de una persona en estado vegetal. ¿Qué piensas de la eutanasia?
-Estoy a favor, creo que cada persona debería tener el derecho a decidir cuándo terminar con su vida, más aún en las situaciones que contempla la eutanasia.
Natalia Rozenblaum dicta talleres y tiene una librería en su casa.
Por Cristobal Gaete
"Conozco un hospital donde estuvo internado mi hermano bastante tiempo, luego de un accidente.
Silvina Baez