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La carrera está abierta

Investigador Fundación P!ensa Abogado PUCV "La política parece refregarnos a la cara que esta es una dimensión imprevisible donde los muertos se levantan de la tumba y los ángeles caen al infierno. En tres meses el tablero puede cambiar radicalmente. Yo esperaría un poco más de tiempo antes de apostar".
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En esa costumbre ya media tediosa de los medios, no faltarán razones para éstos califiquen nuevamente de "históricas" las elecciones de ayer. A raíz del resultado, algunos dirán que el epíteto no es para menos, a fin de cuentas, un independiente con pasado en la centro izquierda ganó una primaria de derecha; mientras que en la izquierda un treintañero que juntó las firmas a 48 horas del cierre de su inscripción aplastó al gran favorito de las encuestas.

Ahora bien, pese a que se redujeron los candidatos en carrera, el futuro político sigue igual de incierto que el sábado. Las sorpresas están a la carta y ello se grafica en dos hechos notables que estaban fuera del radar. Por un lado, hubo una masiva concurrencia a las urnas. Luego del bajísimo interés en la segunda vuelta de gobernadores regionales, los medios vaticinaban una baja participación electoral. No obstante, los más de tres millones de chilenos que sufragaron en estas primarias denotan que la ciudadanía responde con especial entusiasmo a todo lo que envuelve a una contienda presidencial. Un aviso para quienes pretendan modificar nuestra forma de gobierno.

Y, en segundo lugar, hay que destacar que la brecha entre bloques no fue tan holgada como la esperada. Algunos analistas pronosticaron que la participación en la primaria de Apruebo Dignidad triplicaría a la de Chile Vamos. Sin embargo, el oficialismo convocó a más del 40% de los votantes. Una cifra contundente.

Tanto Sichel como Boric tendrán que recorrer un empinado camino hacia la Moneda. Para Chile Vamos el escenario ideal era una victoria de Jadue en una primaria que agrupara a todos los partidos de oposición. De haber sido ese el caso, la retórica anticomunista habría propiciado una campaña electoral relativamente efectiva amparada en la situación dramática que atraviesa hoy Cuba bajo esa misma receta fracasada. Quizás ello no bastaría para ganar, pero sí para asegurar un porcentaje significativo de escaños parlamentarios, tarea a la cual deben abocarse desde mañana.

Del otro lado el panorama parece ser más alentador, pero no mucho más. Aunque es indudable que la derecha viene de una seguidilla de fracasos electorales -basta con ver el paupérrimo desempeño en la elección de convencionales constituyentes y gobernadores regionales-, la elección por la gobernación regional de Santiago es un antecedente poderoso que grafica los obstáculos que tendrá que sortear Boric si pretende sentarse en el sillón presidencial. En efecto, la disputa electoral entre Orrego y Oliva mostró que los votantes de derecha no tienen ningún problema en acudir a las urnas a elegir el mal menor. En otras palabras, Boric, a diferencia de cualquier candidato de la ex concertación, tendrá que ganarle dos veces al oficialismo.

En este contexto, si bien la inminente candidatura de Provoste se encontrará con un escenario bastante menos favorable que el esperado, igualmente será competitiva. Si los ganadores de ayer entran en una dinámica confrontacional que exacerbe las diferencias cualquier candidato en medio de la trifulca puede darse el lujo de pasar por moderado con tal de pescar en río revuelto, aunque ello no sea más que una máscara.

Teniendo a la mano los resultados, ¿es posible hacer alguna predicción para la elección de noviembre? La política parece refregarnos a la cara que esta es una dimensión imprevisible donde los muertos se levantan de la tumba y los ángeles caen al infierno. En tres meses el tablero puede cambiar radicalmente -si no pregúntenle a Pamela Jiles-. Yo esperaría un poco más de tiempo antes de apostar.

Maximiliano Duarte

Moderación y rostros nuevos

Dr. en Historia Profesor de la FAL/UAI "La concurrencia a urnas fue también positiva. Eso nos permite plantear que el mensaje fue claro y contundente. Chile quiere cambios profundos y enfrentar nuevos temas, pero los quiere dentro de la moderación y dentro de las reglas. Y esa es una buena noticia para todos".
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Los resultados inesperados de las elecciones primarias confirman la percepción, algo trillada, de que estamos frente a un cambio de ciclo político, mientras al mismo tiempo le pone bordes. No es cualquier transformación y, al parecer, tampoco una refundación.

El contundente triunfo de Sebastián Sichel en el bloque de la derecha, acompañado de una concurrencia a urnas maciza, en torno a un millón de personas mientras escribo estas líneas, le entrega al conglomerado una plataforma que alivia, en algo, la sucesión de derrotas electorales que venía sufriendo.

Chile Vamos demostró poder de convocatoria, junto a una cara nueva y un discurso moderado que supera el eslogan del "neoliberalismo". La rápida reacción de los candidatos derrotados reconociendo el triunfo, también les permitió despejar el escenario y obtener un resultado mucho mejor de lo esperado y, más allá de lo que podría ser la derrota definitiva de Joaquín Lavín, el panorama es bastante más auspicioso del que existía hace algunos días para la coalición de gobierno.

Pero fue en la izquierda donde ocurrió el terremoto. La derrota de Daniel Jadue fue tan inesperada como contundente. Es cierto que los errores no forzados, no solo del candidato, sino que de su propio partido - incluso cuando su escaso número de constituyentes planteó ignorar las reglas y hasta paralizar la Convención -, contribuyeron al fracaso, pero también se encontraron con una ciudadanía que no estaba dispuesta a seguir ese tipo de camino.

Propuestas tales como propiciar la desaparición de las pequeñas y medianas empresas (pymes) que no fueran capaces de pagar determinados sueldos, legalizar drogas duras o, incluso, esbozar una restricción de la libertad de prensa, demuestran una lectura equivocada del país.

Quizás el síndrome de la "Caja de Eco", donde un grupo cerrado y reducido parece creer que sus consensos reproducen la complejidad de toda la sociedad, tuvo un impacto excesivo, pero el punto es que Gabriel Boric, con un discurso moderado, pudo superar en casi un tercio a la votación de un alcalde que había sido un prima donna de la prensa por casi un lustro.

Las lecciones de esta escena son múltiples: el voto PS y PPD, humillado el pasado 19 de mayo; el voto de la derecha, como queda evidenciado por la votación que consiguió Boric en "Las tres comunas", y los múltiples discursos intimidatorios y agresivos de Jadue, le pasaron la cuenta de forma dura y directa.

En el Chile del 2021, sí es posible dar vuelta una elección en dos semanas y es que mientras Jadue fue un alcalde realizador, "cosista" incluso, lideró las encuestas, pero apenas asumió un perfil comunista formal y tradicional, se desplomó.

El próximo capítulo es qué hará la gran ausente de estas primarias, Unidad Constituyente. ¿Qué hará la centro izquierda? Provoste, Narváez y Maldonado tienen un panorama diferente al que esperaban.

La concurrencia a urnas fue también positiva. En una escena admitidamente mucho mejor en relación a la pandemia que las elecciones anteriores, hubo una concurrencia relevante de sobre los 2,5 millones al momento de escribir esta columna. Eso nos permite plantear que el mensaje fue claro y contundente. Chile quiere cambios profundos y enfrentar nuevos temas, pero los quiere dentro de la moderación y dentro de las reglas. Y esa es una buena noticia para todos.

Fernando Wilson L.