Los Monumentos de Valparaíso
POR RAFAEL TORRES ARREDONDO, GESTOR CULTURAL POR RAFAEL TORRES ARREDONDO, GESTOR CULTURAL
Cuando pensamos en monumentos, de seguro la evocación que enseguida se viene a nuestra mente es la imagen de un hombre (la mayor parte de los monumentos están dedicados a ellos), en posición marcial, triunfante… otros están sobre un caballo, animal siempre compañero de triunfos, aunque también de derrotas; asimismo los hay acompañados de camaradas de armas y más de alguno con coronas de laureles a sus pies.
En el caso de nuestra ciudad, tenemos todos los tipos de monumentos mencionados. Sobre el caballo, el mejor ejemplo es el de don Bernardo O'Higgins; luego de pie y muy marcial está don Manuel Blanco Encalada y también lo mismo ocurre con Lord Cochrane, insigne marino inglés; de arrojo y valentía, qué mejor ejemplo que Prat y sus hombres… y todos los reconocidos como héroes patrios tienen una figura monumental, o al menos parcial, que los recuerde en algún lugar de la ciudad. También los hay para los más progresistas de su época, como, por ejemplo, Francisco Bilbao, pensador y escritor de avanzada, y ello da cuenta de una ciudad libre pensadora; los extranjeros comienzan la larga lista con el capitán Colón, hoy en un desconocido depósito; fíjense que el General San Martín, importante hombre en la emancipación de América, recién en este siglo tiene un busto en la ciudad; así varios otros hombres foráneos también tienen su recuerdo en la ciudad, en una monumentalidad sin equidad de género.
Ellas, como decía, casi no están representadas. La inmortal Gabriela Mistral tiene una escultura en la plaza de los poetas, pero junto a sus colegas hombres Neruda y Huidobro; en la avenida Argentina hay un busto de la semidesconocida doña Micaela Cáceres, la madre del mutualismo en Chile; pero a mi juicio la gran ausente y merecedora de un importante monumento sería doña Juana Ross, a quien solo la recuerda una calle corta, cerca del actual Congreso Nacional. Tremenda benefactora y filántropa de Valparaíso.
Hay monumentos más simbólicos, con ausencia de personas o de figuras asociativas tan evidentes; el monumento al presidente argentino Juan Bautista Alberdi, un obelisco vaciado dentro de un muro; el de la masonería en la avenida Brasil, con su triángulo característico; en la misma arteria, el Memorial de los Detenidos Desaparecidos, un monumento de reflexión, y claro, no podía faltar un arco de triunfo, en este caso británico.
Monumentos hay muchos en la ciudad. Ahora bien, de su estado de conservación no me voy a extender más de la cuenta: me llevaría mucho tiempo. Pero sobre este tema quizás solo queda decir que en nuestro país y en nuestra ciudad no se cuidan los monumentos, no se les da el valor, la importancia y la significancia que tienen.
Pero ahora quisiera mencionar los que me parecen los mejores monumentos de Valparaíso. En primer lugar, el mar, ese que tranquilo nos baña (casi siempre), ese que es la puerta de entrada para quienes buscan hacer una nueva vida en la ciudad o vivir la experiencia de conocerla; pero que también es una puerta de salida a otros mundos; ese mar que ha sido el sustento desde siempre, ese mar que nos ha forjado la vida de ciudad y puerto. Nuestro mar, el mar de Valparaíso.
Luego, el otro gran monumento para mí lo constituye el anfiteatro de 43 cerros y quebradas, con esa forma tan propia que le da la impronta y el carácter a la ciudad, formada al lado del mar. Esos cerros que hacen que en esta ciudad en la que como decía el inolvidable Lukas, "deberían dar examen todos los arquitectos de Chile". ¿Hay algo más reconocible de la ciudad que sus casas de colores, con la ropa colgando, con la profundidad de su fisonomía? En verdad, creo que no hay nada que sea más Valparaíso que esa imagen.
Qué decir de los monumentos que son los paseos y miradores… Muchos de ellos abandonados o ignorados… una avenida como la Altamirano se la quisieran en cualquier país del mundo, una serpenteante costanera que nos muestra el infinito océano Pacífico… El Mirador 21 de mayo, que nos presenta la faena portuaria en primer plano… el Paseo Yugoslavo, el balcón más aristocrático de la ciudad… En fin, son tantos los lugares desde donde mirar la nada y el infinito, y son también un distinto tipo de monumentos.
Terminaré mi listado de personales monumentos con el viento de Valparaíso, un monumento inmaterial… el viento que nos hace sentir libres, ese viento que corre por la avenida Brasil, provocando una danza de las palmeras; el viento que silba fuerte en las calaminas; el viento que sacude la tarde de primavera, el viento que desparrama la lluvia. Esta ciudad es un monumento, es de la humanidad, es de todos y todas, nadie se debe quedar fuera, nadie se debe sentir excluido, cuidémoslo, protejámoslo, querámoslo, Valparaíso se lo merece, de eso no cabe duda.
Te declaro mi amor, Valparaíso.
* Extracto de charla realizada en tedx sotomayor