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TRIBUNA DEL LECTOR

La ilusión, la soberbia y el sentido común

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1LA ILUSIÓN. El triunfo aplastante de la opción Apruebo en el plebiscito de 25 de octubre de 2020, hizo pensar a muchos que la derecha más conservadora, supuestamente defensora del mainstream, había desaparecido y que las ruedas de la Historia -erróneamente profetizadas por Hegel y Marx- pasarían por encima de todo hacia un Valhalla en la tierra llamado "Nueva Constitución" que, como Prometeo posmoderno, vendría a solucionar todos los problemas de la gente.

Sin embargo, los expertos en derecho constitucional saben perfectamente que la nueva Constitución no cambiará un ápice o muy poco de la realidad del ciudadano de a pie. ¿Ha leído la Constitución venezolana? Es hermosa. Es un vehículo de lujo, pero sin dinero para bencina, permiso de circulación, tag, peaje, mantención y repuestos. ¿Impidió la Constitución el desastre que es Venezuela actualmente? No. De hecho, seis millones de venezolanos han debido huir de su país en una diáspora solo superada en el mundo por el pueblo sirio.

Ello es así porque una Constitución es, en esencia, un conjunto de reglas y principios con dos propósitos fundamentales: organizar el poder y establecer un catálogo de derechos fundamentales como límite para el ejercicio de la soberanía estatal. La Carta puede garantizar muchas cosas, pero si usted no le echa bencina a su auto de lujo, sencillamente éste no podrá circular.

2LA SOBERBIA. Hace pocos años emergió en la escena política del país un nuevo conglomerado al que se le denominó Frente Amplio, conformado por jóvenes de extrema izquierda que venían a "renovar" la política, eliminar las malas prácticas de los políticos tradicionales, acabar con la corrupción y cambiar el rostro del país, enarbolando como valores cardinales la dignidad y la igualdad. No pasó mucho tiempo para constatar que ni las ideas eran nuevas ni sus jerarcas eran políticos impolutos, y que no era otra cosa que viejos errores encarnados en rostros jóvenes y lozanos. El matrimonio por conveniencia entre el Frente Amplio y el Partido Comunista es una prueba palmaria de ello.

Pero Dyké -la justicia para los griegos- se encarga de poner las cosas en su sitio cuando Hybris, el pecado de desmesura, asociado al orgullo y al exceso, hace su aparición. El Frente Amplio, si quiere perseverar como fuerza política e influir en el futuro del país, debe dejar atrás la soberbia y los aires de falsa superioridad moral de la que carecen.

3EL SENTIDO COMÚN. La votación del domingo recién pasado fue el triunfo del sentido común. Ningún Estado puede subsistir sin orden, estabilidad e instituciones democráticas respetadas y respetables. Y lo más importante: el Estado, como sostenía Max Weber, debe monopolizar el uso de la fuerza y sustraerla a los privados. Nadie, sino el Estado, puede ejercer la violencia de manera legítima. Todos los demás la ejercen de manera ilegítima, incluyendo el denominado conflicto mapuche. ¿Es tan difícil de entender?

por fernán rioseco, académico filosofía uv