"Invito a Kast a hacer una bajada a sus adherentes a evitar la división y nosotros haremos lo mismo"
Estando a cargo del Colegio Médico, en medio de una pandemia brutal, Izkia Siches aprendió a moverse en un ritmo tan desenfrenado como el que vive ahora, liderando la campaña de Gabriel Boric de cara a la segunda vuelta. "Esos días de pandemia fueron una locura", cuenta. Cientos de lecturas científicas que se publicaban todos los días y que, obligadamente, tenía que leer. Reuniones con distintos gremios, criticar y ser criticada en los medios, en fin, comenta que en esa época no se podían cometer errores.
Ahora le pasa igual. Ni una palabra demás, porque las tiene que medir. Debe desdoblarse todos los días, región por región, para que su candidato pueda revertir un escenario que en la primera vuelta lo dejó como un político de grandes ciudades y no de territorios y regiones. Si el jueves estuvo en el norte, ayer conversó, a punta de café en grano y desde temprano, con una serie de actores de nuestra región.
- ¿Qué objetivos tienen sus viajes con el bus de la esperanza?
- Tienen que ver con tres cosas: regionalismo, no confiarse y seguir sumando votos, además de unificar una transversalidad amplia de fuerzas, porque en nuestro proyecto nadie sobra. Sobre esto último tengo harta experiencia, porque en el Colegio Médico mi rol era muy en ese sentido, trabajando con gente hasta de la centroderecha y nunca tuvimos problemas, porque había cosas que nos unían.
- ¿No se vacía el programa por esa transversalidad demasiado amplia?
- Para nada, porque nuestro programa es transformador y trae cosas importantes que, desde mi perspectiva, no tienen nada que ver con la caricatura de extrema izquierda que se ha intentado instalar.
- ¿En qué punto del mapa de la política ubicaría el proyecto presidencial de Gabriel Boric?
- Más que nada se plantean cosas fundamentales que tiene cualquier país civilizado y creo que, también eso, ya estaba incorporado en algunos de los programas. En materia de salud, por ejemplo, asumimos las propuestas de seguro único de Yasna Provoste, pero también hay sintonía con las propuestas de Marco Enríquez-Ominami. Acá no hubo un giro hacia el centro ni nada por el estilo, sino que se afinó un poco la agenda, manteniendo la columna vertebral del programa.
- ¿Eso de que no hubo giro hacia el centro implica que se mantienen dentro de los márgenes de la izquierda?
- No se trata, para nosotros, del eje izquierda o derecha, sino de poner en el centro a las personas y volver al sentido común de cosas que a nuestro país le ha costado una enormidad avanzar, pero que se requieren para mejorar las condiciones de vida de las personas. Parece novedoso, pero a las personas independientes, los grupos y las organizaciones sociales les importa bien poco si la cosa va por la izquierda o la derecha.
- Aun así, ¿gran parte del debate político se sigue moviendo dentro de esa dicotomía?
- Creo que nos arrastra hacia allá el candidato de enfrente. Nosotros si tenemos un desafío es hacer un gobierno cuyas ideas, medidas y la gradualidad de éstas le hagan sentido a las personas. Por eso es importante que ninguna de las reformas que hagamos sea un nuevo Transantiago y para eso hay que incorporar la visión ciudadana de aquello que le toca vivir cada día. Y si bien el Transantiago mejoró el transporte público, su forma de instalación fue demasiado disruptiva.
- Es curioso, porque José Antonio Kast también habla de gradualidad, eso sí, en su idea de reducir el Estado.
- Desde esa perspectiva, yo no concibo achicar el Estado en un país que tiene que modernizarlo y hacerlo más ágil. Son ópticas diferentes. Tenemos que avanzar hacia una socialdemocracia robusta, sin duda, con un Estado ágil y que no dependa tanto de los gobiernos de turno; y en eso las distancias con el candidato de enfrente son importantes.
- Más allá de las "adecuaciones" de cada uno, entre ambos proyectos hay diferencias al punto de la polarización. ¿Le preocupa?
-Por eso fue que me involucré de lleno en esta candidatura. No me deja muy tranquila que un liderazgo como el de Kast sea el que gobierne. Creo que nos divide como país. Me asusta no solo él, sino que algunos de sus adherentes, y creo que eso no puede seguir pasando. Nos ha costado tanto avanzar en esa línea que cuando minimizamos la fuerza de esos mensajes, hay personas que se sienten, después, con la libertad de agredir a una mujer.
- ¿Cree que Kast fue blando con el exmilitante de su partido, Johannes Kaiser, luego de sus declaraciones contra las mujeres?
- No creo que el objetivo del candidato sea que las mujeres terminen siendo agredidas, pero no se puede debilitar el mensaje legitimando la violencia de género y el odio hacia la diversidad. De hecho, invitaría a Kast a hacer una bajada, dentro de sus propios adherentes, a evitar el discurso divisorio y nosotros tendremos que hacer lo propio en nuestro sector.
- De todas formas, si ustedes ganan ellos estarán presentes.
- De todas maneras y nuestro candidato lo ha dicho muchas veces, que será el Presidente de todos, incluyendo los votantes de su rival, y eso va a requerir sentarnos a la mesa y encontrar puntos de acuerdo.
- ¿Existe algo que los pueda llegar a unir?
- He visto en su programa algunos enfoques que van en la línea correcta, por lo menos en materia sanitaria hay elementos en los que podemos avanzar. También entendemos que hay escaso margen de poder conversar en materia de DD.HH., derechos de las mujeres o medioambiente.
- Saliendo de las etiquetas y de las acusaciones de dar "volteretas" por parte de uno y otro candidato, ¿cree que el dar pie atrás con las ideas más duras es parte de un fenómeno común para ambos?
- (Ríe) Sí, creo que las volteretas son muy necesarias. Más allá de esta caricatura que se ha hecho, me parece que todos los sectores tenemos que estar disponibles a reconocer las buenas ideas que vienen de otros. Me pareció importantísimo tomar con fuerza una agenda de seguridad, migración y narcotráfico, que son los dolores del Chile al que queremos representar.
- Después del estallido, ¿cómo un gobierno puede llegar a ganarse la legitimidad de la población y evitar futuras muestras de descontento?
- El desafío, después del 19 de diciembre, es crear una agenda que mantenga a la ciudadanía del lado del gobierno. Si hay desorden y vandalismo, evidentemente, implicará que existe un retroceso en el apoyo ciudadano. Tenemos el deber no solo de ganar, porque de lo que se trata es de hacer un buen gobierno, consolidando una fuerza para eventuales futuros gobiernos, porque las transiciones son procesos de largo aliento.
"Es importante que ninguna de las reformas que hagamos sea un nuevo Transantiago y para eso hay que incorporar la visión ciudadana, de lo que les toca vivir en el día a día".
"Creo que las volteretas son muy necesarias. Más allá de esta caricatura, me parece que todos los sectores tenemos que estar disponibles a reconocer las buenas ideas de otros".