"Espero una mesa alerta, ejecutiva y con decisión para agilizar el trabajo en los próximos seis meses"
Si hay algo que le interesa a Agustín Squella, convencional constituyente por el Distrito 7, es que se remarque que en el capítulo número uno de la nueva Constitución se ponga en alto la dignidad como el valor irrenunciable e inviolable, en el que nos reconocemos los unos a los otros y a partir del cual se reconocen, también, los derechos humanos. Solo después de cumplir esa condición intransable pueden venir la política, los debates y las concesiones entre sectores sobre los otros temas que marcan el día a día de la Convención.
Ahora, dice, se debe apurar el tranco, porque julio está allí, a la "vuelta de la esquina".
- ¿No cree que algunos constituyentes tienen poco ánimo de acuerdo y prefieren mantenerse atrincherados en sus posiciones?
- Ocurre lo de siempre: grupos algo extremos, si bien minoritarios, tanto a izquierda como a derecha, que hacen lo que suelen hacer las minorías para hacerse notar: ruido, sobreexposición mediática y tomas de posición cuya radicalidad nada tiene que ver con lo que la mayoría del país espera de una nueva Constitución, que tuvo su origen en una crisis política y social, pero que se elabora y propone al país con sujeción a las reglas de la democracia y no a la voluntad de un dictador ni a la imposición de un sector sobre otro. Gabriel Boric lo dijo muy claro en reciente visita a la Convención: el país no quiere una Constitución partisana.
- ¿Qué espera del Presidente Boric frente a la Convención?
- Lo que sabemos hará y con entusiasmo: apoyar materialmente el trabajo de la Convención, respetar la autonomía de esta en lo que le corresponde hacer, recibir en su momento el nuevo texto constitucional y convocar al plebiscito en que el pueblo manifestará su aprobación o rechazo.
- ¿Cómo se sustrae del ruido ambiente que rodea la Convención, especialmente en redes sociales?
- ¿Sabe lo que me hace bien cuando el peso de este momento se hace más intenso? Lo de siempre: tomar una novela, buscar una película, o sentarse con amigos y familiares para que se abra el mundo de las pequeñas e indispensables alegrías. ¡Si hasta me encuentro leyendo en este momento la última novela de Stephen King! Se llama "Billy Summers" y no está nada de mal.
- ¿Tiene ya candidato/a para la presidencia de la Convención?
- Quiero esperar a que se muestren con claridad todas las postulaciones para tomar una decisión.
- ¿Está de acuerdo con la idea de que la nueva mesa de la Convención debe tener una identidad política o partido distinto al del Presidente electo?
- Cualquiera sea la nueva mesa tendrá una identidad política, ojalá lo más amplia y plural posible, pero lo más importante serán las cualidades de quienes formen parte de ella. Espero una mesa alerta, ejecutiva, con claridad y determinación para agilizar el trabajo de los próximos seis meses que tenemos para cumplir con nuestro cometido. Es un tiempo estrecho, pero no podemos pensar ni en un día más del plazo legal que tenemos.
- ¿Qué valora de la mesa directiva saliente?
- Valoro que haya sacado adelante la reglamentación interna de la Convención, de la que carecíamos, y organizado lo mejor que se ha podido la participación popular y el trabajo territorial y regional.
- ¿Y tiene alguna crítica?
- Lo que lamento es que no pocas proposiciones que se han hecho a la mesa queden sin respuesta de parte de ella. Hace ya varias semanas varios constituyentes pedimos formalmente tener una jornada de reflexión, aprendizaje y autocrítica, para sacar lecciones que nos permitan trabajar mejor los meses que nos restan; sin embargo, me sorprende que hasta ahora no tengamos respuesta alguna a esa petición.
- ¿Cree apropiada una indicación en la próxima Constitución que impida al actual Congreso hacerle cualquier modificación al texto recién aprobado?
- Espero que a la nueva Constitución se la deje vivir antes de pensar en modificarla. Cambios habrá en el futuro, desde luego, porque una Constitución debe ser flexible, pero deberá tratarse de cambios para facilitar su aplicación y no para obstaculizarla. Las autoridades del país tendrán que ser ejecutantes leales de la nueva partitura constitucional que tendrán por delante, ojalá sin desafinar ni una sola vez. La Convención se disolverá luego de entregar su propuesta, y serán otros, incluidos por cierto todos los chilenos y chilenas, los que tendrán que hacer su trabajo de hacer sonar bien la música que se les habrá puesto por delante.
- ¿Se plantea la posibilidad de un fracaso al término de todo esto?
- No tengo ese temor. El éxito de la Convención va a depender de la calidad política y técnica del texto que será presentado a la ciudadanía y que él sea realmente bueno para el país y no solo para un sector de este. Tendrá que ser un espejo en el que todos podamos mirarnos con satisfacción y constatando que nadie queda fuera de la imagen. Nosotros, los convencionales, si no hacemos nuestro trabajo bien y a tiempo, no podremos echarle la culpa a nadie: ni a Piñera, ni a Boric, ni a la pandemia ni a los medios de comunicación.
-¿Influyó en la Convención la nueva correlación de fuerzas en el Congreso Nacional? Pregunto esto porque al día de siguiente de la elección me respondió que estaba confundido.
-Yo suelo vivir un poco confundido y los confusos hechos electorales del 21 de noviembre me produjeron lo que era esperable: confusión. Admiro a los analistas y ciudadanos que la misma noche de ese domingo tenían ya todo claro y ofrecían al país sus más dispares y rotundas interpretaciones acerca de lo ocurrido. En cuanto a mí, todavía ando algo mareado.
- Post 21 de noviembre, el convencional Raúl Celis planteó que el tono, en algunos, se moderó. ¿Comparte?
- Sin moderación no habrá acuerdos y sin acuerdos no habrá nueva Constitución. Así de simple. No siempre estamos obligados a ponernos de acuerdo, aunque tratándose de la Convención, sí lo estamos.
- ¿Se nota en la práctica esa obligación?
- Al interior de la Convención no han desaparecido ciertas posiciones extremas, por lado y lado, que podrían terminar dificultando y hasta impidiendo que los sectores moderados, que son los más, lleguen a acuerdos. Grave es que ese amplio sector moderado desarrolle de pronto un complejo ante posiciones extremas que no comparte, pero que no se atreve a enfrentar.
- ¿Quiere decir que se dejan llevar?
- No parecer suficientemente de derecha y no parecer suficientemente de izquierda parece ser un trauma para integrantes de ambos sectores que son realmente moderados.
- ¿Todavía se siente cómodo en su rol de convencional?
- Cómodo estoy, pero con comprensibles oscilaciones del ánimo. Conservo siempre la esperanza, aunque el optimismo decaiga a veces.
- ¿Qué le provoca ese pesimismo ocasional?
- Tiene que ver con la obstinación y arrogancia en que incurrimos a veces los constituyentes, al borde de comportarnos como hacen las barreras bravas, aunque nunca con agresiones físicas, desde luego.
- Después de todo, ¿sigue confiando en la necesidad de una nueva Constitución?
- Confío plenamente. Se trata de un camino que habíamos dejado de lado durante décadas y es también la vía institucional para encauzar la crisis política, social y económica que vive el país.
"Espero que a la nueva Constitución se la deje vivir antes de pensar en modificarla. Cambios habrá en el futuro, pero no deben ser para obstaculizarla".