Ampliación portuaria con rostro de mujer
Detrás de las firmas de Jorge Sharp y del presidente de la EPV, Fernando Ramírez, asoman Adriana Saavedra y Javiera Perales. ¿No hay ahí una señal?
A poco de dejar su cargo como presidente del directorio de la Empresa Portuaria de Valparaíso (EPV), lo que debiera ocurrir a mediados de año una vez instalado el nuevo gobierno del Presidente Gabriel Boric, el abogado Fernando Ramírez Gálvez anunció el pasado miércoles en el Museo Palacio Baburizza, junto al alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp, la firma de un acuerdo de colaboración y trabajo conjunto para potenciar el borde costero y propiciar la por largos años postergada ampliación del Espigón, dentro de las aguas abrigadas que cobijan el molo y la bahía.
En términos teóricos (el papel da para todo), se buscará "promover y apoyar los consensos necesarios para hacer posible la ampliación portuaria en armonía con las distintas vocaciones de la ciudad; promover el desarrollo integrado y sinérgico de las distintas vocaciones productivas, potenciando las existentes y las nuevas que ayuden a un desarrollo sostenible en el mediano plazo, a través de alianzas estratégicas; ampliar el diálogo incorporando a las múltiples actorías (¿quién habrá colado esa palabrita?) estratégicas del borde costero de Valparaíso, que ayuden a un desarrollo económico con criterios de sostenibilidad y justicia social; generar consenso sobre las inversiones que resulten de los planes de mitigación y/o compensación o vía responsabilidad empresarial de la empresa; y la creación de una mesa de trabajo compuesta por los firmantes y quienes, de común acuerdo, inviten a participar en ella". Asimismo, se levantará un plan de trabajo que ayude a evaluar los avances de cada objetivo.
De esta forma, y con el Pladeco porteño, los resultados del ciclo Valparaíso Dialoga, el Plan Maestro de la estatal portuaria y el Plan de Desarrollo Portuario de Valparaíso sobre la mesa, se intentará conseguir lo que nunca antes, pero esta vez con un alcalde que -a diferencia de ocasiones anteriores- habla derechamente de una "ciudad con vocación portuaria" y de la imperiosa necesidad de construir el T2.
Claro está que por mucho que un Gobierno priorice lo que estime conveniente, ello no necesariamente se termina haciendo, tal como lo vimos durante la actual administración del Presidente Piñera con el citado T2 o el tren rápido a Santiago, el primero caído por su judicialización extrema y la negativa municipal y en parte ciudadana; el segundo, por una evaluación financiera que nunca terminó de cerrar.
Dicho eso, con Ramírez Gálvez y el gerente general Franco Gandolfo habiendo avanzado bastante más que sus antecesores en el complejo ajedrez de la política ciudadana porteña, solo queda esperar que los futuros nombramientos en la EPV privilegien la continuidad de los acuerdos establecidos y logren, de una vez por todas, destrabar su cansador nudo.
Para finalizar, bien vale una reflexión: este mismo Diario recoge hoy distintas visiones -todas masculinas- sobre la valoración del acuerdo. Ello responde no a un sesgo editorial, sino a que la incumbencia portuaria ha sido eminentemente de ese género durante toda su historia y, más que nunca, durante todas las peleas y desacuerdos del último tiempo.
Ahora, algo reconocido por Sharp y Ramírez, las artífices del acuerdo son la directora municipal de Desarrollo Económico, Adriana Saavedra, y la directora de EPV, Javiera Perales. ¿No habrá ahí una señal de que el futuro tiene rostro de mujer?