Juan Olivares dice que le da un poco de vergüenza salir a la calle. "No entiendo por qué la gente me pide sacarse fotos conmigo, imagínese, tengo más de 80 años y dejé de jugar al fútbol el año 1983", señala con humildad el exportero de Santiago Wanderers.

Mientras hacía compras ayer en el sector de calle 15 Norte, en Viña del Mar, la gente lo saludaba y le daba la mano. Al mismo tiempo el arquero de Los Panzers, equipo que logró el título de 1968, se enteraba del homenaje del club de su vida.

El Decano lanzó su camiseta de recambio con un diseño similar al que utilizó "Juanito" en la década de los '60: negra y con la insignia verde y blanca pegada al lado derecho del pecho. La polera reversionada tiene mangas verdes y en la espalda la firma del máximo ídolo de los caturros.

Olivares se emociona al saber que la nueva indumentaria se inspiró en su legado, sobre todo porque esa polera tiene un significado muy especial en su carrera.

"Yo empecé a usar la camiseta negra cuando recibí la noticia desgraciada de que a mi padre lo habían atropellado. Venía recién llegando del Mundial de Inglaterra, en 1966. En ese momento comencé a usarla", revela el exgolero.

El oriundo del barrio Santa Inés de Viña del Mar recuerda que después de un tiempo cambió el color de su indumentaria, pero no olvida que "esa polera negra la usé en 1966 como señal de luto por la muerte de mi padre".

Por eso mismo, el cuidavallas campeón con Wanderers en 1968 valora todavía más el homenaje que le otorga el club donde es un emblema viviente.

"La gente todavía se recuerda de mí, eso enorgullece y me da gusto. En la calle me gritan ¡eseaene! Y yo siento que ha pasado tanto tiempo desde que me retiré, ahora solo trato de formar niños para mandarlos a las cadetes", dice.

Recuerda a yashin

Olivares se ríe al comparar los polerones que usaban los arqueros de antes con los actuales. Y recuerda que el mítico portero soviético Lev Yashin era conocido como "Araña Negra" por el color de su indumentaria.

"Precisamente enfrentamos a la Unión Soviética en el Mundial de 1966", rememora el exseleccionado nacional, quien asistió a dos Copas del Mundo con la Roja: estuvo en Inglaterra y también en Alemania '74.

"Juanito", fiel a la vieja escuela, confiesa que no entiende mucho los colores que algunos goleros usan en el fútbol de hoy.

"Pero cada uno se viste como le gusta", dice conciliador, aunque reconoce que no le "llenan los uniformes muy chillones, yo prefiero algo más simple, más moderado".

En la campaña de 1968, por ejemplo, el golero recuerda que su camiseta era de color plomizo, mientras que a partir de 1970, cuando fue transferido a Unión Española, comenzó a utilizar un polerón azulino de lanilla.

"Después me fui a Cobreloa y anduve en muchos clubes, pero siempre con esos colores, nada extravagante, eso no iba conmigo, mientras más sencillo, mejor. ¡Si a uno lo llevaban para atajar, pues, no por la vestimenta!", manifiesta.

El máximo ídolo caturro se detiene en la conversación y reflexiona: "Quizás la gente no va a quedar muy contenta si es que le cambian los colores de la camiseta".

Y se vuelve a reír cuando repite que todavía lo quieren pese a los años que han pasado desde su época de jugador.

"Soy un viejo de pelo blanco, quizás qué pensarán de mí esos niños a los que sus papás o abuelos les sacan fotos al lado mío", dice.

Pasión familiar

Juan Olivares se entuasiasma y comparte un dato muy personal: ya es bisabuelo.

"Fui al club y le compré el uniforme verde a mi bisnieto, hace dos semanas que se lo traje", revela.

Ahora espera regresar a la sede de calle Independencia para conocer la camiseta que se lanzó en su homenaje.

"Ya quiero comprarla, pues", señala, y suelta otra carcajada.

"La gente todavía se recuerda de mí, eso enorgullece y me da gusto. En la calle me gritan ¡eseaene!".

Juan Olivares, ídolo de Santiago Wanderers

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