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ENTREVISTA. Víctor torres, diputado democratacristiano por el Distrito 7, sobre el proceso de definición que le exige a su partido:

"La sinceridad podrá ser brutal, pero contribuirá a que muchos continúen o busquen nuevos espacios"

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Sebastián Mejías O.

Ocho años representando al extinto Distrito 15 en la Cámara Baja, otros cuatro años al actual Distrito 7 y más de 30 integrando las filas de la Democracia Cristiana son algunos de los títulos que forman parte del derrotero político del diputado Víctor Torres. Aun así, después del 11 de marzo, cuando Gabriel Boric se instale en La Moneda, deberá dejar su escaño en el Congreso para pasar, dice, a un estado de replanteamiento profundo, que incluye su continuidad en el proyecto democratacristiano.

No se trata para el diputado de abandonar un proyecto político que pasa, a su juicio, por su momento más complejo en los últimos 30 años, sino de que su partido se defina. Ahora que fueron excluidos del próximo gobierno y casi sin representación en la Convención, pide que se dé alguna instancia de sinceridad colectiva y que se escoja un camino ideológico un poco más claro, que bien acerque a la Democracia Cristiana al progresismo y las transformaciones sociales, como a él le gustaría, o se mantenga la postura predominante en los últimos años, con lo cual su militancia se haría incompatible. Por ahora, este médico cirujano esperará a salir de la Cámara y que se elija a la nueva dirigencia democratacristiana.

- De ocupar 39 escaños en 2009 a tener solo 8 en el próximo Parlamento, con un solo Convencional representándolos en el proceso constituyente. ¿Cuál es su diagnóstico médico de la DC?

- O volvemos a la fraternidad que permitía la cohabitación de distintas miradas, con tesis políticas distintas y respetándonos respecto de ellas, o mejor sinceramos que no hay posibilidad de que esta convivencia exista y terminamos decidiendo si continuamos en la DC o se abren espacios para la creación de instrumentos y proyectos políticos diferentes. Esa es la discusión que tenemos que dar en los próximos meses.

- ¿Definir un horizonte y que se vayan los que no se sientan cómodos?

- Es que si no nos sinceramos viviremos en un engaño permanente y eso no sostiene ninguna relación humana, ni ningún vínculo, menos en un partido como la DC que se sustenta en valores tan importantes como la fraternidad. Para eso se requiere de una sinceridad que podrá ser brutal pero contribuirá a que muchos decidan si continuar o busquen, definitivamente, nuevos espacios. Es un ejercicio que debe hacerse con responsabilidad política.

- ¿El proceso de elección interna que se está dando al interior de la DC es un saludo a la bandera o abrió realmente ese debate?

- Todos los procesos de elecciones son oportunidades, pero un gran problema que tiene la DC es que, precisamente, no se está conversando de todo esto. No se está preguntado 'oye, ¿vamos a ser capaces de seguir juntos o vamos a seguir caminos separados?'. Esa conversación, con ese nivel de franqueza, no se ha dado. Estamos en un proceso electoral y si no se da en ese contexto la conversación, debiera darse una vez que la próxima mesa asuma. Esa debe ser su primera definición importante, porque si no seguiremos manteniendo un partido solo por un ánimo voluntarista y lo que viene tiene que ser mucho más trascendental que eso. La primera gran discusión que debe incentivar la próxima directiva es a tomar definiciones de esa envergadura.

- No se debate abiertamente de esto al interior del partido, pero si usted lo plantea ¿quiere decir que hay otros que están dispuestos a construir un proyecto alternativo si la DC no se asume un poco más a la izquierda en el tablero político?

- Obviamente que es parte de las conversaciones que se han dado, de manera informal, entre varios militantes. Creo que hay mucha gente que coincide con lo que estoy planteando. Pero cuando digo que no se ha dado el debate es porque las instancias formales del partido no han permitido concretar un proceso de sinceridad política, ni en la Junta Nacional ni en el Consejo Nacional del partido. Se intentó hasta hacer un Congreso ideológico que no prosperó y, si seguimos perdiendo tiempo, se generará una tensión subterránea que, a la larga, resulta insostenible. Y para eliminar esa tensión, esto tiene que canalizarse a través de la institucionalidad del partido.

- Habló antes de voluntarismo. ¿Hay algunos que siguen haciendo política en la DC solo para sostener una identidad que está en crisis?

- Muchas veces estamos adentro del partido porque tenemos cariño, compartimos la historia, porque hemos construido nuestra vida al interior de la Democracia Cristiana. Algunos hasta aspiramos a recuperar esos elementos que eran prioritarios para nuestros padres fundadores y que se implementaron en su momento. Sin embargo, se requiere mirar un poco más la realidad, aunque duela. E insisto, podría llegar a ser algo muy brutal.

- Incluso brutal para usted.

- Efectivamente, un sinceramiento de esa envergadura es brutal para todos los que estamos involucrados. El resultado final de ese proceso, eso sí, terminará siendo más favorable que negativo. No porque gane la tesis de uno u otro, sino porque alivia una tensión interna que si no sale a flote, puede llegar a ser más perjudicial que beneficiosa. Será un proceso liberador. En estos tiempos no se puede vivir bajo una forma de relación tan encubierta, con tensiones tan ocultas, que terminan saliendo a flote de la peor manera.

- ¿Qué hará después de marzo, cuando concluya su periodo como parlamentario?

- Veré en qué queda mi vínculo con el partido, pero obviamente que el proceso que está viviendo me preocupa y me ocupa. Espero que la DC pueda reencontrarse con su camino y su rol transformador en la sociedad. Si no es así, creo que finalmente va a ser tal el nivel de falta de sintonía, que la DC se transformará en un instrumento sin ningún peso político. Ya estamos en una situación crítica, pero eso sería muy complejo y triste.

- El académico Cristóbal Bellolio dice que la DC llegó 20 años tarde al proceso de regeneración de la política.

- Nuestros procesos de búsqueda o de intentar salir a flote nunca fueron exitosos ni tampoco permitieron decantar de buena manera o permitir una cohabitación de miradas, con una fraternidad que, hoy, está en crisis. Por eso que hoy día creo que si todo lo que nos ha ocurrido no sirve como aprendizaje y no se genera un cambio profundo, obviamente que llegaremos a una situación compleja, diría que terminal. Para la DC este tiempo que viene será una verdadera encrucijada terminal.

"Será un proceso liberador. En estos tiempos no se puede vivir bajo una forma de relación tan encubierta, con tensiones tan ocultas, que terminan saliendo a flote de la peor manera". "Si todo lo que nos ha ocurrido no sirve como aprendizaje y no se genera un cambio profundo, obviamente que llegaremos a una situación compleja, diría que terminal".