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LA TRIBUNA DEL LECTOR Carta al padre Enrique Opaso

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Estimado Padre Enrique:

Hemos leído con mucha atención su publicación "Los amarillistas nos declaramos oficialmente en estado de reflexión", aparecida el 17 de febrero pasado en este medio.

Deseamos manifestar que respetamos su derecho a disentir de la forma en que se está llevando adelante el proceso constituyente en Chile y su concordancia con el grupo de los "amarillos". Sin embargo, deseamos manifestar nuestro más absoluto desacuerdo con el tono y las expresiones vertidas por usted en dicho artículo como un representante del orden sacerdotal de la Iglesia Católica. No nos parece razonable que, aprovechando la tribuna que le otorga su ministerio, por el que es reconocido y valorado en la diócesis, se permita emitir juicios que se abanderan con una posición de carácter ideológico- político en forma tan categórica, lo que, sin duda, afecta a la posición que los fieles de la iglesia esperan de sus pastores, es decir, personas que son capaces de intervenir y orientar el devenir de las causas temporales desde los valores y los principio evangélicos. No es neutralidad, es hacer uso de esa privilegiada posición para iluminar esos aspectos de la contingencia que a nosotros, los laicos, por estar sumidos en ella, nos es difícil y a veces nebulosa.

Nos parece que, en su calidad de sacerdote, tal vez debió destinar parte de su tiempo utilizado en este artículo para buscar en su redacción formas y llamados que pudieran colaborar en construir la mejor de las constituciones para el país, tal como así lo desea la gran mayoría de los chilenos, entre los cuales nos contamos. Todos podemos y debemos colaborar a crear un ambiente de mayor empatía entre los constituyentes, lo cual ayudará a generar los espacios para intercambiar todas las visiones que sean necesarias y que permitan construir un diálogo que finalmente derive en una Constitución para todos, centrada en lograr un país más justo, más digno y más solidario como lo quería Cristo y como nos lo muestra el pensamiento social de nuestra Iglesia

Como laicos de la Iglesia Católica, somos parte del gran número de chilenos que no escogió el Apruebo a la nueva Constitución por temor, sino por la imperiosa necesidad de diseñar una Constitución que represente a todos los sectores de Chile y reparara en parte las tremendas injusticias que se han y siguen produciendo en nuestro país. En este sentido, nos parecen que muchas de sus expresiones no se condicen con la abrumadora mayoría de personas que en nuestro país aprobó el proceso constituyente en una votación absolutamente democrática y ejemplar, que además ha sido la segunda votación de la historia de Chile con mayor participación.

Po otra parte, nos llama la atención que usted señale la necesidad de buscar gradualidad, acuerdos, racionalidad, lo que sin duda es el anhelo de una gran mayoría; sin embargo, ello parece incongruente con sus expresiones y calificaciones sobre el actuar mayoritario de la Convención. ¿Usted cree que es posible buscar un clima de acuerdo, de unidad, de fraternidad, justicia social, que son los valores que los cristianos quisiéramos ver en el espíritu de nuestra sociedad, con una actitud tan descalificatoria hacia todo el proceso constituyente? Nos parece que no.

Finalmente, le pedimos a usted, como también lo hemos expresado al señor obispo, que no utilice su rol sacerdotal para opiniones que corresponden a los laicos, porque pertenecen a la esfera de lo temporal y lo político contingente.

Atte.

Marcos Leiva

Soledad Rodríguez

Guillermo Parra

Sergio Toledo

Patricio Young

Las fiestas a todo cassette

POR MARIO CAVALLA LEPE, PERIODISTA y socio de santiago a pata instagraM @mariocavalla
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Era el panorama de un viernes cualquiera. Eso de tomar un cassette "virgen", ajustar las teclas Rec y Pausa del equipo Stereo y sintonizar una radio con programación fiestera. Carolina, Concierto, La Ciudad y Galaxia eran opciones donde, en el período que iba de las 9 de la noche (qué temprano) y las 2 de la mañana, uno pudiese grabar una cinta de 60 o 90 minutos de buena música, esa que permitiría después lucirse en una fiesta de amigos. Los cassettes eran fundamentales para grabar especiales del cantante y grupo favorito, o bien, si se disponía de un equipo con doble cassettera, copiar uno original. Las marcas más demandadas eran Maxell, TDK y Sony, de 45, 60, 90 y 120 minutos que venían en cintas sencillas o las cromo que eran carísimas. En cada caja y en la misma cinta venía un espacio para escribir la temática de la cassette y un autoadhesivo. A diferencia de los CD que uno puede saltar de una canción a otra de un viaje, acá había que apretar las teclas para avanzar y retroceder hasta el tema deseado, trámite que también se hacía en forma manual, colocando un lápiz Bic dentro del orificio dentado del cassette y luego empezar a girarlo en el aire para que la cinta se mueva. Como ocupaban bastante espacio, había bolsos especiales para acarrear cerros de estas cintas. Pero llegó el implacable CD y dejó atrás todo lo comentado. En los últimos años se ha intentado un revival incorporando en los nuevos equipos la posibilidad de escuchar los viejos cassettes. Pero no prendió como los vinilos. Quizás no sea el momento.


CÁPSULAS RETRO