Estación Valencia, un catálogo de promesas
Años de espera para la restauración de un punto de detención de Merval que debe atender a una importante población de Quilpué. Y cuando justamente se demanda concretar una vieja promesa nos encontramos frente a una crisis en la movilidad del Gran Valparaíso, originada en la insuficiencia del transporte público que ha llevado a privilegiar el uso del automóvil particular.
En esta misma columna editorial escribíamos el año 2010 que "desde un gobierno a otro se han ido traspasando las promesas de restaurar antiguas estaciones del servicio ferroviario local, actualmente atendido por Merval, cerradas el año 2005". Nos referíamos en esa oportunidad a la Estación Valencia de la ciudad de Quilpué. Se indicaba, además, que "la reposición de la Estación Valencia, posiblemente el año 2012, tiene, según la autoridad, un costo de un millón y medio de dólares".
No es que queramos ser autorreferentes, pero el tema ha sido abordado reiteradamente en estas páginas, incluso consignando promesas presidenciales sobre la reposición de la antigua y muy necesaria estación. Pero pasan los años y el tema parece ya una tomadura de pelo, un "cuento del tío", catálogo de promesas que son un caramelo para silenciar a un chiquillo regañón.
También hemos comentado que mientras los trenes de Merval siguen pasando sin detenerse en la población Valencia, en Santiago continúa la inauguración de líneas del Metro, con nuevas estaciones, muchas de las cuales fueron incendiadas por turbas progresistas, pero generosamente repuestas. Elevados gastos y Valencia sigue a la espera.
Con toda razón se quejan los vecinos. Uno de ellos, Luis Torti Alcayaga, recuerda que el estudio de factibilidad para reinstalar la estación debió estar listo el año pasado… Valeria Melipillán, alcaldesa de Quilpué, ante la inquietud vecinal, declaró que el año pasado se reunió con autoridades de Merval y se le informó que "probablemente este semestre se realizará la licitación de las obras civiles".
Pero sigue la incertidumbre, pues vienen cambios en EFE y también en Merval; se está terminando marzo y el semestre avanza y la estación Valencia sigue a la espera, mirando desde lejos, ingrato es decirlo, como se sigue extendiendo el Metro de Santiago y crecen las redes de cercanía de la capital. Son comparaciones que resultan odiosas y tienen aroma de envidia, pero se trata, simplemente, de los porfiados hechos.
Y cuando justamente se demanda concretar una vieja promesa nos encontramos frente a una crisis en la movilidad del Gran Valparaíso originada en la insuficiencia del transporte público que ha llevado a privilegiar el uso del automóvil particular, hecho expresado en la mayor venta de modelos nuevos y usados.
Y como resultado en terreno de esta realidad, nos encontramos con una congestión en calles y caminos que lleva a considerar la posibilidad de una restricción vehicular.
La reposición de la Estación Valencia no resolverá el problema, pero avanzar en el dilatado proyecto sería una buena señal que debe ir acompañada de otras medidas, como el reforzamiento del servicio de Merval y la racionalización y modernización del caótico sistema de buses que mal atiende a las ciudades que conforman la intercomuna.