LA TRIBUNA DEL LECTOR Cierre de Ventanas: una decisión atolondrada
POR MARCOS TRICALLOTIS, PHD, CONSEJERO REGIONAL Y VICEPRESIDENTE DE LA COMISIÓN DE MEDIO AMBIENTE, PATRIMONIO NATURAL Y CAMBIO CLIMÁTICO COMISIÓN DE MEDIO AMBIENTE, PATRIMONIO NATURAL Y CAMBIO CLIMÁTICO
La reciente decisión del cierre de la fundición Ventanas, anunciada grandilocuentemente por el Presidente Boric, parece estar complicando insospechadamente a la actual administración frenteamplista-comunista. En política ambiental, los problemas con múltiples factores interdependientes entre sí, y por tanto muy complejos de resolver, se denominan "problemas malvados" (wicked problems). De esta manera, minimizar el daño a todos los actores involucrados en un "problema ambiental malvado" con acciones simplistas o dogmáticas resultará contraproducente. Para abordar un problema malvado se requieren soluciones innovativas de las que, desafortunadamente, la actual administración aparentemente carece.
La misma ministra Maisa Rojas ha responsabilizado a Codelco Ventanas del 62% de las emisiones contaminantes en la zona de Quintero-Puchuncaví. Si en algo tiene razón la titular de Medio Ambiente es que las emisiones de la fundición y refinería Ventanas han estado implicadas en gran parte de los eventos de contaminación por dióxido de azufre (SO2). Estos eventos han afectado particularmente a menores y adultos mayores, existiendo casos emblemáticos de intoxicación, como el de la escuela La Greda, en Puchuncaví.
Aunque a simple vista la decisión pareciera ser acertada, esta es más bien burda, profundamente ideológica e improvisada. En primer lugar, si bien la actual fundición corresponde a una planta de tecnología antigua, que data de 1964 bajo la administración Frei Montalva, sobre ella se han invertido desde 2005 más de 150 millones de dólares en tecnologías anticontaminantes y tiene una capacidad de producción de 420.000 toneladas de cobre refinado al 99,99% de pureza. Es decir, según datos de Cochilco, esta planta generó importantes ingresos al Fisco, los que sumando todos los aportes de Codelco totalizaron en 2021 unos $ 7.394 millones de dólares en excedentes.
Si le tomamos la palabra al programa presidencial de Boric, según el cual potenciaría las fundiciones de cobre para proporcionar mayor valor agregado a nuestras exportaciones, esta decisión no se entiende. Adicionalmente, si para cumplir completamente con las normas en dióxido de azufre (SO2), arsénico (As) y material particulado (PM 10 y 2,5) se habla de inversiones cuantiosas de hasta $ 1.000 millones de dólares para encapsular definitivamente las emisiones, la pregunta es: ¿por qué no existió un programa de inversión para invertir en una nueva planta teniendo en cuenta que el Estado despilfarra hasta $ 6.000 millones cada año en programas mal evaluados? Y peor aún, considerando que el concentrado de cobre -sin valor agregado- ha incrementado su participación en las exportaciones desde un 61,2% en 2020 a un 73,6% en 2021, al no haber suficientes fundiciones en el país.
En segundo lugar, la decisión tiene un fuerte tinte ideológico que huele al dogmatismo del ecologismo profundo. La actual administración del presidente Boric habla -con cierta arrogancia- del primer gobierno "ecológico" de la historia de Chile, un eslogan repetido hasta el cansancio por la ministra Rojas. Yo me pregunto si estos genios se habrán enterado de que la sustentabilidad involucra tres pilares: ambiental, social y económico. Si algún pilar cae, como lo es el caso del económico, la sustentabilidad completa colapsa. Peor, en la cartera de Medio Ambiente parecen no entender que a la racionalidad económica empresarial le conviene reducir la contaminación, pues esta es sinónimo de pérdidas en materias primas e insumos. Por eso hoy existe, por ejemplo, una disciplina llamada economía circular.
En tercer lugar, y no menos importante, es el pilar social. Al momento de escribir estas líneas la Federación de Trabajadores del Cobre ya se había movilizado, involucrando a 50 mil trabajadores, incluyendo a contratistas. Y con razón. La administración de Boric nunca les hizo parte en esta improvisada decisión. Solo atinó a establecer un diálogo cuando los hechos estaban consumados, debiendo prácticamente recular en su decisión. Además, tanto los planes -si es que existieron- de reubicación de los trabajadores de Codelco como los de reconversión de los 15.000 trabajadores de pymes mineras han estado llenos de incertidumbre. No está claro tampoco si el Ejecutivo respetará la institucionalidad ambiental al demandar el cierre de otras empresas en la zona, todo en un año marcado por el riesgo de una recesión global, donde precisamente necesitamos más inversión en el país para poder crecer, agregar valor a nuestras exportaciones y generar buenos empleos para nuestros compatriotas.
Para resumir, al privilegiar solamente el pilar ambiental de la sustentabilidad, más que dar solo cuenta de un sesgo ideológico por parte de quienes están hoy en el Poder Ejecutivo y en las empresas del Estado, responde a una falsa dicotomía entre medioambiente y crecimiento económico. Hoy, gracias a los avances tecnológicos, ya no existe tal dicotomía: existen fundiciones que prácticamente no contaminan. Parece más bien que quienes están hoy a cargo de las decisiones de alto nivel en el Estado nunca tuvieron la preparación suficiente para lidiar con "problemas malvados" en política pública ambiental.